Historias de la avenida
1. Promesas incumplidas
Como casi todas las tardes, fui a caminar a la avenida. Cada día que lo hago me prometo que mañana volveré. Que no voy a perderme un solo atardecer. Si Yui me estuviese escuchando me diría: «mami, no prometas, que nunca cumples tus promesas». Habla de las veces que le he prometido comprar estampas, y se me olvida. De las que le he prometido ir a patinar, y surge alguna excusa. De las que retraso el cine hasta la próxima semana.
Para los niños las promesas son sagradas, y el que los adultos las incumplamos más a menudo de lo que debiéramos, descoloca su pequeño catálogo de valores todavía por terminar. Por suerte las promesas ahora rotas no pasarán de un pequeño disgusto, porque las estampas llegarán, y las tardes de patinar, y las de cine y roscas…
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