CAMINANDO «AL GOLPITO»
Hace pocos años que hemos entrado en el siglo de la comunicación y de las nuevas tecnologías, pero llevamos algo más de tiempo instalados en la «era de la velocidad». En la actualidad nos movemos con mucha rapidez. Queremos viajar muy rápido, queremos hacer más cosas en menos tiempo. La revolución industrial hizo avanzar al mundo, y con ella llegó el culto a la velocidad, que nos empujó a vivir al borde de la extenuación; no obstante, de vez en cuando el cuerpo y la mente nos recuerdan que el ritmo de vida que llevamos es descontrolado y vertiginosamente peligroso.
Frente a todo el despropósito que trae consigo esta forma de vivir, a lo largo y ancho del mundo se fomenta un movimiento internacional que algunos han llamado la «globalización virtuosa». Se trata del movimiento Slow: un culto a la lentitud, un desafío a la velocidad. Decía Gandhi (1869-1948) que «en la vida hay algo más importante que incrementar su velocidad», y en ese contexto se mueve la filosofía de la lentitud, donde es más relevante el equilibrio. Las personas descubren energía y eficiencia allí donde quizás menos lo habían esperado: en la paciencia, en la lentitud. En algunas ocasiones nos marcamos metas inalcanzables, y cabría preguntarse por qué, para qué y si son realmente necesarias. Para este movimiento internacional la era del furor ya es historia; ahora sus defensores practican el Slow en el trabajo, en la comida, en las ciudades, en el sexo, en la educación infantil, en el ocio… Es como recuperar la filosofía de hacer las cosas «al golpito» para llegar lejos y que salgan bien.
Slow trekking con el transporte público
No se trata de hacer las cosas a paso de tortuga, sino de hacer las cosas necesarias en el tiempo justo. Es una nueva concepción de la vida, donde se busca que el momento perdure y que el disfrute de cada instante sea más importante que alcanzar una meta. Para lograr esta «desaceleración» de nuestras vidas, este libro proponer realizar dos cosas concretas: por un lado, el uso reposado del transporte público en los viajes de enlaces. Con ello, usted podrá disfrutar más del paisaje que desde la guagua va divisando a lo largo del recorrido. Lo hará con la comodidad de tener un conductor que le lleve, y olvidándose de los atascos, de los aparcamientos y de los robos en los vehículos. Podrá completar itinerarios y travesías a pie olvidándose de volver a por el coche. Tendrá la oportunidad de conocer a nuevas personas en su vida, en lugar de ir encerrado en su vehículo privado. A la vez que ahorra dinero, porque viajar en transportes públicos es más económico, también estará contribuyendo a reducir la contaminación atmosférica; y lo más importante, ir en guagua le ofrecerá la oportunidad de disfrutar el momento del viaje, puesto que no estará esclavizado al volante.
Aprender a ver
Por otro lado, un senderismo reposado le permitirá interpretar algunos fenómenos en la naturaleza, contemplar el entorno con más admiración y descubrir la diversidad que convive en el campo: los pequeños invertebrados, los medianos espacios vegetados y la grandiosidad de las rocas y los volcanes. Despacio, al ritmo de sus pies, podrá encontrar algunos secretos que el camino le tiene reservados: múltiples aromas, bellas flores, el discurrir del agua, el sonido de los pájaros, los reflejos de la luz solar, los minerales… Aprenda a ver, a oler, a escuchar, a interpretar, realice fotografías… todo ello lo conseguirá con un movimiento justo. La naturaleza es dinámica, pero tiene su propio ritmo. Tómese usted también su tiempo para disfrutar de ella.
jejeje! sois unos hachas! sip es el Pla de Tudela en el Cap de Creus. En este lugar es donde eastba ubicado el Club Med que desmantelaron hace unos af1os porque incumpleda leyes de proteccif3n de la zona PEIN y es tambie9n donde Daled paseaba en busca de inspiracif3n, hay muchas rocas que configuran formas que recuerdan a animales sin esforzarse mucho en imaginarlo, animales que se pueden encontrar en algunos cuadros de Daled.