La muerte repentina de José Antonio Ramos vuelve a ponernos de nuevo sobre la mesa la vieja costumbre canaria de sacralizar a los desaparecidos, seguramente porque ya no pueden hacernos la competencia. Es una práctica que que ojalá vaya desapareciendo y sepamos valorar en vida a quienes lo merecen.
Decía James Dean que cuando se muere joven se hace un bonito cadáver. Yo no sé cómo quedaría el suyo después de estrellarse con su coche. Dean es un mito, y dicen que de no haber muerto joven no lo sería. En Canarias seguro que sucedería eso, pero en sociedades más avanzadas se valoran mas otras cosas. Por ejemplo, Marlon Brando fue mitificado apenas triunfó con sus primeras películas, pero murió de viejo, y sin embargo está tan mitificado como Dean.
En Canarias ha habido y hay artistas de gran talento, y los subimos al pedestal cuando desaparecen prematuramente. Pasó con el bailarín Lorenzo Godoy, con el actor y escritor Juan de la Cruz, con la escritora Dolores Campos-Herrero y con el compositor Sindo Saavedra. Se nos fueron como del rayo, igual que ahora José Antonio Ramos. Por eso la memoria de todos está en el sonido de su timple con una composición de Sindo que se ha convertido en bandera de Gran Canaria. Son nuestra memoria, pero ya eran grandes en vida, no lo olvidemos.
Totalmente de acuerdo, querido Emilio. Qué rácanos nos ponemos cuando de reconocer los méritos de los creadores se trata. ¿Esto del cainismo y del ninguneo será un rasgo de los isleños O simplemente es lo que define a los mediocres?.
Un abrazo, sigo disfrutando todos tus comentarios.Felipe