Las islas Canarias por Barker-Webb y Sabino Berthelot

UNA HISTORIA NATURAL DE LAS ISLAS CANARIAS PARA SER LEÍDA, ESTUDIADA Y CONSULTADA
El pasado martes 13 de mayo fue presentada la obra HISTORIA NATURAL DE LAS ISLAS CANARIAS, de P. Barker-Webb y Sabino Berthelot, Miembros de varias de Academias y Sociedades Científicas, primera parte del tomo tercero de los tres editados que contiene la Geografía Botánica, obra que en 1840 fue publicada en París, bajo los auspicios del Señor Guizot, Ministro de Instrucción Pública, por Bhetúne, Editor de la Rue de Vaugirard, 36. Philip Barker Webb, botánico inglés (Surrey-Inglaterra-1793-París, 1854) y el naturalista y antropólogo francés, Sabine Berthelot (Marsella 1794-Santa Cruz de Tenerife, 1880).libro de historia natural.jpg


Edición presentada en la Fundación MAPFRE GUANARTEME, de la calle Alonso Quesada, 10, en el Aula Magna Julio Caubín Hernández en un acto que presidieron esta presentación: D. Julio Caubín Hernández, Presidente de la Honor de la Fundación Mapfre Guanarteme. D. José Barbosa Hernández, Presidente de la entidad, y D. Alfredo Herrera Piqué, ensayista e investigador, Director científico de la edición.
El Sr. Barbosa Hernández, da la bienvenida al público asistente y a las personalidades que, como Herrera Piqué, impartirá la conferencia sobre lo tratado en esta edición de la que es director científico: «Este volumen de Geografía Botánica que forma parte de la Historia Natural de las Islas Canarias, publicada en Francia entre los años 1835 y 1850. Esto supone una de las aportaciones bibliográficas más importantes sobre el Archipiélago y es una obra grandiosa que comprende nueve volúmenes, y un extraordinario Atlas Cartográfico de Historia Natural.
Se trata de un extenso estudio botánico del inglés Barker-Webb y del naturalista francés, Sabine Berthelot, científico autodidacta que residió en Tenerife desde 1820. Con sus observaciones sobre la naturaleza y sus investigaciones etnográficas se convirtió en un reconocido sabio sobre el tema. El conjunto de la obra ofrece un completo panorama científico de la Etnografía, Antropología Prehistórica, Geografía, Fitogeografía, Taxonomía Botánica y Zoología de nuestras islas.
En su tiempo constituyó una aportación científica más importante y trascendental de Canarias. La Fundación Canaria Mapfre Guanarteme viene editando la monumental historia de las Islas Canarias, en una espléndida edición facsímil y con una traducción al español de gran fidelidad a la edición original. Hasta la fecha se han publicado el Atlas, el tomo de Phytographia Canariensis, las Misceláneas Canarias, y ahora, Geografía Botánica, ésta apareció por primera vez en París en 1840.
Y es una importante contribución al conocimiento de la distribución de la vegetación en las Islas Canarias, particularmente de las comunidades de plantas dispuestas en pisos de vegetación que ascienden sobre las vertientes montañosas insulares. Por las distintas capas de altura tenemos el Cardonal, el Tabaibal que comprende el primer piso o línea de costa, después la Laurisilva, después el conjunto de fayas y brezales, más arriba el pinar y por último las retamas y especies de las cumbres.
Esta geografía Botánica ha sido traducida del francés por Dulce González Doreste y Antonio Álvarez de la Rosa, ambos catedráticos del Departamento de Filología Francesa de la Universidad de La Laguna. La dirección científica del conjunto de la edición corre a cargo del investigador D. Alfredo Herrera Piqué. Tenemos que agradecer desde la Fundación, especialmente, al Gabinete Literario de Las Palmas y al Jardín Botánico Viera y Clavijo, por su colaboración, sin la cual no se hubiese podido editar esta joya.
El gran trabajo del ensayista e investigador D. Alfredo Herrera Piqué, ha desarrollado una extensa y continuada actividad intelectual, unida a su dilatada acción de compromiso público en la lucha por las libertades y el establecimiento del sistema democrático. Muchas gracias».
Interviene D. Julio Caubín Hernández: «Gracias Sr. Presidente, D. Alfredo y amigos todos. Hace unos meses en un acto de la Fundación, traté de hablarles cuando hace 26 años me encontraba solo ante la marcha de la Fundación y en la página 26 en los antecedentes de la Fundación digo: creo conveniente aclarar que el autor es consciente de no ser el protagonista de la historia que se va a comentar, aunque pudiera parecer lo contrario, porque han sido muchas las personas que hombro con hombro tuvieron un protagonismo que nadie en particular se puede atribuir, como es obvio, sin embargo, escribiré o instaré a partir de ahora, casi siempre en primera persona, está reconocido, yo no me atribuyo nada. Entonces, la reflexión vino sobre aquellas personas que no formaron parte del patronato, pero han sido fundamentales en la Fundación y medité, qué voy a hablar yo sino de ellos. Empezaré por D. Ignacio Hernando de Larramendi, corefundador de Mapfre, que me invitó a participar en la Fundación Tavera de la que yo fui Secretario, y esta vez en esta Fundación se enriqueció gracias al desarrollo de actividades conjuntas que hicieron el conocimiento respectivo de las islas.
Cuál es el principio del entendimiento de los pueblos sino el conocimiento entre ellos. Si no aceptamos ese principio no alcanzaremos nunca ningún fin. Esto para mí es fundamental, el tener el concepto claro de que los asesores en una Institución son fundamentales, tanto o más que los propios patronos. Los patronos son elementos que forman parte y constituyen el núcleo y sustancia de la Fundación, desde el punto de vista económico.
Desde el punto de vista estructural quizás no tanto, lo es más la Directora General y su equipo, lo es más su gente asesora y su equipo. Yo me enriquecí en ese tiempo, Pérez de Acosta, el Instituto de Estudios Atlánticos, y también con otras muchas personas. Aquí el protagonista hoy es Alfredo, fue el asesor fundamental para que esta obra fuera una realidad. Alfredo muy detallista, perfeccionista en sus obras. Detallista que en su conjunto crea la armonía de la obra, llevando perfectamente la obra según avanza en textos, fotografías, etc.
Alfredo Herrera Piqué es un creador basado en sus conocimientos, fundamentos, editando libros básicos para el estudio de la ciudad y su historia. Obras basadas en hechos reales, descubrimientos en París, digno merecedor de los mejores y más altos reconocimientos. Hoy presentamos esta obra y él les transmitirá ese sentimiento de fidelidad en la transcripción de su obra, por eso digo feliz Fundación Mapfre Guanarteme porque un hombre como Herrera está con nosotros. Muchas gracias».
Alfredo Hera Piqué interviene: «En el saludo a todos y en las palabras de personalidades que han centrado sus palabras en una obra coral, porque D. Julio hablaba de la armonía de la obra colectiva, y esta Historia Natural de las Islas Canarias en lo que fue cuando se editó en París, originariamente, y lo que es ahora con esta edición facsimilar, esta traducción española y esta fidelidad, antes se resaltaba, a la obra de Webb-Berthelot, ha sido posible también por un trabajo coral, un trabajo colectivo. Y en este trabajo colectivo nos une esta pasión, entusiasmo y vehemencia que, sin esto, no hubiese sido posible realizar.
Hay que tener un convencimiento, una vocación, un intento de trabajo perfeccionista, constante, porque sino la obra, quizás habría salido, pero hubiera sido otra cosa, y probablemente no tendría la dignidad y el sentido de la dimensión científica, entendida globalmente, que tiene esta edición, de la que ya va tomando cuerpo en un Atlas, edición canaria extraordinaria, lo primero que se publicó, presentado en octubre del 2006, luego han seguido las Misceláneas Canarias, la primera parte de la Phitographia Canariensis, y ahora la Geografía Botánica.
Como decían esta edición trata del año 1840, y la nueva que presentamos esta noche es una segunda edición que se ha hecho hasta la fecha. Creo afirmar que no hay otra edición francesa de este volumen y que además es la primera traducción española que se ha hecho con el trabajo de los amigos, Dulce González Doreste y Antonio Álvarez de la Rosa, de la Universidad de La Laguna.
Yo voy a empezar leyendo los primeros párrafos de este libro, fundamentales para comprenderlo. «De las Islas Canarias por su cercanía a los Trópicos, están situadas en una de las latitudes más favorables para el desarrollo de la vegetación. Su clima se beneficia al mismo tiempo de la energía de la zona tórrida y de la humedad de la zona templada, y el calor del sol…….» En este mismo párrafo, Berthelot que es el autor de este volumen dice: «Si se atiende a la cantidad de las especies locales, a la originalidad de sus formas, o a su extraño porte, características sorprendentes, más aún, cuando son comunes a la masa de plantas dominantes, el Archipiélago Canario tiene bien merecido el título de región botánica».
Es decir, estamos en una región botánica con características propias. Lo que dijera Toynbee, con respecto en su Teoría de la Civilización ante un campo histórico inteligible, lo podemos trasladar aquí modestamente, para entender que esta es una región botánica de vegetación también inteligible en sí misma. Estamos en un Archipiélago con islas de diferentes edades, no es un Archipiélago uniforme, es variadísimo.
Tenemos El Hierro, como un niño que está, en términos geológicos, creciendo lentamente, todavía está empezando a dar sus primeros pasos. La Palma como una doncella que está en el frescor de su vida. Tenerife la isla en su plenitud, que alcanza la mayor estatura, coronada por la cima más alta de las Canarias y también, geográficamente, del Estado Español.
Gran Canaria es una de las más entradas en años, está en su madurez, pero ha ido conservando su belleza hasta que empezó a ser roída por la especulación, el cemento, etc. Pero, claro, eso ya, o es la acción evolutiva de la naturaleza, sino la acción humana que a veces tiene las irracionalidades que todos vemos por ahí. Lanzarote y Fuerteventura ya son como dos viejecitas que han perdido su altura, tienen muchas arrugas, la piel ya no es la que tenía en su juventud, aunque en algunos momentos de reminiscencias como Lanzarote que ha tenido erupciones volcánicas en los años 1730 y siguientes, cosa que es un fenómeno que todavía no se explica, porque a esa edad ya no se tienen esos escarceos casi amorosos con la naturaleza.
Estas islas van derivando según la hipótesis del amigo Juan Carlos Carracedo, magnífico geólogo y vulcanólogo, van derivando desde la posición actual de El Hierro, aproximadamente, hacia el noreste, de forma que hay unas Canarias que ya hoy están sumergidas, al norte de las actuales. Y digo esto porque nos va a explicar porqué las diferencias de vegetación que son temas que Berthelot trata en este libro. Pero claro, hay otros antes que Berthelot. Hablar de Geobotánica tiene una referencia muy concreta que es la de Alejandro de Humboldt.
Humboldt en 1799 inició su viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, pasó por Tenerife en donde estuvo seis días, pero realmente su visita se restringió a ascender al Teide. Él era geólogo, venía acompañado de un botánico que era Aimé Bonpland, a observar todo lo que pudo en aquel día de subida y bajada, desde el Puerto de la Cruz y regreso, y luego continuó su viaje a América, Venezuela, Cuba, lo que hoy es Colombia, Bogotá y hasta el Virreinato del Perú.
En los Andes Ecuatoriales él ascendió al Chimborazo, al Pichincha, a otros volcanes algunos activos de aquel sistema montañoso. El Chimborazo era considerado como la montaña más alta del mundo. No llegó a la cima, pero, ya de regreso y sintetizando las observaciones que había hecho de la naturaleza tropical, concretamente de la vegetación, allá al pie del Chimborazo, en las orillas del río Guayas, empezó a armonizar, sintetizar, relacionar sus conocimientos de campo y se dio cuenta que había una correlación entre la altitud, el clima, las condiciones atmosféricas, la humedad, las características de los suelos, con los sucesivos estratos de vegetación.
Entonces allí empezó a elevar a categoría general lo que habían sido sus observaciones muy concretas. Hizo un esbozo del perfil del Chimborazo que tenemos en imagen, que luego ya rediseñaron en París, dibujantes, dibujos y láminas que se hicieron con planchas de la época, en este caso con planchas de cobre, y publicó la obra primera que editó y dio a conocer, tras su regreso a Europa, cinco años después.
Él regresó en 1804, después de haber visitado Perú, Méjico, los Estados Unidos, y desde los Estados Unidos regresó a Francia. Pero ya traía en su mente y también en sus apuntes, la concepción global de la Geografía Botánica, que él expone en el perfil del Chimborazo, en cuyas columnas laterales aparecen elementos de atmósferas, climas, altitud, suelos, etc.
En la parte baja del dibujo aparecen lo que serían los bosques tropicales, luego otras especies arbóreas y así va ascendiendo. En un lateral figura y se menciona el Teide, ya que él escribe la altitud de distintos volcanes, el Teide, el Popocatépetl, y otros que no había visitado. Es el más bajo que se encuentra en cursiva sobre una nube en el cielo.
Voy a leer con palabras de Humboldt sobre su experiencia en Los Andes y la formulación de la Phytographia, en Los Andes, zonas tropicales en los que él encontró una extraordinaria biodiversidad botánica: «En Los Andes se encuentran superpuestas a manera de pisos, en las pendientes pronunciadas de las cordilleras conforme a la altitud, condiciones climáticas, temperaturas, humedad y características del suelo. Los diferentes estados de vegetación se escalonan sucesivamente, de forma que ascendiendo las laderas de una cordillera ecuatorial, se hallan especies vegetales de distintas regiones climáticas, situadas a diferentes niveles, de alguna manera equiparables a las que encontraríamos sobre la superficie de la tierra, si nos desplazáramos desde la línea del Ecuador hasta las regiones polares».
Y esta es, telegráficamente, la concepción, en rasgos generales, la concepción de la geobotánica que hizo Humboldt, que la elevó al nivel de una nueva disciplina científica. Luego vendrían otros estudios de Wegener, Dalton Hooker, etc, hasta que ya en 1872 hay un libro, ya que la geobotánica no es solamente esto, es realmente la interpretación de la distribución de las plantas en el globo.
Hay que decir una cosa, no es que Humboldt cuando estuviera por allá, por el Chimborazo tuviera una iluminación y de repente se aparecieron especies, ya había antecedentes. En Linneo hay un esbozo muy elemental de esta distribución de las plantas en el planeta y sobre todo, Willdenow, que era un botánico amigo de Humboldt, del que Humboldt aprendió, apenas era un botánico consagrado cuando partió hacia América, era cuatro años mayor que él. Willdenow en una obra publicada en 1792, ya preludia esta teoría de la interpretación de la distribución de las plantas, y teniendo presente la relación que había entre algunas especies de Europa con América del Norte, aunque él no había visitado América del Norte.
Pero entonces la botánica se conocía a través de las semillas que se traían a Europa, de las plantas secas, etc, de la gran exploración de los siglos XVII y XVIII. Incluso planteaba la distribución de las plantas teniendo en cuenta la deriva de los continentes, que fue solamente ya estudiada y lanzada como hipótesis sólida en 1912, por Wegener que era un meteorólogo y luego ya confirmada a mitad de los años 20 de una forma empírica.
La fitogeografía tenía ya unos antecedentes pero es Humboldt el que la convierte con sus estudios y con este libro, Ensayos sobre la Geografía de las plantas, París 1805, es que es la Biblia, la obra mater de esta disciplina. Humboldt había estado en Tenerife, como les decía, en junio del año 1799 y cuando él ascendió al Teide, seguramente que vio estos niveles que antes D. José Barbosa recordaba, y que para todos nos son familiares, porque él hablaba de la región de los viñedos y siguió la Laurisilva, el Pinar, etc.
Pero, él acababa de salir de La Coruña, era su primera relación con un medio natural distinto del europeo, estaba encandilado; pero, sobre todo, era un geólogo que prestó una gran atención a la figuración de la isla de Tenerife y especialmente del Teide, e hizo aportaciones importantes a la vulcanología a través de su estancia en Tenerife, que le significó y le supuso pasar de lo que era el neptunismo de Werner, su profesor en la Escuela de Minas de Freiberg, al actualismo o plutonismo de Hutton, geólogo escocés que es el padre de la geología.
Es decir, de explicar la formación del globo terrestre a través de la acción de las aguas, el Neptunismo que defendía Werner, a explicarla a través de lo que hoy sabemos, la vulcanología, la erosión, las fuerzas internas del planeta que transforman la corteza terrestre y hoy llamamos actualismo, porque es lo que sigue, lo actual, lo que vivimos en la actualidad, y lo que vivieron ellos.
Entonces Humboldt, porque claro, los que habíamos leído solamente la obra de Humboldt en referencia a Canarias, pues yo, concretamente, tenía la idea de que en Canarias Humboldt escribió la Phytogeografía, no, desde mi punto de vista. Él en sus observaciones en la América tropical le permitieron llevar a cabo una tarea de síntesis que fue este trabajo que publicó en el año 1805.
Pero cuando preparaba la edición de su Magna obra, aunque tuvo otras magnas obras, pero sobre todo de la Relación Histórica del Viaje a la Región de las Zonas Equinocciales del Nuevo Continente, en el primer capítulo, el viaje había comenzado en la Península Ibérica, pero claro, el viaje científico comienza aquí realmente, en las Canarias. Entonces él no tenía una memoria muy clara de cómo estaba ordenada la vegetación en la vertiente septentrional de Tenerife, en la que él había ascendido, y recurrió a Broussonet, que era un naturalista francés que había vivido también aquí en Tenerife, desde el año 1800 y que luego regresó a Francia donde fue director del Jardín Botánico de Montpellier.
Pero en los últimos años, Broussonet murió en 1807, había perdido prácticamente la memoria y tuvo que recurrir a un ayudante de Broussonet, que era el que recolectaba plantas, de nombre Joseph, lo menciona Berthelot, para de alguna manera le recordara como era la distribución de la vegetación en la ladera norte de la isla. Entonces, él estableció estos pisos, que llamó la región de los viñedos, lo que vio en el Valle de la Orotava, la zona baja lo que hoy sería el cardonal, tabaibal.
Luego, la región de los bosques de laurel, después, el pinar, no mencionaba los brezales, y finalmente un piso subalpino que eran Las Cañadas del Teide, y en el que hablaba de la existencia de plantas leguminosas, y, erróneamente, las gramíneas, porque se dejo llevar de las informaciones de Broussonet, cosa que no eran absolutamente exactas, y algunas especies singulares en las laderas del pitón del Teide, como la violeta.
Lo que ellos clasificaron como viola cheiranthifolia, que había sido «descubierta» ya por Louis Feuillée, en 1724, y le había llamado, era una clasificación pre Linneana, como Viola tenerifera grandifolia radice fibrosa. Y, después ya, para la nomenclatura botánica, quedó la clasificación de Bondpland y de Humboldt, como viola cheirantifolia, esta espléndida y delicada planta, que todavía se encuentra a los 3.300 metros de altitud, nada menos.
Después de la presencia de Humboldt y lo que se refiere a este tema, claro, nos encontramos en 1815, la estancia, la exploración científica de un geólogo, amigo de Humboldt, Leopold von Buch, considerado como uno de los grandes geólogos de la época también, y del joven botánico escandinavo Christian Smith. Ellos recorrieron varias islas, no solamente Tenerife, sino Gran Canaria, La Palma, Lanzarote, por primera vez, porque hasta entonces todas las exploraciones científicas que se habían hecho, se habían circunscrito a la isla de Tenerife.
Recorrieron varias islas y modificaron levemente la clasificación botánica de los pisos de vegetación que había hecho Humboldt, y concretamente, corrigieron el error de la existencia de gramíneas en las zonas altas de la isla. Y después, nos encontramos que 35 años más tarde de la publicación del ensayo sobre la Geografía de las Plantas, de Humboldt, 1805, se publica este volumen de Webb y Berthelot. Está hecho, en este caso, por Berthelot, que es la obra más importante que desarrolla y expone de una forma muy completa lo que es la distribución de las plantas en las Islas Canarias.
Y ¿qué aporta Berthelot en esta obra? Él distingue conforme a la relación del clima y vegetación, tres regiones climáticas y seis comarcas botánicas: La primera zona climática tiene dos regiones, la región de las Euphorbias, es decir, la zona marítima costera, que aquí representamos en el mapa de Tenerife que compone Berthelot y que está publicado en el Atlas que se expone. Hay zonas de verde oscuro que están sobre todo en el norte de la isla, hay un verde claro que es la vegetación de costa, un verde más oscuro que está en la zona de la península de Anaga y el norte de Tenerife, que es el bosque húmedo, el bosque de laurel. El bosque de laurel, la zona que está entre los 400 metros y 800 de altitud, aproximadamente.
Luego aparece un color amarilloso que es más extenso en la zona meridional de la isla y de la parte oriental, que es el brezal y lo que llamamos los cistos o jaras. Luego ya un piso superior, estamos hablando del mapa de Berthelot, entonces en la zona costera, zona baja de la isla, distribuyó la región de las Euphorbias, que todos conocemos bien porque son plantas muy conocidas, muy visibles, endemismos muy perseguidos por todos, Euphorbias, Cardones, etc.
Luego cruzaron esta región las plantas especificas, las plantas rupestres de los barrancos, que tienen una flora singular, distinta de lo que es la región costera en general. Una región de temperatura cálida, de cielo despejado, de lluvias escasas, hasta los 500 metros de altitud aproximadamente.
Hay una zona climática intermedia, allí está la región de los laureles, la Laurisilva y las plantas del sotobosque húmedo. Luego, en segundo lugar, está la región de los brezos y las jaras, temperaturas húmedas, cielos cubiertos de nubes, entre los 500 y 1.500 metros de altitud. Y una tercera zona climática que comprende los pinares y la región de las leguminosas, aquí el retamar, la conocida retama de Las Cañadas del Teide, y algunas plantas alpinas en las vertientes altas del volcán en la que destaca la Violeta del Teide.
Pero, además, si Humboldt, por motivos claros, apenas estuvo dos días de exploración en Tenerife, solamente se refería a la vertiente septentrional de la isla, Berthelot ya descubre la diferenciación de la vegetación según la exposición. Es decir, hay una mayor presencia de Laurisilva en la vertiente norte de la isla, y en cambio, esta franja, o se estrecha mucho o no existe en el sudeste, ni en el oeste o en el sur. Mientras el pinar que está presente en la zona norte adquiere mayor preponderancia, aparte del sur de la isla y los brezos también existen. O sea, que ya está trazando diferencias en la distribución de la vegetación según la orientación de las vertientes. Una primera aportación de Berthelot.
Luego hay otro elemento fundamental, no estamos hablando de estratos distribuidos aritméticamente según la altitud de las islas, esta es la distribución vertical de la vegetación, la otra de la que hablaba Humboldt antes, sería la distribución horizontal desde el Ecuador hasta los Polos. Aquí hablamos en las islas de la distribución vertical siempre. No hay una, digamos, una separación aritmética entre Laurisilva, hay una interrelación, una transición, una graduación, digamos, hay un diálogo entre las diferentes asociaciones, comunidades de plantas.
Hay una distinción, los perfiles fitostáticos importantes, siguen en vigor, que hizo Berthelot de la isla de Tenerife. Son los perfiles del norte, del sudeste y del oeste. Entonces vemos en la perspectiva del norte, que es la primera, aparte de las plantas de la zona baja, un verde muy marcado, que parte de la península de Anaga hasta la Punta de Teno, y siempre el Teide coronando, por supuesto, una zona marcada de un verde más intenso que es la Laurisilva. Luego de otra zona más amarillosa que es el brezal, los cistos. Otra de color rosáceo que es el Pinar, y luego ya, las estribaciones del Teide y la flora, la retama y las pequeñas flores de las plantas de la cima.
Y vemos en la vertiente sudeste como el pinar adquiere mayor protagonismo, la laurisilva casi desaparece, y la flora de costa también asciende más alta de lo que está en el norte. Y lo mismo en la vertiente sudoeste, en el Atlas hay una definición muy alta, realmente son dibujos científicos de gran interés. Tenemos la isla de La Palma que ofrece una distribución botánica semejante, la flora de costa. Una corona de verde oscuro que rodea desde el sudeste de la isla bordeando la Caldera de Taburiente, Garafía, hasta la zona de casí, Puntagorda y Tijarafe, que rodea toda la estribación más alta ocupada por el brezal y, luego, por el pinar que se extiende alrededor de toda la Caldera hasta Fuencaliente.
En los perfiles fitográficos que son muy claros, la zona de costa, la vertiente oriental, como si miramos desde Tenerife a La Palma, con una gran presencia o franja importante de laurisilva, luego, el brezal y el pinar, también, con una franja muy importante, relevante en las zonas altas, y la diferenciación con la vertiente occidental en la que la Laurisilva apenas llega, dando la vuelta norte a esta zona de Puntagorda y Tijarafe, y luego el pinar en gran presencia y en la parte alta aparece ya La Caldera de Taburiente en un color blanquecino.
Esta es la aportación de Berthelot que vamos ahora a significar con variaos paisajes botánicos que aparecen en el Atlas, comenzando por estos dibujos del cardón, esta flora de tabaibas, de plantas bajas, y aquí ya la zona de costa en la Bahía de Santa Cruz, observamos ya cardones en las vertientes rocosas de Santa Cruz que se aproximan a Anaga. Y otras zonas de costa, pero un barranco, en el que, aunque hay cardonal, etc, empezamos a ver flora diferente como aquí se manifiesta con mayor claridad en este paisaje hermosísimo del Barranco de Badajoz en la comarca de Güimar.
Aquí ya no hay cardones ni tabaibas hay una flora rudicula particular de los barrancos aunque tengan la misma altitud que la flora de costa. Esta es una de las maravillas que se presentan en el Atlas, los dibujos son de Williams, pintor paisajista inglés y de historia natural y del que sabemos poco. Williams sé que estuvo aquí en 1827, porque el primer estudio científico publicado de Berthelot se publicó en una revista científica alemana en ese año y aparecen dibujos en textos dedicados al Drago, de las Islas Canarias. Aparecen dibujos de Berthelot, pero, aparecen ya un dibujo concreto del Drago de La Orotava, realizado por Williams.
Luego, ya, lo sabemos por la correspondencia, de los autores de la Historia Natural y los dibujantes, Williams ya estuvo en las Islas Canarias, no sé si de nuevo o con los años, pintando encargos que hacían Web y Berthelot. Y, en este caso, tenemos una imagen bucólica extraordinaria del Bosque de Agua García en la zona de Tacoronte. Hoy el bosque no es lo que era, como tantas cosas, como la zona del laurel, los laureles, viñátigos, etc, y también en la base helechos y soto flora del bosque húmedo, y ahí están los dos naturalistas, Web y Berthelot tomando sus notas con sus elementos de trabajo de campo, una imagen extraordinaria.
Otra imagen de la floresta de laurisilva en la que se encuentran viñátigos y otras especies de la zona, ya acercándonos a una altitud mayor y llegamos al pinar. Aparecen uno de los naturalistas con un campesino tinerfeño, es el Pinar de Vilaflor. Siempre con los dibujos de Williams. Nosotros cuando hicimos la edición del Atlas conseguimos el máximo de láminas en color, que fue un éxito, porque la edición de la Historia Natural de Las Islas Canarias se hizo en fascículos, se vendían en París, Londres y Frankfurt, por suscripción. Eran litografías, el sistema en el que el dibujante hacía su dibujo aquí en Canarias, lo llevaban a París y allí había especialistas que lo grababan en piedras especiales, la impresión a través de la piedra, magnífica impresión de una calidad sublime.
Las planchas en color, que había que colorearlas costaban mucho más dinero que las que estaban en blanco y negro, por lo tanto escasean mucho más, así que conseguir que el Atlas de la Historia Natural de las Islas Canarias editado por la Fundación Mapfre Guanarteme sea en un 90% de láminas en color, 90% o más, ha sido realmente un éxito editorial, hay que reconocerlo.
El pinar no lo tenemos en color pero es muy representativo de la vegetación del pino canario, que había sido descrito ya como especie endémica por aquel botánico Christian Smith que murió muy joven en una expedición, después, al Congo en donde le había enviado el presidente de la Real Sociedad de Londres.
Otra imagen con la flora de altura en Las Cañas del Teide, el retamar, con los perfiles costeros de la isla y al fondo la isla de La Palma, con alguna cabra por ahí deambulando porque, en aquella época, había una buena representación de cabras asilvestradas, que utilizaban además los expedicionarios que subían al Teide. Las cazaban corriendo detrás de ellas y las utilizaban después para la cena, en la zona de los 3.000 de altitud antes de ascender al pico, lo que se llevaba la estancia de los ingleses, en la que estuvo también Humboldt una noche con un frío terrible, a pesar de que era el 19 de junio.
Imágenes de la retama, un ejemplar extraordinario de retama con las cabras libres de las Cañadas del Teide, y a un lado un panal de miel en el llano de Las Cañadas. Vemos gráficamente los pisos de vegetación. Luego Berthelot hizo otra aportación, observó que en tres lugares de las islas, Caldera de Taburiente, lo que nosotros llamamos, Caldera de Tirajana que es distinta de la concepción de las calderas volcánicas, y el Valle de Santiago en el Noroeste de Tenerife.
Allí habían unas regiones de carácter tropical donde había una confluencia, una concurrencia de plantas diversas, sin influirse en asociaciones de plantas como ocurre en el pinar o en las comunidades de laurisilva. En los trópicos las plantas no están asociadas, allí todas son libres, conviven unas con otras, en la paridad inmensa de plantas que en un kilómetro cuadrado hay una cantidad de especies, pero todas diferentes, o casi todas diferentes.
Aquí tenemos la imagen del interior de la Caldera de Taburiente con unos manantiales que concurrirán al Barranco de las Angustias, naturalistas posiblemente Berthelot con su álbum para dibujar y preservar las hojas secas de la flora, con su caja para también introducir algún insecto, o especie botánica. Aquí concurren palmeras, dragos, pinos, etc. Hay una confluencia de plantas, no una competencia ni una asociación, sino una concurrencia, una armonía entre las plantas que se da también en la Caldera de Tirajana, donde los pinos de aquella zona baja ya, hasta las vertientes dominadas por las palmeras y también en el Valle de Santiago de Tenerife. Es decir que había igualmente excepciones a esta estratificación general de los pisos de vegetación.
Y estas fueron, a grandes rasgos, las grandes aportaciones de Berthelot al estudio de la Geografía Botánica de las Islas Canarias que están especialmente contenidas entre las páginas 35 y 60 y tantos de este volumen. Ese es el meollo, el corazón del libro está entre las páginas 35 y demás, con unos cuadros fitográficos, con expresión muy rigurosa, y detallada de las condiciones atmosféricas, de las temperaturas en distintas épocas del año, de las condiciones de los suelos, en fin, de todo lo que determina que la vegetación de las Canarias, teniendo en cuenta que aquellas edades que señalamos al principio sea como fuera como él las conoció.
Porque, Berthelot, llegó a Tenerife el 1 de enero de 1820, el tenía entonces 25 años, había sido un marinero, había viajado al Caribe en barcos mercantes y vino en un barco de vela que venía de Marsella y las corrientes le llevaron casí hasta la costa de África. Todos estaban aterrorizados porque en la costa estaban los moros esperando, por lo menos para ver lo que sacaban de aquellos y someterlos probablemente a esclavitud, pero los vientos cambiaron y les trajeron a Lanzarote. El 1 de enero de 1820 desembarca en Tenerife.
Él se enamora de la isla y decide quedarse a vivir. Funda un Liceo, estudia la Naturaleza, él no traía conocimientos. Es un autodidacta absoluto y se convierte en un sabio, en un naturalista extraordinario, que hace esta obra y luego será Secretario de la Sociedad Geográfica de París.
De nuevo regresará a las Islas Canarias donde desempeñará el cargo Consular de Francia en Santa Cruz de Tenerife. Se interesa e impulsa por la creación de los Puertos Francos en 1852, participaba y estaba comprometido con la sociedad isleña de su tiempo y que, todavía en 1879, un año antes de su muerte, publica un libro importante de Prehistoria de Canarias, de antigüedades canarias en las que hace un estudio de los grabados de El Julán que entonces estaban sin estudiar y entonces estaban recién descubiertos.
Berthelot vio que la maravilla del autodidactismo no es el único ejemplo, vamos a ponernos en su época. Michel Faraday, científico importantísimo de su tiempo nacido en 1791, unos años antes que Web y Berthelot, Berthelot había nacido en 1794 de su generación.
Michel Faraday nació en una familia muy pobre y a los doce años está trabajando como ayudante en una librería de Londres; llevaba libros ayudaba y hacía de todo, después asciende a aprendiz de encuadernador en la trastienda de aquella librería. Había hecho la enseñanza primaria, no sabía matemáticas, unas nociones de aritmética y poco más. Entonces, en su condición de encuadernador de libros, empieza a interesarse por los libros que llevan allí a encuadernar, y sobre todo por los libros científicos.
Consigue ir un día a una conferencia de Humphry Davy, gran científico inglés. Faraday y Davy fueron los que empezaron las ciencias aplicadas. Habían ciencias teóricas, pero la revolución industrial no fue producto de las ciencias aplicadas, sino de una progresión de adelantos artesanales que se venían desarrollando todo lo largo del siglo XVIII.
La máquina de vapor de Watt en 1875 ya tenía un precedente muy claro en 1775, en la máquina de Newcomem de 1717. Entonces, Faraday consigue ir a una conferencia de Davy en la Royal Institution, que era una entidad científica importantísima en Inglaterra en la que era presidente Humphrey Davy y daba unas conferencias magistrales. Fue a una de esas conferencias y se quedó sorprendido que esto ya fue el paso que le orientó a una vocación científica autónoma, porque él no tuvo estudios de este género.
Después consiguió ser ayudante de Davy, pudo entrar en la Royal Institution, en la Real Institución y se convierte en el hombre que hizo posible que hoy podamos estar aquí con luz, aire acondicionado, con proyecciones, porque él descubrió la inducción electromagnética y a partir de ahí vino todo. O sea es un creador de elementos materiales de civilización. Así como tenemos que agradecer también al igual que a Berthelot, otro autodidacta extraordinario.
Además, Charles Lyell, que era un abogado de éxito en Londres, publica entre 1830 y 1833, Principios de Geología; no es el padre de la Geología, casi el abuelo que había sido James Hutton que antes mencioné, pero en estos principios de Geología está el gran pórtico de lo que fueron los estudios geológicos del siglo XIX y hasta en el XX, con influencia posterior en la Teoría de la Evolución de Darwin. O sea, que esto de los autodidactas, porque Einstein era también empleado u oficial de la Oficina de Patente de Zurich, y de repente se lanza con la Teoría de la Relatividad y no estaba en la Universidad, incluso no había sido un buen estudiante.
Es decir, el genio está presente y vivo en todo el desarrollo científico. En cambio Webb había nacido en una familia con recursos económicos, estudió lenguas clásicas, sabía latín, posiblemente griego, español, italiano, estudió también botánica. Es decir, tenía una formación clasicista extraordinaria, propia de una persona de la clase alta inglesa que acudía a la Universidad, y entonces ya es lo que se llamaba el Gran Tour, lo que hicieron Byron, Schelley, es decir, el recorrido por la Europa Clásica, Italia, Grecia y llegar incluso a Turquía.
Hay un retrato que se conserva en la Gallería Nacional del Retrato de Londres, en la que aparece Webb con indumentaria tradicional turca y hay otro retrato interesante que es un dibujo que le representa muy bien, y, cuando se publicó uno de los tomos de la fitogeografía, pues había un retrato muy curioso que se le hizo probablemente ya en París, porque Webb y Berthelot se establecieron en París en 1830.
Estuvieron dos años explorando las Canarias. Webb tenía dinero y compró en París una casa por los Campos Elíseos, que eran un arrabal en aquel entonces y allí situaron todo su estudio; tenían las bibliotecas, la Biblioteca del Museo de Historia Natural de Francia, la Biblioteca Nacional, la Biblioteca del Instituto y de la Academia de Francia, que había creado el cardenal Mazarino, en fin, tenían toda la documentación a mano y crearon esta obra inmensa.
Esto es un poco el contexto en que se desarrolla esta obra extraordinaria y aquí finalizamos con esta visión del drago de La Orotava, también dibujo de Williams, el dibujo se llama distintas edades de los dragos. En un flanco tenemos el Drago de La Orotava como estuvo en su esplendor, tiene el dibujo que luego toma Williams, y creo que es el dibujo que hizo un profesor de dibujo (Dason) de la Escuela de Guardiamarinas de Toulon en Francia, que visitó las Canarias, Tenerife, en 1771, formando parte de una expedición científica que dirigía Jean-Charles Borda, y aprovechó para dibujar la única estampa que tenemos del drago de La Orotava antes del huracán de 1919 que lo hirió de muerte, que es la otra imagen de este grabado.
En medio hay un drago joven y algunos nacientes, pero este es el drago de La Orotava antes, dibujado por Doson, en 1771 y el drago de La Orotava que es el que conoció Berthelot que llegó a Tenerife un año después del temporal que prácticamente hirió de muerte, porque el drago ya no se repuso y termino su vida moribundo pasada la mitad del siglo. Es un documento muy interesante.
También, esta obra de Geografía Botánica es un documento muy importante, testimonio importante de cómo estaba, cómo se encontraba la vegetación, la naturaleza, el paisaje de las Canarias en 1830, que hoy está tan agredido. Cuando él hace la descripción de los bosques de Tenerife, bosques de laurisilva, también habla del bosque de Doramas. Y además, con fuentes porque menciona a Cairasco, a Viera y Clavijo, con historiadores, cronistas, poetas, que se habían ocupado en sus obras respectivas de relatar las grandes bellezas.
Cairasco dedica una serie de poemas a cantar con una gran pasión, entusiasmo y calor a la montaña de Doramas. Pero claro la montaña de Doramas ya queda reducida entonces a su mínima expresión porque después de la Guerra de la Independencia de América, el gobierno español premió al General Morales que había formado parte de las Fuerzas Reales frente a los sublevados americanos de las colonias con una data en la Montaña de Doramas.
Entonces el General Morales hizo su negocio empezó las talas y, ya, la época en que lo vio Berthelot, ya estaba en su última expresión. La muerte del Bosque de Doramas la certificó casi un siglo después Tomás Morales en su hermoso poema «Tarde en la Selva», en la que ya está testimoniando las últimas talas. Estamos ya prácticamente en la época de la Primera Guerra Mundial, en la que se sometió el bosque para hacer carbón y otros usos.
Y aquí está el testimonio del Bosque de Doramas tal como era en su tiempo igual que otros bosques de Tenerife y de La Palma. Así que este libro también tiene el carácter de un documento interesante de la época, igual que las Misceláneas de la época y todo el conjunto de la obra. Y, en fin, yo quisiera y no me canso de resaltar la importancia que tiene esta obra, es una obra monumental, no es lo único que se hacía entonces, pero es el Archipiélago Atlántico.
Las Canarias son la única que tiene una obra como esta, pero hay pocos archipiélagos que tengan este conjunto de conocimiento, porque aquí hay historia, antropología, pintoresquismo, etnografía, geografía, estadística, fitogeografía, taxonomía botánica, zoología, la primera zoología que se hace como también el primer estudio de zoología, como el primer estudio de prehistoria y antropología prehistórica, que lo hizo también Berthelot, que es una obra actualísima, de la cual mana toda la historia antropológica que siguieron durante el siglo XIX con Verneau, y luego en el XX con Hutton, Falkenburger, Fusté Ara, hasta la mitad del siglo pasado.
Bueno, pues no me canso de resaltar, de subrayar, de enaltecer la extraordinaria potencia de esta obra, es una obra increíble. Se hacían obras importantes en la época, por ejemplo, si nosotros contemplamos el Atlas de la expedición de La Pérouse, a los mares del Sur, una pieza extraordinaria, que nos dibujan a los franceses midiendo la altura con unos maderos, allí, de los Moais de la isla de Pascua, y cosas tan curiosas como esas. El Atlas de la expedición de D´ Entrecasteaux, a la búsqueda de La Pérouse, que hizo a partir de 1791. Otros Atlas de los años veinte que son piezas extraordinarias, o el de la expedición de Napoleón a Egipto, un monumento bibliográfico de sabiduría y conocimientos magnífico.
Esta es una pieza muy digna, insólita para las Canarias de la época y para los archipiélagos de la época, así que yo creo que tenemos que felicitarnos y conmemorar la edición de este libro, de toda esta obra, y además con carácter festivo.
Yo, simplemente resaltar el empeño que ha puesto la Fundación Mapfre, reconociendo los méritos, sin hacer la pelota, pero sería injusto que no lo hiciera, reconociendo el empeño, la constancia que ha puesto la Fundación con su presidente para editar esta obra, que no lo haría nadie. No sé si el Cabildo, pero se ha hecho aquí el editar esta obra de tal envergadura que tiene unos costes y un trabajo detrás muy grande, se lo puedo decir por experiencia, por eso decía que es una obra coral y destacar esto y recordar que Webb y Berthelot fueron los que describieron como nadie las Islas Canarias. Y, pudieron ver un cielo, casi un Universo, y con esto termino, en el capullo de una canarina Canariensis. Muchas gracias».
*Texto íntegro de las intervenciones y conferencia de presentación de la Historia Natural de las Islas Canarias, de P. Barker-Webb y Sabino Berthelot, por D. Alfredo Herrera Piqué, transcrito de la grabación directa del acto. Duración 1:11 hs.
Crónica realizada por:
Jesús Ruiz Mesa, colaborador cultural Telde www.teldeactualidad.com Círculo Cultural de Telde. Casa Museo León y Castillo. R.S.E.A.P.G.C. 13 de mayo 2014

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