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La nueva normalidad

Comienza el camino hacia la “nueva normalidad”. La desescalada. Creo que no habrá mucho cambio en cuanto a nuestra naturaleza humana se refiere. Sí habrá una  “ nueva normalidad” marcada por mamparas, guantes, pocas mascarillas, paro, mucha hambre y quizá, de vez en cuando, mucha distancia. Pero el pecado original, nuestra naturaleza, seguirá intacto. 

Sí habrá nuevas normalidades  individuales. Cuarenta y cinco días de confinamiento o cuarenta y seis, ya no sé cuántos van,  habrán pasado inadvertidos para algunos, los que antes de encerrarse poco tenían de interés más allá de sus cuatro paredes. No tanto, para los que tenían en su hogar el complemento perfecto para la vorágine que vivían en el exterior, vida, trabajo, amistad, amor y que, sin todo ello, su antes refugio del cazador, se ha convertido en prisión. También los habrá que, habiendo vivido en una balanza bien equilibrada, se decanten ahora  hacia el querer alargar, sine die, su  nueva normalidad: más tiempo de “cuarentena”, más tiempo de familia, de introspección, de mirar al infinito y pensar sobre lo divino y lo humano. Y otros a los que no les ha gustado nada convertirse en cazadores en descanso obligado y querrán salir a la jungla y estos, también, sine die de retorno.

La nueva normalidad  significará para muchos  menos personas en su vida, algunas que se quedaron atrás en su lucha por recibir aire, con  el covid-19 como causante, y otras, aparecerán o desaparecerán a causa del confinamiento al que nos vimos abocados por el covid-19 y una de sus consecuencias: amor y desamor.  Algunas partidas  nada tendrán que ver con el covid, no serán un número  en los medios, pero el dolor sí será el mismo. 

Pienso en la palabra “desescalada”, hasta hace dos semanas prácticamente rechazada por la RAE. Y creo que deberíamos adoptarla para el proceso hacia nuestra nueva normalidad, la personal e intransferible. La individual, que sí creo posible si algo  hemos aprendido en estos cuarenta y cinco días. Quizá necesitemos también de fases. Y seremos islas. Y nuestra desescalada también será asimétrica. E incluso, algunos se den cuenta de que, sin saberlo, ya estaban en fase de desescalada, antes siquiera de haber entrado en su casa hace cuarenta y cinco días y cerrar la puerta. ¿O son ya cuarenta y seis?