Me ha llegado un artículo de Francisco Heras Hernández, de la Oficina Española de Cambio Climático, titulado «CAMBIO CLIMÁTICO: TAN LEJOS, TAN CERCA».
Nos cuenta que el cambio climático es el paradigma del problema global. Un fenómeno que se expresa en todo el planeta a través del ascenso de las temperaturas medias, la subida del nivel del mar, el deshielo en el Ártico o el aumento en la frecuencia e intensidad de los ciclones tropicales. Muchos de estos escenarios se localizan a miles de kilómetros de distancia de nuestro país y, consecuentemente, quedan lejos de nuestras preocupaciones cotidianas. Sin embargo, un problema global no es el que ocurre sólo en escenarios lejanos sino el que se expresa en todas partes…, incluyendo nuestra propia casa.
El Cambio Climático en España
Cuando se hace referencia al cambio climático es frecuente hablar en tiempo futuro: «el cambio climático va a provocar…». Sin embargo, el cambio climático es una realidad tangible que se puede conjugar en tiempo presente. Desde los años 60 del siglo pasado, en la España peninsular las temperaturas medias han sufrido un incremento de unos 0,3°C por década, una cifra en torno a un 50% superior a la media europea. Este calentamiento ha sido especialmente intenso en los veranos.
Para el caso de las precipitaciones, los datos observados muestran tendencias menos claras: en el periodo 1961-2011 se han registrado descensos muy moderados en los volúmenes globales de precipitaciones. Quizá lo más destacable es el cambio en la forma en que la precipitación se reparte a lo largo del año: la estación húmeda tiende a acortarse y ha aumentado el porcentaje de la lluvia anual que cae en el otoño (Vicente-Serrano y otros, 2017).
La cantidad de agua que circula por los ríos también ha disminuido. Un estudio reciente sobre 74 cuencas que poseen un régimen seminatural constató reducciones medias de 1,45% al año. En la mayoría de los ríos las reducciones de caudal se han concentrado en la primavera y el verano (Martínez-Fernández y otros, 2013).
En resumen, el territorio español está inmerso en el proceso de cambio, con señales nítidas en relación con el incremento de las temperaturas. Aunque las tendencias son menos claras en las precipitaciones, también se constata que hay menos agua en los ríos como resultado del aumento de la evaporación y la evapotranspiración asociado al calentamiento.
La gestión pública ante la incertidumbre climática
Las dificultades crecientes para predecir el clima futuro sitúan a la gestión pública ante nuevas necesidades y retos, entre los que se encuentran:
– Mejorar los sistemas de seguimiento: ante un futuro incierto, es necesario reforzar los sistemas de seguimiento, que permiten detectar «señales de alerta» a las que será necesario dar respuesta.
– Reforzar los sistemas de gobernanza: el cambio climático, como fenómeno multidimensional, nos obliga a reforzar la coordinación entre departamentos para dar respuestas eficaces, adaptadas a los nuevos escenarios.
– Revisar los criterios utilizados para la selección de medidas: en un entorno incierto, adquieren un nuevo valor las medidas que aportan más sinergias positivas (conocidas como medidas «sin arrepentimiento» o «no regret» en la terminología anglosajona) y las más robustas (aquellas que resultan adecuadas para un conjunto amplio de escenarios).
Me ha gustado mucho el apartado de «Buenas practicas frente a la incertidumbre climática en la gestión pública» y hace referencia a la infraestructura verde urbana: «sin arrepentimiento».
Nos empuja a la mejora del arbolado o la creación de cubiertas y muros verdes. Ejemplos de intervenciones que contribuyen a la mejora del medio ambiente urbano, atenuando el efecto «isla de calor» propio de las ciudades. Pero, independientemente de que el año sea más o menos caluroso y las olas de calor más o menos intensas, estas medidas tienen efectos añadidos de carácter positivo -valores estéticos, mejora de la calidad del aire, mejora de la capacidad retención e infiltración del agua- que las hacen muy recomendables. En este sentido, numerosos municipios españoles están trabajando en la promoción de su infraestructura verde con el doble objetivo de aumentar su resiliencia frente al cambio climático y mejorar la calidad ambiental urbana.
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