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El Joker: cuando los chistes te hacen llorar

“No imagino que mi muerte me traiga más dolor que mi vida”. Esta frase aparece casi al comienzo de la película, manuscrita en la libreta que siempre acompañaba a Arthur. El equipo de producción hizo un buen trabajo teniendo para varias de las escenas en las que aparecía esta libreta, versiones de la misma en no imagino cuántos idiomas, pero muchos. Para mí esto no debería ser necesario, al contrario, quizá hasta me moleste un poco. Me hubiera conformado con la versión original con subtítulos de lo escrito, sobre todo, porque en esa versión original me hubiera creído que aquella era la letra de Arthur. La letra de El Joker.
Esa frase no me abandonó durante las dos horas de película. Dos horas en las que casi contuve la respiración todo el tiempo. Reseñar películas no es fácil. Hacer una buena crítica, tampoco. Otra cosa es dar tu opinión (sin spoilers), que es lo que yo hago. Eso puede ser mas fácil, sobre todo porque soy muy selectiva con las películas que voy a ver al cine y no me suelo decepcionar. Esta, no me ha decepcionado. Quizá lo correcto sea decir que Joaquín Phoenix no me ha decepcionado, porque como he leído en otras críticas como un aspecto negativo, la película reposa sobre sus hombros y yo me pregunto qué problema existiría si fuese así. Es cierto que para el cine, para el buen cine, tiene que haber cierto equilibrio entre todos los aspectos y que aquí la fuerza en la interpretación de Joaquín Phoenix, puede que incline más la balanza a su favor pero, ¿no podríamos decir lo mismo de Un tranvía llamado deseo? Sin duda, la película no hubiese sido lo mismo sin Marlon Brando y El Joker tampoco sin Joaquín Phoenix, un Óscar indiscutible.
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Inquirere. Lo políticamente correcto.

Hace algunas semanas, puede que más, me levanté con la incómoda sensación de estar navegando contra corriente. La sensación en sí no era lo que me producía malestar, porque nunca me ha importado ni decir lo que pienso aunque no guste, ni pensar diferente a la mayoría. Lo que me producía esa incomodidad era el preguntarme, y así lo hice, si merecía la pena verter esa forma de pensar, mi forma de pensar, en redes y en mi blog. Si de alguna forma yo me estaba creyendo en posesión de una verdad que esgrimía a modo de lecciones y si tenía realmente algo que decir. Y, sobre todo, si a alguien le importaba. Recuerdo que al plantearlo, cómo no, en mi muro de facebook, María Suárez dijo algo así como “quizás a mí me guste”. También María José Vidal. Y me hicieron dudar. Pero, a pesar de ello, decidí callar. No por miedo, no por las represalias que de alguna forma, sutilmente, ya he empezado a sentir, sino porque estaba realmente cansada de mi hartazgo.
Pero, todos los días, sigo en silencio el rugido, a veces bramido, otras despropósito, otras ridiculez, a veces inteligencia, de las redes. La prensa. Las noticias. Pero, sobre todo, a algunos “compañeros” que siguen navegando contra corriente y hoy, por ejemplo, la sensación que me ha invadido es la de que les he abandonado. Yo sé que me dirían que no y hasta se reirán de mi ocurrencia. Pero de verdad, no saben cómo les admiro. Cada vez les insultan más. Continuar leyendo «Inquirere. Lo políticamente correcto.»