La Dieta Mediterránea, el cambio climático y el ejercicio físico.

La práctica de ejercicio físico regular reduce la mortalidad hasta en un 40%.
Sabemos, también, que estar sentados muchas horas es un factor de riesgo muy importante.
La buena noticia es que caminar de 60 a 75 minutos cada día parece eliminar el aumento de riesgo de mortalidad en aquellos que estamos sentados más de 8 horas al día.
Mover nuestra alimentación actual hacia una dieta mediterránea 100%, esto implicaría reducciones de los gases con efecto invernadero de un 72%, el uso de tierra agrícola 58%, consumo de energía 52% y consumo de agua 33%


Estas frases son del catedrático Lluís Serra Majem que pudimos escuchar el pasado 20 de septiembre, en la conferencia inaugural del Curso Académico 2016-2017 de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
El acto se desarrolló como es habitual en el Paraninfo de la ULPGC y la lección magistral llevaba por título «Alimentación y salud pública en Canarias: Somos lo que comemos», a cargo del Director de Instituto Universitario de Investigaciones Biomédicas Sanitarias (IUIBS) de la ULPGC, el Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública Lluís Serra Majem.reducida-Luis.jpg
Por gentileza del propio Dr. Serra Majem reproducimos íntegramente su discurso. Interesante todo lo que comentó, así como la galería de diapositiva que mostró y que, algunas, sorprendieron a la sala.


Texto integro:
Hoy es un día sin duda muy especial para mí; hace casi 22 años que accedí por oposición a una Cátedra en esta mi Universidad, y esta ciudad, isla y región son desde entonces mi casa. A lo largo de estos años he dado lo mejor de mí, impartiendo clases, dirigiendo proyectos, tesis, publicando centenares de artículos, dando también centenares de conferencias por todo el mundo; pero les aseguro, que ninguna conferencia me ha producido en mi vida tanta satisfacción, emoción y responsabilidad a la vez como esta. Por ello, quisiera empezar mis palabras agradeciendo muy sinceramente a nuestro estimado Rector y a todo el equipo Rectoral la deferencia que en mí y en el área de Ciencias de la Salud han tenido al depositar tan gran honor en mi persona, y aprovechar también para darte las gracias Rector por tu dedicación y servicio a lo largo de estos casi 10 años; deseándote toda clase de éxitos y venturas en esta nueva etapa que ahora empiezas. De corazón.
Me gustaría también antes de continuar agradecer a todos los miembros del Grupo de Investigación en Nutrición que me honro en coordinar, tanto en la Universidad como en el CIBER OBN, verdadero equipo interdisciplinar de primerísimo nivel científico e envidiable calidad humana. Sin todo su esfuerzo y dedicación mucho de lo que les voy a exponer hoy aquí no se hubiera producido. Hemos hecho mucho juntos, pero lo mejor está por llegar,… A todos ellos y a mi estimada familia dedico esta lección inaugural.
Gracias también a todos los miembros del recientemente creado Instituto Universitario de Investigaciones Biomédicas y Sanitarias, polo de la excelencia investigadora en torno a las Ciencias de la Salud en nuestra isla, Gran Canaria, que intenta consolidarse en esta época de penurias y desconcierto. Los asuntos que figuran como prioritarios en la hoja de ruta del Instituto son los asuntos que figuran como prioritarios para la salud pública en Canarias…. Con el tiempo y la implicación de todas y todos nuestro Instituto será seguro un referente internacional; yo solo pido que tenga la financiación y el apoyo que se merece por parte de las distintas administraciones, y que en cualquier caso estos dejen de ser inferiores a la que reciben otras estructuras similares. Este agravio es a mi modo de ver inaceptable.
Gracias por último a mis compañeras y compañeros del Departamento de Ciencias Clínicas y también a los de la Facultad de Ciencias de la Salud. Mis logros son también los vuestros.
Ya en mi época inicial como estudiante de medicina mostré mi interés y vocación por la nutrición, inspirándome a lo largo de mi formación en mis maestros, Salleras, Lloveras, Grande-Covian, Mataix o Bengoa, y apoyado por tantos y tantos siempre fieles discípulos y colaboradores. Pero mi espíritu investigador ha ido siempre unido al divulgador o de acción comunitaria, que ha permitido desarrollar esta faceta de la nutrición que converge con la salud pública, en el más amplio sentido de la palabra. La investigación al servicio no de la ciencia en si misma o de una carrera académica sino de las políticas de salud pública, a nivel local y a nivel global.
A lo largo de esta conferencia voy a intentar, de forma somera abordar algunos de los aspectos que han supuesto mi trayectoria humana y profesional y que, de algún modo, sustentan la sostenibilidad de la nutrición, la alimentación y la salud pública en la comunidad, en Canarias. Y expondré algunas de mis inquietudes y opiniones.
1. Alimentación y salud pública en el mundo y en Canarias: el problema.
En el mundo existen enormes desigualdades en expectativa de vida y distribución de la riqueza; quizás una de las desigualdades más flagrantes es la nutricional, que se traduce en carencias y desnutrición en el Tercer mundo y exceso de calorías y obesidad, y sus consecuencias, en el Primero. De hecho, la obesidad ha sufrido un incremento exponencial en las últimas décadas multiplicándose por tres el número de obesos en el mundo. Obviamente, los cambios han sido distintos de una región a la otra del planeta. Lo cierto es que detrás de la obesidad, viene la Diabetes y de esto en Canarias sabemos mucho. Uno de los primeros retos a los que me enfrente cuando llegue a estas islas fue la dirección de la Encuesta Nutricional de Canarias, el primer gran estudio epidemiológico que incluía encuestas alimentarias, factores de riesgo cardiovascular y evaluación bioquímica. Se hizo un estudio en 44 municipios seleccionados al azar en las siete islas, una fotografía de la nutrición de los canarios con todas las dificultades y vicisitudes que supuso la ejecución de este estudio. Este estudio nos dio el modelo alimentario que podría identificarse como el modelo alimentario canario, un alto consumo de leche y derivados lácteos, también alto consumo de cereales, sobre todo refinados, bollería y azúcar y un alto consumo de papas; mientras tanto el consumo de pescado y de carne era relativamente bajo. En cambio, las frutas estaban dentro de la media nacional y las verduras muy por debajo con apenas 100 g diarios de verduras, hortalizas y ensaladas. Esto traducido desde un punto de vista nutricional nos definía un modelo relativamente bajo en grasas, con un 33% del aporte en grasas, un alto consumo de azucares y de carbohidratos refinados y en general también un consumo alto de grasas saturadas y de las que denominamos grasas «trans».
Referente a los factores de riesgo cardiovascular: dos terceras partes de la población adulta era sedentaria, un tercio fumadores, hipertensos más de una tercera parte igual que hipercolesterolémicos y la obesidad afectaba a uno de cuatro adultos de más de 35 años siendo diabéticos más del 11% de esta población. Esto nos situaba en el conjunto nacional con una cifras de obesidad altas, sobretodo en mujeres destacando las cifras de un 22% sobre la media de un 17%. Si analizamos las tendencias de la obesidad a lo largo de estos últimos años, vemos como han habido aumentos sobre todo en varones de edades medias, en algunos grupos de edades aumentando más de 20 puntos de porcentaje la prevalencia, y en esta diapositiva vemos las tendencias de la obesidad en las mujeres canarias atendidas por un embarazo en el Hospital Materno Infantil de Gran Canaria. 172.000 mujeres a lo largo de 20 años; vemos las tendencias de obesidad por niveles socioeconómicos, en azul el nivel socioeconómico bajo, en rojo el nivel socioeconómico medio y en verde el nivel socioeconómico alto. Se produce un incremento constante de las cifras de obesidad que pasan del 5 al 20% en solamente 20 años, y sobretodo este incremento se produce en los niveles socioeconómicos más bajos.
Al cabo de muy pocos años dirigimos el primer gran estudio de nutrición infantil en España, el estudio ENKID, el cual nos aportó datos también interesantes en relación con la obesidad entre otros aspectos. En el ENKID las cifras de obesidad dibujaban un patrón norte-sur, si bien las diferencias fundamentales, las más destacables, eran las altas prevalencias de obesidad en chicas y adolescentes canarias con un 21% de obesidad frente al 12% de la media nacional, en tanto que en varones estas diferencias no eran tan acusadas. ¿Y a que se debía esto? Pues, fundamentalmente estaba relacionado con el modelo alimentario, el modelo alimentario ya descrito, muy rico en hidratos de carbono refinados y en azúcar, y con una baja actividad física; vean en la diapositiva como entre las niñas y adolescentes canarias, solo el 20% cumple las recomendaciones de actividad física, en tanto que en otras regiones de España, este porcentaje es del 50%. Por tanto, está claro por donde tenemos que ir.
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2. La solución: Dieta Mediterránea y ejercicio Físico

La práctica de ejercicio físico regular reduce la mortalidad hasta en un 40%. Debemos combinar ejercicios moderados con más intensos, por ejemplo Caminar cuatro horas a la semana y correr o hacer ejercicio intenso una hora reduce el riesgo de mortalidad en un 30%. Pero sabemos también que estar sentados muchas horas es un factor de riesgo muy importante pero la buena noticia es que caminar de 60 a 75 minutos cada día parece eliminar el aumento de riesgo de mortalidad en aquellos que estamos sentados más de 8 horas al día, por tanto también encontramos soluciones en el tipo y la intensidad del ejercicio físico.
La Dieta Mediterránea es el modelo alimentario más descrito por sus bondades en todo el mundo; es quizás el modelo alimentario saludable de referencia por excelencia y se basa en una preferencia de alimentos mínimamente procesados, y en la medida de lo posible, frescos, de temporada y cultivados localmente; no solamente un conjunto de alimentos sino la forma de cómo se producen. La dieta Mediterránea sustentan sus bondades en los vegetales, las frutas, las hortalizas, el aceite de oliva virgen extra, también en los frutos secos, aceitunas, queso con moderación, preferentemente de cabra y oveja, el consumo de carnes blancas, pescado y con más moderación los dulces, azucares, las carnes rojas y las carnes procesadas. Está claro en cierto modo que la Dieta Mediterránea ejerce un papel protector sobre una serie de enfermedades como las cardiovasculares, la diabetes, el síndrome metabólico, la obesidad, el cáncer o incluso, las enfermedades mentales o el Alzheimer. De alguna forma está considerada como el modelo contrapuesto al patrón de dieta occidental o dieta»fast food» que ejerce un papel perjudicial en estas mismas enfermedades. Es, si me permiten la expresión, como la lucha entre el bien y el mal, o el ying y el yang, o el colesterol bueno frente al malo. Uno tiene que decidir en que lado esta.
La evidencia científica entorno a la Dieta Mediterránea ha ido creciendo de forma exponencial. Inicialmente, eran estudios experimentales, ecológicos, luego ya construimos estudios de cohortes, más potentes pero ha sido muy recientemente que hemos conseguido aumentar la evidencia mediante estudios experimentales, estudios en los cuales modificamos la alimentación de las personas y analizamos que es lo que sucede con sus indicadores de morbi-mortalidad. Esto nos lleva al tercer punto de mi presentación que es el estudio PREDIMED.
3. Beneficios para la salud pública de la DM: el estudio PREDIMED
El estudio Predimed es un macro estudio realizado en el estado español en el que ha participado 11 grupos de investigación de 7 Comunidades Autónomas financiados por el Instituto de Salud Carlos III. Nosotros desde la ULPGC y el Servicio Canario de Salud, hemos trabajado en el Centro de Salud de Guía.
Es un estudio que incluye 7.500 participantes de más de 50 años con factores de riesgo cardiovascular, muchos de ellos diabéticos, a los cuales randomizamos, (significa distribuir de forma aleatoria), en tres grupos. En un grupo hacíamos una intervención mediante Dietistas-Nutricionistas, mejorando su modelo alimentario hacia una Dieta Mediterránea, pero además le proporcionábamos cinco litros de Aceite de Oliva Virgen Extra al mes, (1 Litro de Aceite de Oliva a la semana). El segundo grupo con Dieta Mediterránea hacíamos exactamente la misma intervención mediante Dietistas-Nutricionistas, pero en este caso, la provisión de alimentos era de frutos secos, un equivalente a unos 30g, un puñado de nueces, almendras y avellanas al día; y el tercer grupo seguía recomendaciones prescritas hasta entonces por la Sociedad Americana de Cardiología, una dieta baja en grasas, donde se pretendía reducir al máximo el consumo de grasas y aumentar el de carbohidratos.
Este trabajo que duro 5 años de seguimiento se publicó en la Revista New England Journal of Medicine, que es posiblemente la mejor revista que existe en ciencias biomédicas (para los que estén en el ramo de un factor de impacto de 60). Esta publicación dio la vuelta al mundo, de hecho apareció en portada del New York Times, Washington Post o Boston Globe, e incluso en medios asiáticos, en todo el mundo, pero en España casi ni se mención; los medios españoles apenas hicieron mención del lanzamiento de este gran estudio hasta tal punto que «El Mundo» entonara un mea culpa, disculpándose por tan lamentable horror, en la edición del día siguiente. Estos son los resultados: fíjense como después de 5 años de seguimiento como los dos grupos que estaban con dieta Mediterránea suplementados con Aceite de Oliva virgen extra o frutos secos redujeron la incidencia y mortalidad cardiovascular, infarto e ictus cerebral, un 30%. Es una reducción espectacular, y les aseguro que no hay ningún medicamento en la actualidad que consiga estas cifras de prevención tan increíbles, y esto lo hicimos sencillamente con una intervención dietética, con nuestros productos mediterráneos.
Esto ha dado lugar a otras publicaciones, por ejemplo, las arritmias se redujeron en un 38% en el grupo de Aceite de Oliva, la arteriopatía periférica, que afecta a uno de cada siete personas de más de 70 años, se redujo en un 70%, las diabetes en las personas que no eran diabéticas se redujo en un 40%, la incidencia de cáncer de mama invasivo en mujeres se redujo en un 62%, publicado en la Revista JAMA, la incidencia de depresión en diabéticos en el grupo de frutos secos se redujo un 41%, articulo liderado por la Doctora Sánchez Villegas; y la obesidad abdominal o la grasa abdominal disminuyo un 10% en el grupo de Aceite de Oliva Virgen, Y eso que la dieta mediterránea tiene debido al Aceite de oliva algo más de Kilocalorías que la dieta baja en grasa, sin ser ninguna hipocalórica; este estudio se llevó a cabo sólo en Guía. También y en relación con la depresión hemos hecho otros estudios que demuestran que frente a la dieta «fast food» nuestro modelo alimentario-mediterráneo reduce la depresión. Resulta que el Happy Meal a partir de ahora es la Dieta Mediterránea, no la fast-food. Y por tanto, ¿Qué más podemos pedir señores y señoras? Pues eso que hagamos felices a nuestros hijos y a nuestras familias con Dieta Mediterránea. No con dieta «Fast-Food».
Si a la totalidad de la población canaria de 55 a 80 años, unas 300.000 personas, les hiciéramos la intervención con Dieta Mediterránea llegaríamos a prevenir hasta 4.000 infartos o ictus, 8.500 diabetes, 3.000 arteriopatías y 3.500 arritmias en menos de 5 años. Incluso las guías alimentarias americanas en su última edición han incorporado ya la DM en sus recomendaciones y hacen mención explícita al estudio PREDIMED. En nuestro archipiélago hay aun todavía gente que pretende que sigamos una dieta Atlántica, que yo no sé exactamente a que se refiere, pero si los americanos están mirando al Mediterráneo y están adoptando nuestro modelo, es lógico que nosotros también lo hagamos. Quiero aquí mencionar el apoyo incondicional que siempre ha prestado a la DM en nuestro archipiélago el Dr. Pedro Betancor.
Nosotros en el Estudio PREDIMED, lo que vimos es que uno de los genes más importantes, un polimorfismo del gen TCF7L2 que incrementa el riesgo de diabetes y el riesgo de ictus, en el grupo que siguió la Dieta Mediterránea el efecto del gen se anulaba o no se expresaba, sólo se ejercía el efecto perjudicial del gen en la dieta baja en grasa. Ahí va el mensaje por tanto, de que el genotipo puede ser importante, pero el fenotipo (estilo de vida-ambiente) lo es mucho más; por lo tanto, no es que debamos dejar de buscar el «gen guanche» que incrementa el riesgo de diabetes y obesidad, pero está claro que las causas están, más que en los genes, en el estilo de vida.
4. Implicaciones socioculturales de la alimentación: un patrimonio de todos
Es evidente que existen una serie de implicaciones culturales, pues la alimentación no es sólo salud, es mucho más que una pauta nutricional. La alimentación es cultura, es patrimonio y de alguna forma son los paisajes, los cultivos, los mercados, las elaboraciones, los sabores, los colores, las fiestas, las celebraciones… todo ello y más, declinado en la cocina, las recetas, en el plato y sobre todo alrededor de una mesa y proyectado en el paisaje; todo ello es también la alimentación. Alimentación no es sólo Salud Pública. De algún modo, la Dieta Mediterránea se entiende como un conjunto de alimentos y un modelo cultural que implica la manera en que éstos se seleccionan, producen, procesan, distribuyen y consumen. De hecho, en este patrón alimentario tan característico también en nuestras islas, se identifican perfectamente las recetas con el paisaje.
La Dieta Mediterránea fue reconocida Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en el año 2010, y yo tuve la ocasión de trabajar muy estrechamente en esta iniciativa.
Lo cierto es que, la cultura también es el patrimonio agrícola y hemos estado perdiendo las últimos décadas una gran biodiversidad, de hasta el 80% o más, sobretodo en especies vegetales: hortalizas y frutas, fundamentalmente porque el mercado se ha dirigido sobre todo a facilitarnos productos que fueran vistosos, que se conservaran muy bien en toda la cadena alimentaria y que tuvieran una muy buena conservación, incluso de muchos meses, en las cámaras frigoríficas. Llegado a este punto, uno a veces se pregunta: Señores ¿A qué saben muchos de nuestros tomates? ¿Alguien se acuerda a qué saben los albaricoques? ¿Alguien se acuerda? Creo que es evidente que la cultura alimentaria debe pasar indefectiblemente por la cultura gastronómica y por la cultura del sabor. Si queremos que nuestros pequeños consuman frutas y verduras, estas deben ser sabrosas y apetitosas, y, de alguna forma, la agricultura debe estar al servicio del sabor, no del aspecto.
5. Implicaciones económicas: comer en tiempos de crisis
Es evidente que también, la alimentación tiene fuertes implicaciones económicas y en tiempos de crisis lo estamos notando. Si analizamos según el nivel de ingresos de los países, los países más pobres dedican la mayoría de sus ingresos, hasta un 70%, a alimentarse y los más ricos apenas un 15%, pero realmente cuando comparamos estos modelos alimentarios y nos vamos a Ecuador y analizamos el modelo alimentario de Ecuador, observamos que evidentemente es deficitario y falto de grupos de alimentos importantes (con sólo 31,55 $/semana), pero de entrada hay muchos alimentos de origen vegetal, alimentos naturales no procesados; cuando nos vamos al otro extremo, que serían los Estados Unidos (346 $/semana), se gasta mucho más en alimentación, prácticamente no vemos alimentos naturales, todos son alimentos procesados o muchos alimentos que se compran por teléfono en lugar de utilizar la cocina que queda reducida a una mínima expresión. Es evidente que buscando entre los países intermedios en el planeta, encontramos países como Egipto con un modelo alimentario muy adecuado, muy equilibrado y con un coste económico relativamente bajo (68,53 $/semana); por tanto, aumentar el presupuesto familiar en alimentos no siempre sirve para mejorar.
A veces también es un tema de modelos alimentarios que hemos utilizado; yo siempre menciono el modelo fast-food made in Spain «Plato combinado», que el turismo de masas nos ha vehiculizado, erosionando en cierto modo nuestra cultura mediterránea tradicional. Es muy difícil comer tradicional en nuestros grandes territorios turísticos; de alguna forma estamos perdiendo una ocasión muy importante, única, de difundir nuestra Dieta Canaria como modelo cultural y como modelo alimentario excelente para Salud Pública a los turistas que nos visitan. Sin duda, esto se puede utilizar incluso como motor para la reactivación del sector primario, la alimentación de proximidad respetando las tradiciones y las estaciones que suelen venir juntas. Pues esto es un reto y una oportunidad también para el sector económico, para el turismo y para el medio rural.
La crisis económica se ha relacionado con cambios en la cantidad y calidad de los alimentos, la pérdida de poder adquisitivo de muchas familias junto con la subida del precio de muchos alimentos. Nosotros hemos analizado esto detalladamente, a través de distintas investigaciones con el Dr. Schroder, y hemos visto que el coste adicional de seguir la Dieta Mediterránea cuesta unos 0,35€ al día/niño/familia; de hecho para una familia de 3 miembros supondría unos 380,00€/año, que es dinero, pero tampoco es una fortuna. Los alimentos procesados: panes, bollería, snacks son muy baratos, y en mega raciones también (por ejemplo: cuando vamos al cine que cuesta mucho más una mega ración de roscas o de refresco que una ración pequeña) y es evidente que esto incentiva su consumo. Y la menor adherencia a este patrón de la dieta saludable por parte de las familias con menos ingresos se ha relacionado con un aumento en la prevalencia de sobrepeso y obesidad, también en Canarias.
Alimentación y Actividad Física son los pilares básicos para la sostenibilidad del sistema sanitario, se lo aseguro. Canarias no puede permitirse ni más obesos ni más diabéticos por falta de posibilidades; no nos deberíamos permitir ni un obeso infantil más por ignorancia.
6. Implicaciones medioambientales: incidencia de los sistemas alimentarios en el cambio climático
Lo cierto es que la producción alimentaria es un elemento decisivo en la presión medioambiental, en particular en relación con el cambio climático y la emisión de gases tóxicos. Se considera que el sistema mundial es responsable de casi un 30% de la emisión de gases con efecto invernadero y los alimentos con peor impacto medioambiental son la carne y los lácteos, sobretodo el vacuno, y aquellos alimentos procedentes de lugares lejanos, los que se transportan.
Si en España estamos en algún punto intermedio entre la Dieta Mediterránea Tradicional y la Dieta Fast-Food, si hiciéramos el esfuerzo de calcular el impacto medioambiental que supondría mover nuestra alimentación actual hacia una dieta mediterránea 100%, esto implicaría reducciones de los gases con efecto invernadero de un 72%, el uso de tierra agrícola 58%, consumo de energía 52% y consumo de agua 33%; por el contrario, si nos dejamos abandonar y vamos migrando hacia una dieta Fast-Food, todos estos indicadores empeorarán entre el 12% y el 72%.
Fíjense el impacto que tiene la producción de alimentos o el consumo de alimentos en Suecia, según si los alimentos se han producido en el propio país o se han importado de otros países lejanos. Obviamente, importar en avión frutas tropicales tiene un coste medioambiental elevadísimo. Tenemos que ser conscientes también de este grave problema en el cuales estamos inmersos: el cambio climático.
Y llegados a este punto, me gustaría entrar en algunos ejemplos para ilustrar esta relación entre salud, cultura, economía y medioambiente de la alimentación. Es evidente que, cuando pensamos en pescado, en Canarias pensamos en sardinas, longorones, viejas, samas, chernes, etc., nuestro pescado capturado por nuestra flota, de acuerdo con sistemas respetuosos con el ecosistema marino y con la propia sostenibilidad de las especies o producidos mediante la acuicultura, disciplina en la que esta universidad es pionera y líder internacional. Entonces, uno se pregunta ¿Por qué en nuestros comedores escolares y en los congeladores de nuestros supermercados se ofrecen pescados como el pez llamado «Panga»? Sí, sí, Pangasius hypophthalmus, un pez procedente de piscifactorías del río Mekong en Vietnam, uno de los ríos más contaminados del planeta, según la OMS, y que llega a nuestro país fileteado y congelado directamente a nuestros comedores escolares para el menú de nuestros niños y a nuestros supermercados y restaurantes.
Qué sentido tiene comerse un pescado como ese, de dudosa calidad nutricional, porque al ser de río y por la alimentación que recibe, no tiene ácidos grasos omega 3, no tiene yodo y contiene niveles significativos de arsénico y de antibióticos. ¿Cómo es posible que España consuma 50.000 toneladas de panga, más panga que dorada de acuicultura señores?, y siguiendo con el pescado, cómo es posible que en uno de los hoteles de una de nuestras islas que no nombraré, sólo diré que no era Gran Canaria, sentado frente al mar me sirvieran Perca del Nilo empanada, procedente del Lago Victoria en Tanzania y Uganda ¿No han oído hablar de este lago? Podría hablar de la tilapia y de tantas otras especies. ¿Cómo es posible que tengamos que limitar el consumo de determinadas especies como los túnidos por la elevada presencia de metilmercurio, y no seamos capaz de crear políticas medioambientales de consumo y reciclados coherentes? ¿A qué estamos esperando?
Es evidente que la producción de alimentos puede hacerse respetando nuestra biodiversidad y nuestro patrimonio o puede hacerse de forma intensiva y con una huella ambiental importante. La historia reciente y errática de nuestras administraciones nos pasa factura y hoy todavía tenemos en el cuerpo de las canarias y los canarios niveles excesivos de plaguicidas y herbicidas. Hablemos de ello abiertamente.
El consumo de quesos y lácteos en Canarias es alto, pero no tiene ningún sentido importar quesos de muy baja calidad, utilizando incentivos preciosos como son el REA (Régimen Especial de Abastecimiento, parece en proceso de corrección), cuando tenemos los mejores quesos del mundo. Canarias tiene los mejores quesos del mundo. No tiene ningún sentido importar papas de Israel o del Reino Unido cuando tenemos también, la mejor papa del mundo, y además, les quiero anunciar que recientemente en la Revista Americana de Nutrición Clínica, se ha publicado una revisión muy seria que exime a la papa del incremento de la obesidad o la diabetes, excepto las papas fritas típicas del Fast-Food. Tampoco tiene sentido importar nueces de California o de Chile cuando nuestras nueces de medianías se pudren en el suelo. Es fundamental potenciar la producción de aquellos alimentos como son las legumbres, el aceite de oliva, los frutos secos, fomentando especies y denominaciones de origen y enriqueciendo nuestra variada gastronomía; me encantaría seguir hablando de todo ello pero por desgracia estoy fuera de tiempo.
Esta es la nueva versión de la Dieta Mediterránea que hemos desarrollado a nivel internacional en la que, aparte de analizar el impacto en la Salud Pública de los alimentos y de su proporción más adecuada en nuestra alimentación, se incluye la parte de la huella ecológica para que la población vaya tomando conciencia de lo importante que es escoger alimentos de cercanía. Comer alimentos sanos y de cercanía es también cuidar el planeta.

7. Conclusiones y recomendaciones

Y para terminar, me gustaría resaltar el papel de la universidad y en particular de nuestra universidad como promotor de la salud: nuestra universidad puede y debe hacer más todavía para potenciar la salud de las personas que en ella trabajamos y estudiamos.
También la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria se ha comprometido siempre de una forma rigurosa con la nueva Agenda para el Desarrollo Sostenible, en la cual a mí me gustaría destacar los objetivos 11 y 12 que hacen referencia a «ciudades y comunidades sostenibles» y «producción y consumo responsables».
Recientemente, hemos presentado hace unos meses el Proyecto «La Isla en tu plato», un proyecto que intenta mejorar la sostenibilidad alimentaria en Gran Canaria y que el Presidente del Cabildo conoce muy bien, pues es una de las prioridades para su equipo de gobierno.
Existen muy pocos lugares del mundo como Gran Canaria, o Canarias en general, donde se produzcan de forma tradicional y a veces artesana todos los ingredientes de la Dieta Mediterránea, absolutamente todos sin excepción, por citar sólo algunos ejemplos (seguro que me olvidaré algunos): el aceite de oliva de las Temisas o de San Bartolomé de Tirajana, el vino del Monte Lentiscal, los quesos de Guía o de Las Cumbres, el gofio de Agüimes, el pan de trigo, millo, matalahúva o papa de San Mateo o de Artenara, la miel de Valsequillo, los dulces de Moya o la historia del azúcar que esconde nuestros Ingenios y su nefasto impacto en la deforestación de la isla para servir a los intereses de la corona, también tiene que ser un ejemplo; los plátanos de Bañaderos, las mangas de Mogán, las naranjas de Telde, los tomates de La Aldea, el chorizo de Teror, el agua de Firgas, las papas, castañas, nueces y almendras de Medianías, los dulces de almendras de Tejeda, los mojos de cualquier rincón de la isla, en cada casa un mojo, el pescado y marisco de nuestros puertos y de nuestras piscifactorías o el café del Valle de Agaete; absolutamente todos los alimentos de la Dieta Mediterránea se producen en el sistema tradicional canario. Esta es la base y el fundamento de la Dieta Mediterránea que encuentra en nuestra isla todo su esplendor y sabor, todo.
Por desgracia nuestra soberanía y autoabastecimiento alimentario son bajos, entorno al 12%, pero podemos mejorar estas cifras, al igual que podemos revertir nuestras cifras sanitarias y convertirnos en un referente para la comunidad mundial. Nos visitan trece millones de turistas y debemos utilizarlo.
Recientemente, hemos organizados una reunión de expertos en Gran Canaria, en la cual se ha elaborado una serie de ponencias que se publicarán en breve, para analizar los mecanismos para mejorar la sostenibilidad alimentaria a nivel global utilizando la comunidad, y se ha desarrollado un decálogo que está siendo traducido a distintas lenguas y que se va a difundir en los próximos meses.
Y termino. Señoras y señores hay que mirar muy alto. Nuestra salud pública depende de cómo seamos capaces de llevar a cabo esta transformación de nuestro estilo de vida, incrementando nuestra actividad física y mejorando nuestro modelo alimentario, un modelo alimentario basado en la mejor evidencia científica y no en modas o intereses comerciales, que tenga en cuenta nuestra cultura y nuestro patrimonio, que ayude a reactivar nuestra economía y que trate a este planeta, el único que tenemos, con cariño. Muchas gracias.
Dr. Lluís Serra Majem
Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública y Director del
Instituto Universitario de Investigaciones Biomédicas y Sanitarias de la
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

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