Transgénicos, ¡no, gracias!
La Comisión debe proteger tanto a la ciudadanía como al medio ambiente y aplicar rigurosamente la ley europea. Igualmente debe rechazar cualquier intento de sortear la normativa y la oposición pública a los transgénicos.
Tras dos décadas de explotación comercial la ciudadanía europea sigue sin tragar los alimentos transgénicos. Sin embargo es posible que los productores hayan encontrado una forma de eludir la oposición pública y la normativa sobre transgénicos. Puede que en breve nuevas variedades de plantas y animales modificados genéticamente acaben en nuestros platos sin haber sido testados o etiquetados y sin que nadie lo sepa.
Las multinacionales agroquímicas creen que las leyes de la UE sobre transgénicos son demasiado gravosas; por ello algunas de las empresas e investigadores que han contratado buscan cómo burlar la ley para tener acceso al mercado de la UE.