Publicado el

Tapar el sol con un dedo

Cuando muchos defienden las primeras medidas tomadas (o no tomadas) frente a la COVID-19, lo hacen desde la misma posición: era un virus desconocido, no podían saber lo que les venía encima. Y yo me pregunto: si era un virus desconocido, como efectivamente lo era ¿cómo se atrevían a hacer las afirmaciones que se hacían y de forma tan taxativa? Como que aquí, en España, la incidencia sería mínima o inexistente, que las mascarillas, bla, bla, bla.
¿Cómo se afirmaba, al comienzo de la desescalada, que el Comité de Expertos, fantasma, garantizaba que las fases avanzarían de forma correcta para garantizar que el posible rebrote no existiera o que, como mucho, se retrasase hasta octubre? Agosto. Estamos en agosto y aquí, una Capitana a posteriori, lo tenía claro: AGOSTO. Lo dije a amigos, a familiares y a todo aquel con el que hablaba del tema. Se lo dije incluso hasta a Gerardo el chico que me atendió en el taller el otro día, y al que no conocía de nada, cuando llevé el coche a arreglar por una avería. Los dos estábamos igual de indignados con un Presiqué? que se permitía la osadía, no, mejor, la caradura, de irse de vacaciones en plena debacle económica, política, social y sanitaria. Y los dos, mientras hablábamos de bobinas y bujías, nos congratulábamos de opinar los mismo y de no entender cómo los verdaderos responsables, y no dos autónomos, uno del sector del automóvil y otro del libro, que seguían pagando su cuota religiosamente, sin recibir ningún tipo de ayuda, no estaban en ese mismo momento sentados a una mesa intentando solucionar lo que parece irresoluble. Por su ineficacia. Por sus continuas mentiras. Por intentar tapar el sol con un dedo.

Publicado el

Hay jóvenes y jóvenes

Escena:

Entrada de un gran centro comercial. Entran seis adultos. El personal de seguridad estaba distraído. Los seis adultos pasan olímpicamente de ponerse el gel hidroalcohólico. Una joven de unos diecisiete años, se queda parada y, asombrada, lo comenta en alto:

– Eh…qué pasa aquí…y luego dicen que somos los jóvenes…¡Oigan! Por favor, tienen que ponerse el gel para entrar…

– Jajaja…y tú quien eres. Cállate anda…

La joven, se queda callada.

Es cierto que son los jóvenes, unos jóvenes, los que se dedican a saltarse las normas, a hacer botellón, a contagiar como si fuera un juego de la play. Pero no son todos. Y si de responsables hay que hablar, habría que pensar en los adultos que han educado a esos jóvenes. Una educación carente de valores, de respeto, de disciplina.

Sí, son muchos jóvenes pero por suerte, no son todos. También son esos adultos que no han sabido educar y que, posiblemente, también incumplan las normas porque mientras no les toque de cerca, eso, o lo que sea, no va con ellos.

Publicado el

Capitanes a priori

Aunque a veces dé mi opinión sobre temas de actualidad, no soy una experta en política, tampoco soy científica, ni médico, ni analista económico, ni todas esa cosas que de manera tan ridícula, se les asigna (junto al “capitán a posteriori”) a los que dando su opinión desde que nos invadió el virus y apartándose un poco, o un mucho, de lo que se considera la opinión correcta, la válida, desde un sector que se cree en posesión de la verdad, con patente de corso para opinar sin considerarse ellos mismos capitanes a posteriori. Como decía, doy mi opinión sin ser experta en nada, solo una ciudadana libre que sí se cree con el derecho y la libertad de poder darla. 

¿Capitán a posteriori? Sí. Y con mayúsculas. ¿Por qué? Porque recuerdo, cuando llegamos a la fase cuatro, o a la cinco, ya no sé ni cuántas había, alguien soltó por ahí “a ver qué dicen ahora los capitanes a posteriori que va a pasar”. Estuve a punto de contestar, e incluso de escribir, para dejar constancia de la fecha de mi opinión, pero no lo hice. Y no lo hice porque “me importa un rábano” lo que puedan decirme los que me tachan de fascista por decir en marzo que debíamos llevar mascarilla, porque me importa bien poco que me vuelvan a llamar no sé qué a posteriori. Pero ese mismo día, ante lo que veía que estaba ocurriendo en Canarias: “Vamos a ser el laboratorio”, “¡No! ¡No somos conejillos de indias!”, “Entonces, vamos a ser los primeros en abrir porque aquí estamos libres del virus”, y todos aplaudiendo porque ya no eran laboratorio porque suena mejor ser los primeros, pensé que las prisas, la falta de estrategia y previsión, no iban a llevarnos a un buen resultado.

Fuera lo que fuera, me parecía muy bien y muy necesario, por la salvación económica de nuestras islas. Y teníamos todo a nuestro favor para ser el principal destino turístico de toda Europa. Casi el único. Pero desde el principio, todo, todo, se hacía mal. Todo se hizo mal. ¿A posteriori? Sí. A los hechos me remito. Hace ya semanas que se veía venir. Hace semanas que la imagen que dábamos era de descontrol absoluto. Se nos llenaba la boca diciendo que aquí no ocurría lo que en la Península pero ¿qué se hizo para hacer esa distinción real y visible para Europa? Desde el Gobierno de Canarias se hablaba de PCRs, en origen o en destino, de corredores seguros, pero nada de eso se llevó a cabo. Anuncios de playas paradisíacas y palabras, muy bonitas, pero no imágenes de control. Ni control, de hecho. ¿Ahora? Tarde. ¿Dónde estaban los planes y las medidas que se anunciaron para evitar, precisamente, lo que nos está ocurriendo? ¿Dónde está  el plan turístico específico para Canarias? Ya es tarde. Sí. Muy tarde. Solo tienen que leer la prensa británica y enterarse de lo que está ocurriendo allí. Un verdadero caos. Cancelaciones sin vuelta atrás. Cientos. Miles. 

Ojalá podamos algún día llamar a nuestros políticos capitanes a priori y no tener que llamar a nadie no sé qué a posteriori. Ojalá no fuera tan tarde.