Esports

Voy a empezar diciendo que yo fui una de esas voces que se alzó, en la privacidad de mi hogar, contra la inclusión de los esports como deporte y, más allá, de los esports como actividad en los colegios de Canarias. Y lo hice como creo que lo han hecho la mayoría: desde el desconocimiento absoluto y desde ese afán innato de la naturaleza humana de ir en contra de lo que sea y porque sí. Y me dejé llevar por aquello que tanto critico «la voz de la masa».
En aquel momento iba a unirme a las voces críticas aprovechando mi huequito en las redes. Y menos mal que no lo hice. Y lo digo, porque es que ni siquiera sabía lo que eran los esports. Sé que hubiese frenado desde el mismo momento en que me hubiese puesto a documentarme, cosa que siempre hago cuando quiero escribir de algo que genera cierta polémica, y me hubiese dado cuenta de mi desconocimiento absoluto; pero sigo diciendo que mi reacción inicial fue la de la mayoría: gritar y gritar bien alto «no». La mayoría siguió y sigue gritando, yo, decidí conocer antes de opinar.
El primer paso que deberíamos dar todos es saber qué se considera «deporte». Aquí me encuentro con lo mismo que me pasó cuando vivía en Tokio y decidí dedicarme profesionalmente a la enseñanza de mi lengua materna, el español: ¡Qué fácil! ¿Fácil? Este ha sido uno de los trabajos más difíciles de mi vida y sigue siéndolo. Cuando los japoneses me preguntaban ¿y por qué? «Porque sí» pensaba en contestarles con cierta altanería. Pero no, no siempre vale un porque sí. Y aquí ocurre lo mismo. Si nos preguntan qué es deporte, todos seguro que creemos saber cómo responder de inmediato. Pero no, no lo sabemos. La mayoría. Sabemos que «correr» es deporte; nadar, es deporte; jugar al fútbol, es deporte. Pero si nos preguntan a bocajarro: ¿el ajedrez es deporte? Seguro que lo pensaríamos unos segundos más de la cuenta antes de responder.
La Carta Europea del Deporte de 1992, lo entiende como «todo tipo de actividades físicas que, mediante una participación, organizada o de otro tipo, tengan por finalidad la expresión o la mejora de la condición física y psíquica, el desarrollo de las relaciones sociales o el logro de resultados en competiciones de todos los niveles».
Otros teóricos del deporte, como Tiedemann, consideran el deporte como «un campo cultural de actividad donde las personas se relacionan y buscan mejorar sus habilidades, realizando una competición en áreas determinadas bajo unas normas y reglas establecidas.» Esta definición, sin duda, deja abierta la entrada a los esports. Destaco aquí el concepto «campo cultural», porque sin duda estamos ante un campo cultural nuevo y negarse a ello solo hablaría de nuestra incapacidad para evolucionar.
Al igual que en las Olimpiadas de la antigüedad, en los Juegos Olímpicos actuales podemos reconocer competiciones internacionales de élite, miles de espectadores, años de entrenamiento de los deportistas y vencedores cubiertos de gloria. Pero la sociedad varía y con ella los deportes que se practican. Los griegos no jugaban al ajedrez al igual que los olímpicos modernos no sacrifican 100 bueyes, ni se azota a los atletas tramposos, ni compiten en una carrera con una armadura completa.
¿No son deporte porque no exigen ejercicio físico? El ajedrez ¿no exige una importante preparación física? Porque, puestos a comparar, las similitudes con el ajedrez, considerado deporte olímpico, para mí son enormes y estos atletas, los ajedrecistas, tienen preparadores físicos e incluso se internan en centros de alto rendimiento para poder superar jornadas maratonianas en las competiciones. Un jugador de esports, ha de tener además de buenos reflejos, destreza, alto nivel de concentración, capacidad de ejercerla bajo presión y capacidad de trabajo en equipo, una importante preparación física, sin la cual le sería imposible no desfallecer en competiciones de horas de duración. Y los demás requisitos, carácter competitivo, lucha o combate en busca de la victoria sobre sus contrincantes, reglamentación, terreno de juego, equipamiento, arbitraje…También se les exige en España, para ser declarados deporte, cierta similitud con un deporte ya reconocido y, como decía antes, esta es clara con el ajedrez: juego de estrategia que supone una actividad reflexiva, reflejos y juegos de manos y, no nos olvidemos de la finalidad: ganar una batalla y derrotar al enemigo.
Y no. Ya no grito. Y como soy una persona adulta y hasta cierto punto preparada, pero sobre todo independiente, tampoco voy a dejarme llevar por consideraciones que entran ya en guerras y juegos políticos que no me interesan ni competen. Y apartándome de todo eso, alabo la iniciativa del Gobierno Canario que, guste o no, nos está hablando de una realidad presente en todos los hogares. Los deportes electrónicos forman parte del día a día de millones de niños y adolescentes y son merecedores de análisis sociológicos, económicos y deportivos que, sin iniciativas como esta, no tendrían.
Y al terminar este artículo no sé por qué he pensado en Platón y en su alegoría de la caverna…

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