Publicado el

Los amantes de Dune

“Esto es solo el comienzo” (Chani)

Y así espero que sea. El comienzo de una vuelta al cine. De esperar ansiosamente el estreno de una película. De ir al cine y encontrarlo lleno. Lleno, en la medida en que las nuevas medidas COVID lo permiten: una sala vacía, diríamos hace un par de años, pero llena en este 2021.

La verdad es que no esperaba encontrar una sala “tan llena”. Creíamos que íbamos a estar prácticamente solos como en las últimas ocasiones. Pero no. Allí estábamos: los amantes de Dune. 

No puedo ser muy objetiva dando mi opinión, porque admito cualquier manifestación de Dune. Sí puedo decir, que sigo quedándome con el Dune de David Lynch. Quizá sea por el impacto que me produjo, porque me sienta irremisiblemente atraída por ese mundo onírico y los complejos universos personales que nos ofrece este director, a pesar de la poca aceptación que tuvo en su momento. Yo, personalmente, la tengo grabada a fuego. No importa las veces que la vea, no importa que me sepa la escena de la caja de memoria: siempre me produce la misma emoción.  En esta ocasión, mi proceso habitual, primero la novela, después la película, se invirtió. Llegué a Frank Herbert y su Dune, después de que me llevara Lynch. No he leído toda la saga, pero aquellos que sí lo hayan hecho, y que estoy segura de que son la mayoría de los espectadores que llenan estos días las salas de cine, no pueden negar, aun sin ser directores, la difícil tarea, la titánica odisea, que debe ser llevarla a un guion, a una pantalla, y más cuando esta es la de un cine, no una serie televisiva que podría incorporar muchos capítulos y temporadas, algo que también se hizo y que tampoco tuvo un resultado muy loable. 

Leyendo algunas críticas profesionales de esta nueva visión, la de Denis Villeneuve, me sorprende la división tan marcada que se produce. Los que la elogian y la ensalzan sin mesura y aquellos que hablan de “aburrimiento”, “frustración”, “decepción”. Hablan de lentitud, de momentos en los que no pasa nada. Creo, sinceramente, y es solo mi opinión, que cuando vas a ver Dune, los espectadores pueden separarse en dos grupos, los neófitos y los incondicionales. Los neófitos depositan un voto de confianza. Los incondicionales ya hemos votado, aunque salgamos eligiendo o comparando, hemos disfrutado con Dune. Una vez más. 

La dificultad de llevar a la pantalla una obra como esta, en la que no solo hay imágenes impactantes, que las hay, velocidad en la acción, que existe solo cuando es necesaria y no de forma gratuita al estilo del Hollywood más comercial es, precisamente, la construcción psicológica que se consigue no solo al contar muchas cosas, sino que precisa de transformaciones o transfiguraciones internas que es lo más difícil de plasmar porque te obliga, en este caso concreto y en su traslado al cine, a contar mucho desde un punto de vista onírico. Onírico, porque con “la especia” se generan sueños y experiencias alucinógenas. Curiosamente, Denis Villenueve, se lo pone aún más difícil al no utilizar los monólogos internos que sí utilizó David Lynch basándose en la novela, y que sirven de apoyo a la narrativa. Denis Villeneuve hace algo diferente: fija la cámara y deposita la confianza en el actor para que exprese con sus ojos, con la expresión de su cara, ese pensamiento. El que ha leído el libro sabe lo que está pensando, y quien no lo ha leído, puede entender, si el actor es lo suficientemente bueno, la sutileza de lo que está ocurriendo. Los productores de Hollywood siempre han pensado que los espectadores éramos tontos, y en películas como Blade Runner, obligaron a Ridley Scott a poner la voz en off, lo que le daba también un punto más noir, más de cine negro, pero al mismo tiempo, aunque a mí me encantó también verla así, la finalidad inicial era esa: que la gente entendiera.

Denis Villeneuve, ha sido de alguna forma un osado. Su osadía no solo está en afrontar este reto, sino en hacerlo sabiendo que Dune no era un producto de masas, que no sigue los estándares del cine más comercial actual, tan reacio a hacernos pensar, a dejarnos respirar el silencio. Que los que se acerquen al mundo Dune por primera vez, lo deben hacer así, delante de la pantalla más grande que encuentren, dispuestos a disfrutar del gran trabajo que hay detrás de cada una de esas Dunas.

Posiblemente no pueda esperar a la segunda entrega y vuelva al cine a verla otra vez.

Publicado el

El Joker: cuando los chistes te hacen llorar

“No imagino que mi muerte me traiga más dolor que mi vida”. Esta frase aparece casi al comienzo de la película, manuscrita en la libreta que siempre acompañaba a Arthur. El equipo de producción hizo un buen trabajo teniendo para varias de las escenas en las que aparecía esta libreta, versiones de la misma en no imagino cuántos idiomas, pero muchos. Para mí esto no debería ser necesario, al contrario, quizá hasta me moleste un poco. Me hubiera conformado con la versión original con subtítulos de lo escrito, sobre todo, porque en esa versión original me hubiera creído que aquella era la letra de Arthur. La letra de El Joker.
Esa frase no me abandonó durante las dos horas de película. Dos horas en las que casi contuve la respiración todo el tiempo. Reseñar películas no es fácil. Hacer una buena crítica, tampoco. Otra cosa es dar tu opinión (sin spoilers), que es lo que yo hago. Eso puede ser mas fácil, sobre todo porque soy muy selectiva con las películas que voy a ver al cine y no me suelo decepcionar. Esta, no me ha decepcionado. Quizá lo correcto sea decir que Joaquín Phoenix no me ha decepcionado, porque como he leído en otras críticas como un aspecto negativo, la película reposa sobre sus hombros y yo me pregunto qué problema existiría si fuese así. Es cierto que para el cine, para el buen cine, tiene que haber cierto equilibrio entre todos los aspectos y que aquí la fuerza en la interpretación de Joaquín Phoenix, puede que incline más la balanza a su favor pero, ¿no podríamos decir lo mismo de Un tranvía llamado deseo? Sin duda, la película no hubiese sido lo mismo sin Marlon Brando y El Joker tampoco sin Joaquín Phoenix, un Óscar indiscutible.
Continuar leyendo «El Joker: cuando los chistes te hacen llorar»

Publicado el

Érase una vez en Hollywood

Salí del cine en silencio. Hacía mucho tiempo que no iba. Había pasado tanto frío las últimas veces, que no podía evitar sentir frío cuando decían la palabra cine.
Roscas gigantes para dos horas y media. La emoción de las luces apagándose. Y Tarantino. Me gusta, le admiro pero no soy una fanática que aplaude todo lo que sea que haga.
Y seguía en silencio. No podía dejar de pensar en la película, igual que hace unos días no podía dejar de pensar en el último libro leído de Foenkinos.
Creo que ver películas, series, leer artículos, libros, mantener conversaciones interesantes, nos hace evolucionar. Tengo muchísimos defectos pero cada día reflexiono, por uno u otro motivo, y cada vez me alejo más de los juicios. Los que me leen habitualmente se reirán porque es cierto que mi última etapa ha estado llena de juicios. Pero hace poco algo me llevó a preguntarme quién soy yo para juzgar nada ni a nadie.
Leo recientemente juicios a Tarantino. Le tildan de machista por el tratamiento que hace de la mujer. Porque tiene muchos fetiches con el cuerpo femenino, el principal, los pies. Que puso a Salma Hayek a bailar semidesnuda, ¡contoneando sus curvas! en uno de los bailes más sensuales que he visto en el cine y que intenté imitar sin éxito.
Continuar leyendo «Érase una vez en Hollywood»