– ¿Seguro que quieres hacerlo? Sabes que perderás…
«Fue la última vez que nadamos juntos y una vez en mar abierto, como siempre, sabíamos que cada brazada hacia el horizonte tendríamos que repetirla en dirección a la orilla. Pero aquel día sucedía algo muy distinto. Cada vez que Anton trataba de alejarse me encontraba justo a su lado. Hasta que al final ocurrió lo imposible. ¡Vincent! ¡Vincent! – Fue el único momento de nuestra vida en el que mi hermano no fue tan fuerte como él creía. Ni yo tan débil. El momento que hizo que todo lo demás fuera posible»
– Vincent ¿cómo lo consigues? (…)
– ¿Quieres saber cómo lo conseguí? Así es como lo conseguí: jamás me reservé nada para la vuelta.
(Gattaca, Andrew Niccol,1997)
Una de las escenas del cine más hermosas para mí y que, cada vez que la vuelvo a ver, me sigue emocionando igual que la primera vez. No. Más. Y sigo soñando con Gattaca. Desde que vi el cartel anunciando la película en un cine de Oviedo, ciudad en la que seguí creciendo después de alejarme de Las Canteras. No fui al cine. A pesar de que pasaba por allí casi todos los días y sentirme profundamente atraída por el título. Pero creía que era una película-documental sobre el planeta Tierra. Y no fui. Fue después, viviendo en Tokio, cuando apareció en mis manos: un título en la carátula de un dvd. Una película alquilada en un videoclub. Una película de ciencia ficción que nos habla de sueños. De que no hay nada imposible. De que cada átomo de nuestro cuerpo formó parte alguna vez de una estrella. Con una sencillez y una elegancia, que no necesita de efectos especiales, de naves interestelares, ni rayos gamma. Una película que no envejece. Que cada vez que la veo, descubro nuevos detalles, nuevos significados. Que veintiún años después sigue siendo igual de emocionante y hermosa.
Y sí, viajar a las estrellas es posible.
G: Guanina
A: Adenina
T. Timina
T: Timina
A: Adenina
C: Citosina
A: Adenina
GATTACA: secuencia de ADN
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"Jamás reservé nada para la vuelta" (Gattaca)
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