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Historias de Tokio: La portera, el desenlace

La tercera noche que entró otra por la ventana al mismo tiempo que el viejito de abajo salía a fumar, y al mismo tiempo que subía aquel extraño olor…empecé a mosquearme: : a+b+c=d… «D» igual a: algo estaba ocurriendo fatídicamente todos los días a las diez de la noche, en la primera planta.
Y con mis pesquisas fui a la portera:
-Sumimasen…nande mainichi, yoru ni, ju ji goro, watashi no ie naka ni dame nioi ga arimasuka? (Perdone, ¿me podría decir por qué todos los días a las diez de la noche entra un olor tan desagradable en mi casa?)
La portera me miraba y decía algo así como: wakarimasen…no entiendo. Y seguía de largo. Y sí que entendía.
Pasó algún tiempo y ya nadie me hacía caso por más que yo olisqueara el aire y dijese triunfal: ¡las diez! ¡ya está aquí! ¡no falla! …
Hasta que llegó el día. Volvía a casa después de haber estado todo el día en el centro comercial (mi segundo hogar con Yui) cuando, dos o tres manzanas antes de llegar, empiezo a notar un olor horrible. Empecé a hablar con Yui (como si me entendiera, tenía solo unos meses):
-Pero qué es esto, ¿a qué huele? Parece como si estuviésemos en medio de un estercolero… Continuar leyendo «Historias de Tokio: La portera, el desenlace»

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Historias de Tokio: La portera, cuarta parte

«Lo que menos imaginaba era…»
Era…lo que ocurrió. Debo reconocer que soy una maniática de la limpieza. Bueno, o lo era en Japón. Y todo fue por un programa que estaba viendo en la tele. Al principio la veía sin entender ni una sola palabra pero lo cierto es que los programas eran muy divertidos, y poco a poco iba entendiendo más y más. Aquel día, un famoso presentador iba por la calle preguntándole a chicas japonesas guapísimas si les podía hacer una prueba: ellas se ruborizaban y se tapaban la boca (siempre lo hacen cuando se ríen) y, cómo no, aceptaban. La prueba consistía en colocar un pequeño microscopio de alta resolución en su nariz, en esa zona que se nos ensucia más, al lado de los agujeritos. ¡Dios! Ellas pegaron el mismo grito que yo. Las imágenes del microscopio eran terroríficas. Los monstruos de Alien estaban todos allí. Continuar leyendo «Historias de Tokio: La portera, cuarta parte»