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Historias de Tokio: La dulce Kitty

Cuando llegué a Tokio con algo de dinero que había ahorrado de la liquidación en España y del trabajo como camarera en el restaurante «Macarena» de Londres, la principal preocupación era » no gastar» . Tokio es carísimo, pero también es cierto que una vez allí, cuando aprendes a vivir no como extranjera, a buscar, encuentras la forma de economizar y hasta de ahorrar. Pero al principio, después de dejar la mitad de mis ahorros en el exceso de equipaje, el miedo a cómo me iba a ir en el trabajo, el miedo que tenía Jin que era un becado con beca exigua, el alquiler de los 15 metros cuadrados de 80.000 pesetas al mes y el vencimiento del contrato cada dos años (y que suponía pagar: un mes de regalo para el dueño del suelo, otro para el dueño de la propiedad y otro para la agencia) estábamos aterrorizados. Así que las instrucciones eran claras: » ningún gasto superfluo». Continuar leyendo «Historias de Tokio: La dulce Kitty»