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Asadero de pardelas en Alegranza.

Ayer publique una entrada relacionada con los voluntarios y voluntarias que soltaron pardelas en la costa de Arucas.
Hoy reproduzco una noticia de Saúl García, publicada en su Diario de Lanzarote donde anuncia las penas para unos que hacen justamente lo contrario: matar pardelas para comérselas en un asadero, reproduciendo viejas mañas insensibles con la biodiversidad de su tierra.
La Fiscalía y las acusaciones populares piden multas de hasta 8.700 euros por el asadero de pardelas en Alegranza.pardela_lanzarote.png
La fiscal solicita que se sienten en el banquillo once acusados y las acusaciones que sean 19, por un delito contra el medio ambiente, en su modalidad de protección de la fauna.
La Fiscalía provincial de Las Palmas solicita una multa que supera los 5.700 euros para once acusados por el asadero de pardelas en Alegranza en septiembre de 2015 por un delito contra el medio ambiente, en su modalidad de protección de la fauna. También solicita tres años de inhabilitación especial para la profesión u oficio relacionado con la actividad de caza así como para el ejercicio del derecho a cazar. En caso de ser condenados y no afrontar la multa, se podrían ver privados de libertad.
Por su parte, la acusación popular, que ejercen las asociaciones Transparencia Urbanística y la Asociación de amigos de la pardela cenicienta, solicitan una multa para los acusa- dos que supera los 8.700 euros para cada uno de ellos, además de la inhabilitación, pero para los 19 acusados inicialmente, no para once.
La fiscal solicita que se abra juicio oral a once acusados: Fernando Gonzalez
Berriel, Juan Carlos González Berriel, Andrés Curbelo González, Juan Hernández Martín, Antonio Quintana López, Victoriano Santana Cabrera, Juan Cuevas Alonso, Jaime Isaac Rodríguez Rodríguez, Orlando José Rivera Cabrera, Adal González Cabrera, Ibrahin Josué Cabrera Del- gado, y pide el archivo de la causa para Agustiniano Hernández de León, Sestero Martín Villalba, Juan Miguel Medina Rodríguez, Cristóbal Miguel Morales Ventura, Juan José Rivera Barrios, Isidro Manuel Brito Hernández, Gabriel Eugenio Hernández y Juan Carlos Eugenio Hernández, mientras que las acusaciones populares consideran que también son responsables del mismo delito. La asociación ecologista Jacón también se personó en el caso y pide que se juzgue a los 19 por un delito contra la fauna y la flora y que se les ponga una multa cuya cuantía no específica.
Según los escritos de acusación, los acusados «organizaron lo que popularmente se conoce como un asadero de pardelas» y «para ello, el acusado Fernando González Berriel pidió los permisos necesarios ante el Cabildo Insular de Lanzarote, Consejería de Medio Ambiente, para fondear el día 8 de septiembre de 2015 en la playa de El Veril, Islote de Alegranza, Parque Natural del Archipiélado Chinijo, Espacio Natural Protegido y Reserva Marina, zona ZEPA». Ocultaron al hacer la solicitud, según este escrito, que «el fin último de su viaje que no era otro que cazar primero y cocinar después los ejemplares de la «calonectris diomedea», una especie protegida. «La inspección ocular practicada en los cien metros alrededores del asentamiento de los acusa- dos demuestra el expolio realizado en las huras o nidos de pardelas, así como el hallazgo de un bichero y un saco con diez ejemplares de pardelas en estado de descomposición», dice el escrito de acusación.
El Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil denunció el asadero en septiembre de 2015.
Fuente: Saúl García / Diario de Lanzarote.

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Suelta de PARDELAS en Arucas

En la jornada del miércoles 1 de noviembre de 2017, más de ochenta voluntarios/as, socios/as y simpatizantes de los colectivos Amigos de las Pardelas, La Vinca Ecologistas en Acción y Ascan, así como un grupo de vecinos/as de Bañaderos, acudieron a la costa de Arucas, en las inmediaciones de las Salinas del Bufadero, para llevar a cabo una suelta de Pardelas, actividad incluida en la Campaña Popular de Protección de la Pardela Cenicienta.
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Los doce ejemplares soltados fueron recogidos durante la noche anterior en la costa norte de la isla, al caer al suelo tras ser deslumbrados, entre otros, por el alumbrado de las calles, Puerto de Las Nieves (Agaete) e instalaciones deportivas.
Según los colectivos organizadores el grupo de voluntarios «estuvo integrado por sesenta y siete adultos/as y diecinueve niños/as, que conocieron algunos detalles sobre la vida de las pardelas cenicientas y vivieron la experiencia de devolver la libertad a unas aves que se ven seriamente afectadas por el desarrollo insostenible de las zonas costeras de nuestras islas. Tras la oportuna comprobación de que los animales no se encontraban heridos, se procedió a su anillamiento por personal cualificado y a la posterior suelta y puesta en libertad, explicándoles brevemente a las personas asistentes las principales características de estas aves, los viajes de miles de kilómetros que realizan a lo largo de su vida, y la problemática que les afecta (luces en las zonas costeras, puertos, instalaciones deportivas…; destrucción de hábitat de nidificación; plásticos vertidos al mar; vertidos de petróleo; etc…».
La jornada transcurrió con un muy buen ambiente, donde los/as voluntarios/as mostraron una gran satisfacción por poder ayudar a que los jóvenes ejemplares de pardelas cenicientas puedan tener un futuro y puedan seguir trayendo cada año a nuestras islas sus característicos «guaña-guaña» que recuerdan a lamentos, y que no son otra cosa que su forma de comunicarse con los otros miembros de su especie, así como sonidos habituales de las personas que viven en las zonas costeras de las islas.
Desde Amigos de las Pardelas, La Vinca Ecologistas en Acción y Ascan se hace un llamamiento a toda la ciudadanía de Gran Canaria para que si encuentran durante los próximos días algún ejemplar accidentado de este ave, se pongan en contacto con en el teléfono 626 882 784, o bien llamando al 112 (Cecopín, Guardia Civil o Policía Local), y entre todos/as les ayudaremos a volver al mar.

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Aproximación a la historia de la antigua ermita de San Mateo

  • El pasado miércoles, día 25 de octubre asistí a la presentación del libro de «Cruces, calvarios, ermitas y oratorios de La Vega», cuyos autores son Pedro Socorro y Pedro Quintana.
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  • El libro, que contiene más de 700 páginas y un centenar de imágenes, ratifica al antiguo lugar de La Vega como el municipio de Canarias donde quizás más ermitas y oratorios privados se construyeron.
  • ¿Sabías que la antigua ermita de San Mateo fue construida en el verano de 1651 por varios oficiales, entre ellos el albañil Francisco Gil y su yerno Francisco Hidalgo Zapata, carpintero, acarreando piedras desde Montaña Cabrejas y tejas del lugar de La Angostura?

  • ¿Sabías que fueron los mismos maestros que reconstruyeron por aquel tiempo la iglesia de Guía de Gran Canaria?

Editado por Beginbook, el historiador Pedro C. Quintana Andrés y el cronista de la Villa de Santa Brígida, Pedro Socorro Santana, acaban de lanzar un nuevo libro de investigación sobre las ermitas, oratorios y otras edificaciones de carácter religioso y recordatorio que fueron un elemento singular del paisaje del término de La Vega (Santa Brígida y San Mateo), desde los comienzos coloniales castellanos.
Señalan los autores que la cristianización de La Vega no se limitó sólo a esos edificios, ni siquiera a las cruces conmemorativas o calvarios alzados junto a los caminos, sino también a otros espacios relacionados con descansaderos de muertos, rutas de romerías, vías procesionales o manifestaciones del mal -brujas, muerte, diablo-, lugares de aquelarres, bailaderos, etc. que sin duda sobrecogieron a nuestros antepasados.
El libro, que contiene más de 700 páginas y un centenar de imágenes, ratifica al antiguo lugar de La Vega como el municipio de Canarias donde quizás más ermitas y oratorios privados se construyeron.

En el siglo XVIII, aseguran, las ermitas y oratorios se incrementaron en paralelo a la presencia de los grandes propietarios con haciendas más o menos extensas en las que trabajaban algunos de los vecinos circundantes.
En La Vega se localizaba entonces el 7,2 % de todas las ermitas de la Isla, equivalente al porcentaje representado por su población dentro del conjunto insular. Los autores constatan, asimismo, que la mayor parte de estas edificaciones estaban unidas a la explotación de la tierra, mostrando las ansias de sus propietarios por hacerse alguien entre sus vecinos, pues aparte de alzar majestuosas haciendas o restaurar viejas casonas no dudaban en erigir oratorios o capillas dentro de ellas, en busca de una más íntima, y más diferenciada, religiosidad.
Tan sólo la ermita de San Mateo Apóstol será erigida en la parte alta del término tras una petición vecinal, la cual se sostendrá con la aportación de los feligreses, cuya presión continuará a lo largo del tiempo hasta lograr su elevación a parroquia en octubre de 1800. Tras la publicación el pasado año de su libro la Historia de la Parroquia de Santa Brígida (1525-2000), los autores han vuelto a aunar sus conocimientos para describir en este nuevo trabajo los iconos religiosos -algunos desaparecidos- que se alzaron en el entonces término municipal de La Vega.
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El libro, cuyo prólogo realiza Pedro Suárez Rodríguez, cronista oficial de San Mateo, se divide en ocho capítulos bien diferenciados: los tres primeros dedicados a una amplia introducción histórica de la población y economía de Gran Canaria y La Vega desde la Edad Moderna; en los tres siguientes se relacionan las ermitas y oratorios público o privados que se construyeron desde 1600 hasta 1960 en la Vega de Abajo (El Monte, La Atalaya y Santa Brígida), la Vega de Enmedio (El Madroñal y Pino Santo) y la Vega de Arriba: la ermita del apóstol San Mateo, la de Las Lagunetas, Santa Mónica de Utiaca, la ermita de María Auxiliadora en Aríñez o los desaparecidos oratorios públicos de San José, dentro de una hacienda rural de Utiaca, y la pequeña ermita de San Pedro, en el Roque Saucillo.
Finalmente, los últimos capítulos son dedicados a describir las cruces y calvarios existentes en ambos municipios, destacando entre ellos la Cruz de Tejeda, la Cruz de los Navegantes, la Cruz del Herrero, la Cruz del Montañón, la Cruz de Constantino o los calvarios de Las Lagunetas, de Lourdes y de Risco Prieto. Debe consignarse que cada una de las cruces que se describen han sido geoposicionadas y pueden ser visualizadas en internet gracias a un código QR que se ofrece. El libro contiene, además, un generoso anexo documental.