«SOMA: medio gramo para una de asueto, un gramo para el fin de semana, dos gramos para el viaje al bello Oriente, tres para una oscura eternidad en la Luna»
Hace unos días escribí un post titulado «Ser emigrante». Escribí en la línea en la que suelo hacerlo, hablando de mi experiencia personal. Siempre que lo hago así, recibo un feedback que destaca casi siempre la emoción, la forma que tengo de contar las cosas que «emociona», «que llega». Yo siempre escribo desde la sinceridad. Por supuesto que sé cuándo he escrito una frase, una idea que «me ha salido preciosa» o como le digo a Yui, que normalmente es la primera lectora de mis textos: ¿qué? ¿cómo te has quedado? «Que te cagas, mami, que te cagas», en tono algo sarcástico imitando mi tono las muchas veces que utilizo esa frase – (mi padre cuando llama por teléfono pregunta: ¿está que te cagas? Refiriéndose, claro está, a su hija mayor) – la soledad de un emigrante es tan inmensa como los océanos que cruza…
Y ayer, escribí otro post en el que hablaba de lo cansada que estaba del desquiciamiento, el enfado constante, el grito en el cielo y más allá.
Hoy, las redes, la existencia cotidiana de la que hablaba Marías, vuelve a gritar hasta casi dejarme sorda. Intento encontrar opiniones fundamentadas, no solo gritos, y es muy difícil. Dejándome con la sensación de que la cuestión es gritar. Mientras más fuerte, mejor. Y lo peor, de lo que he sido más consciente esta vez, es que hay que gritar: los que lo hacen aplaudiendo hasta la extenuación el rescate del Aquarius, contra «los salvajes» que no quieren que se les acoja, ya sean gobiernos o ciudadanos de a pie; y los que quieren la repatriación, y que gritan contra los «desalmados» que quieren llenar las calles de indocumentados, perceptores de ayudas sociales, etc…
Cuando escribí mi post Ser emigrante, no quise gritar contra nadie. Pero creo que mi forma de expresar un sentimiento vivido como experiencia propia, llevó a entender que me encontraba entre el primer grupo de gritadores. Pero no es así. Tampoco puedo decir que me encuentre en el segundo, radicalizado. Sí puedo decir que lloro y se me parte el corazón cuando imagino el miedo, el dolor, el cansancio…cuando veo a los niños, cuando veo a las madres, cuando pienso en el momento en que deciden subirse a esa patera sin saber si van a llegar a la tierra prometida o si van a entregar sus vidas al mar.
Y leí las palabras del Padre Ángel: ¿Efecto llamada? Ojalá vengan más. Con serenidad quiero dar mi opinión. Sin enfados. Sin gritos. Pocas veces en mi vida he utilizado la palabra demagogia. Creo que esta será la primera vez. No me gusta mucho y al decirla, la asocio a hipocresía, que me gusta aún menos. Aquí añado también, irresponsabilidad.
La inmigración es uno de los mayores problemas del mundo «civilzado». Y en torno a ella, por su complejidad, muchos términos se confunden: inmigración legal, inmigración ilegal, asilo, tráfico de personas, trata de personas…No es de gran ayuda hablar así, de inmigración en general, como si se tratara de un único fenómeno. Cristianos sirios que huyen del genocidio; afganos, turcos…que aprovechan el caos para entrar en Europa buscando una mejor situación económica. Y tampoco es lo mismo, por mal que suene, el deber incondicional de acoger a un refugiado de guerra que el abrir las puertas a un migrante económico.
Porque no es cierto que en Europa se respire, se beba, se coma «soma», como diría Aldous Huxley. Mentiras que se cuentan a los que vienen. Y porque tampoco es cierto que los que llegan, vayan a pagar nuestras pensiones. Mentiras que se cuentan a los que estamos.
Y no me gusta la palabra frontera. Pero existe. Porque vivimos en un mundo civilizado que, para serlo, necesita un orden. Y es necesario un control fronterizo. Porque es necesario acabar con el tráfico de personas. Porque hay que hacerlo aumentando la presión sobre las mafias que actúan impunemente. Porque la cooperación internacional debe enfocarse en incentivar el desarrollo tecnológico y empresarial de estos países, para que no podamos seguir utilizándolos como minas de recursos y de mano de obra barata. Porque las partidas presupuestarias que absorbe la inmigración en ayudas sociales, educación y sanidad, en justicia, en gastos de repatriación…deberían dirigirse a inversiones productivas que dinamicen la economía del continente vecino. Porque España exporta más a África que a toda América Latina y cada día se abren nuevos mercados. Construir infraestructuras y establecer actividades económicas alrededor para que, en un futuro, no haya miles de jóvenes sin escolarizar, sin trabajo, que siguiendo a sus antepasados, empeñen todo lo que tengan para lanzarse a los brazos de un mar que no es hidrógeno, oxígeno y soma.
«Solo el soma puede curar diez sentimientos melancólicos a la vez.». Un mundo feliz. Aldous Huxley
El contenido de los comentarios a los blogs también es responsabilidad de la persona que los envía. Por todo ello, no podemos garantizar de ninguna manera la exactitud o verosimilitud de los mensajes enviados.
En los comentarios a los blogs no se permite el envío de mensajes de contenido sexista, racista, o que impliquen cualquier otro tipo de discriminación. Tampoco se permitirán mensajes difamatorios, ofensivos, ya sea en palabra o forma, que afecten a la vida privada de otras personas, que supongan amenazas, o cuyos contenidos impliquen la violación de cualquier ley española. Esto incluye los mensajes con contenidos protegidos por derechos de autor, a no ser que la persona que envía el mensaje sea la propietaria de dichos derechos.