Infierno otros

«El infierno son los otros»

El problema mayor de muchas de las personas que acuden a terapia suele ser el de «cargar» sobre sus espaldas el o los problemas de personas de su entorno, particularmente de las parejas.

La demanda de estas personas pacientes suele ser la de cómo ayudar a cambiar al entorno problemático en cuestión. Se dan el rol de «salvadoras» en nombre muchas veces del amor. Cuando acuden a terapia llevan –en casos– años aguantando, soportando.

Las crisis suelen ser cíclicas, pues el «problema» vuelve obstinadamente.

Una vez estalla la crisis, hay un consecuente distanciamiento al que le sigue un igualmente obstinado acercamiento, con la esperanza de que esta vez habrá cambios. Pero en una gran parte de los casos, estos no se producen. En esos casos, la persona llega a terapia solicitando ayuda para cambiar a la otra persona que tiene problemas, dificultades, trastorno de personalidad, enfermedad mental, alcoholismo, adicciones variadas o están «enganchadas» a relaciones tóxicas (con psicópatas o narcisistas). En cualquier caso son «portadoras del síntoma», es decir, «sufren» las consecuencias de dificultades no resueltas de personas de su entorno. ¿Cómo explicar que simplemente no podemos cambiar a otras personas? ¿Cómo hacer entender que lo primero que tienen que perder es la esperanza? ¿Cómo desmitificar que el amor no lo puede todo? Todas estas «pacientes» personas vienen con la esperanza de cambio, no de sí mismas sino de su entorno. Un entorno que maltrata, malquiere, consume, grita, chilla, pelea, desencadena discusiones, entre otros comportamientos, por no tener aprendidas habilidades para gestionar sus propios conflictos internos. Infantes o adolescentes en cuerpos de personas adultas con una sed infinita de ser amadas pero incapaces de amor, de cuidar, de darse, de entregarse. Guardan celosamente esa distancia, se defienden con esa distancia emocional en forma de abismo inalcanzable, negando no solo su propio conflicto interior, sino creándolo y proyectándolo en el exterior, cuando no, culpando. Conflicto «eyectado» o actuado en el interior de la relación en forma de infidelidad, consumos, crisis, accidentes, delincuencia, violencia, etc. Pero en cualquier caso, nunca resuelta allí donde debiera: su propio interior.

Estas personas que acuden a terapia, ejerciendo un rol de madre o terapeuta actúan como elemento de «para-excitación», es decir, como defensas psicológicas externas capaces de parar tanta desmesura. Defensa externa que debiera ser parte del interior de la persona que tiene el verdadero problema. De esta manera, sin saberlo, sin tener conciencia, alimentan el problema que supuestamente quisieran ver desaparecer en la otra persona. De esa manera, se perpetua un sufrimiento añadido de impotencia, frustración, entre otros estados y sentimientos.

Por otro lado, la persona que debiera acudir a terapia, la que realmente tiene el problema no parece tener interiorizados, aprendidos, mecanismos contenedores para gestionar conflictos intrapsíquicos. Se genera en estas personas una tensión interna tan insoportable que acaban, de una manera u otra, evacuándolo al exterior.

Mientras, las personas que soportan estos desbordamientos psíquicos y por lo tanto no son responsables, acuden a terapia en busca de ayuda como si lo fueran. Personas dominadas por un exceso de culpa patológica, con madera de héroes o heroínas sin saber que «los héroes nunca regresan vivos de la guerra». Pueden llegar a estar así años, pues este tipo de relaciones son muy estables en el tiempo. Los eternos y recurrentes conflictos parecen ser el cemento que les une. Una especie de simbiosis infantil, en donde cada una de las partes ejecuta su rol a la perfección. Teatros imposibles.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *



El contenido de los comentarios a los blogs también es responsabilidad de la persona que los envía. Por todo ello, no podemos garantizar de ninguna manera la exactitud o verosimilitud de los mensajes enviados.

En los comentarios a los blogs no se permite el envío de mensajes de contenido sexista, racista, o que impliquen cualquier otro tipo de discriminación. Tampoco se permitirán mensajes difamatorios, ofensivos, ya sea en palabra o forma, que afecten a la vida privada de otras personas, que supongan amenazas, o cuyos contenidos impliquen la violación de cualquier ley española. Esto incluye los mensajes con contenidos protegidos por derechos de autor, a no ser que la persona que envía el mensaje sea la propietaria de dichos derechos.