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Obras en Riquiánez: qué horror!

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La montaña y laderas del Lomo de Riquiánez (Arucas), constituyen unas excelentes atalayas de observación desde las que se divisan amplias zonas de la comarca norte y que, según algunos historiadores, fueron un punto de observación y defensa para la población aborigen.
En esta zona aún queda constancia de algunos de los usos tradicionales propios de la actividad agrícola, ganadera y artesana, por lo que constituye un conjunto de bienes etnográficos de primer orden: estanques de barro, eras y hornos de teja entre otros, que están casi todos en peligro debido a la presión urbanística.
Pervivencia de estructuras del siglo XVIII.
Entre estos elementos destacan ocho estanques de barro en Visvique y Santidad, y otros tres más, aún con agua en Hoya Aríñez, construidos con arcillas-sedimentos de naturaleza fonolítica, barro conocido en Arucas como masapés.
De alto valor etnográfico, son los siete hornos de teja y ladrillo esparcidos por el lomo de Riquiánez, destacando sobre todo el situado en la parte más elevada a 460 metros de altitud, conocido como El Horno de Riquiánez, es el de mayor tamaño y mejor conservado, activo desde finales del siglo XVIII. Se trata de una estructura cilíndrica de 6 metros de altura por 5,5 de diámetro con una capacidad de 10 a 12 mil tejas por hornada a cielo abierto.

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