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Quimeras

Estos días, vuelven a asaltarme ente sueños las palabras. Voy a escribir esto, voy a escribir lo otro. En el camino hacia el despertar se quedan muchas de esas palabras y cuando me despierto, solo revolotean alrededor quizás las del último sueño antes de volver a la realidad. Las otras, se quedan en la nebulosa de lo nunca escrito.
Ayer decidí que lo que había publicado, iba a ser mi última publicación con respecto a esta pandemia y la gestión de la misma por parte de nuestro gobierno, el único que debía gestionarla con responsabilidad, como depositario de nuestra confianza en su buen hacer para el logro del mantenimiento y vigencia de los intereses vitales de nuestra sociedad.
Todos sabemos leer. Todos podemos estar informados. Yo lo hago leyendo prensa de todos los colores. Nacional e internacional. Escuchando entrevistas, también de todos los colores, y saco mis propias conclusiones, que puedo asegurarles que no son partidistas. Hoy por hoy, podría decirles que a mí, ningún partido me representa. Objetividad, esa es mi elección.
Y como yo, todos estamos informados, o deberíamos. Cómo queramos acceder a esa información, el sesgo que le queramos aplicar, ya es cuestión de cada uno. Pero la información está ahí. Los hechos, también. Los resultados, también.
Me quedo con el tiempo. Con el silencio que escuchaba hoy a las cinco de la madrugada solo interrumpido por el rumor del mar a los pies de mi balcón.
Un tiempo que me ha servido para valorar lo que es real, lo que de verdad está a mi alcance, lejos, muy lejos de las quimeras con las que muchas veces queremos disfrazarnos. Porque no olvidemos que las verdaderas quimeras, vomitaban llamas, tenían cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón.

Un comentario en “Quimeras”

  1. En realidad, eso que te acosa no son palabras, son gruñidos animales, no te dejes engañar por argumentos huecos (u ofensas disfrazadas) que solo sirven para justificar la rabia que algún pobre infeliz no puede dominar; solo pretenden herir, ¿por qué?, ni ellos lo saben, porque la lógica animal es irracional, es un “software” biológico que activa emociones automáticas ante ciertos estímulos (no es una opinión racional lo que las activa, sino unos gustos irracionales, a eso lo llamamos prejuicios: “No es que haya estudiado tus razones y trate de cuestionar los defectos que se oculten en ellas… ¡es que no me gustas tú!, por tu timbre de voz, o por la disposición de tus rasgos faciales, o por tu sexo o por el color de tu camisa… o por Dios sabe qué”, es un ejemplo de cómo son los “pensamientos” de estos brutos: gustos, gustos, gustos… “Me gusta o no me gusta”, y “Porque no me gustas te destruyo”, como se destruyen las amenazas, un mecanismo de defensa biológico, la supervivencia, el miedo y la rabia; un gusto no es un argumento, mala cosa si las opiniones se basan en gustos: no puede producirse un intercambio de ideas, imposible el sano debate).

    Igual que existe una mecánica celeste también existe una mecánica humana: animal, visceral, emocional… los que más gritan e insultan no atienden a razones, es simple inercia animal, sus argumentos no están en el dominio del pensamiento, sino mucho más abajo: donde brotan el miedo y la rabia, donde la máquina humana descarga sus humores. No hay nada que discutir con ellos, no se puede, la bilis se derrama de una glándula: eso no es algo que tenga pretenda cuestionar nuestra opinión, que necesite una respuesta de la razón, es solo un líquido amarillo y amargo que fluye y ensucia el lugar en el que cae, pero te tienes que resignar porque no hay nada que hacer. Piensas que son personas, y por eso tratas de responderles con tus mejores argumentos, pero te equivocas: son inercia. Son el contenedor vacío de un espíritu sensible, algo que no se ha terminado de desarrollar. ¿Podría desarrollarse?, no lo sé, lo que sí sé es que depende de la propia persona, de su esfuerzo por conocerse a sí misma, de tener el valor y la enorme paciencia de mirarse en un espejo, si uno no se esfuerza en comprenderse a sí mismo cómo va a comprender a los demás.

    Cada persona tiene su perspectiva de la realidad, tú tienes la tuya, y yo tengo la mía, ¿y qué? Son nuestras interpretaciones de la compleja e infinita realidad, ni el más sabio lo abarca todo, nuestras verdades ni son completas ni son definitivas, solo son nuestro ángulo de la realidad (que además es cambiante). Nuestras opiniones no son mejores ni peores. Quizás porque entiendo de respeto, cuando leo o escucho intento entender la verdad del que escribe o habla, intento ponerme en su punto de vista, a sabiendas de que eso amplía mi comprensión de las cosas, me enriquece.

    Mi padre me enseñó un refrán: el mayor desprecio es no hacer aprecio. No pierdas el tiempo en los gruñidos de las alimañas. ¡Bah! Escribe libre, sobre lo que piensas y sientes, al final eso es lo único que le importa a un lector, a una persona que se interesa en lo que piensan y sienten los demás. El resto es ruido molesto. Sí, mucho mejor el confortante sonido del mar.

    Saludos.

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