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Postales

Ayer abrí el buzón y entre las cartas del banco, las únicas que llegan a prácticamente todas las casas, se escondía un pequeño sobre. Iba dirigido a mi hija que tiene quince años. Ilusionada, tuve que hacer un verdadero esfuerzo para no abrirlo y aguantar hasta que ella llegase del colegio. Habían pasado varias horas y se me había olvidado. Fui a hacer compras y al volver, mientras le preguntaba sobre las novedades de su día, me acordé. Casi saltando me levanté corriendo y la fui a buscar. ¡Tienes una carta para ti! Me miró sorprendida y la cogió. Le dio la vuelta y vio el nombre: Isabel, ¿quién es Isabel?. ¡Mira bien! ¿No será tu compañera alemana con la que vas a hacer el intercambio? Y era de Isabel. Y era una felicitación de Navidad que llegaba desde Alemania. Se puso roja. Se le llenaban los ojos de lágrimas y una risa nerviosa se mezclaba con la emoción, verdadera emoción por recibir una carta.
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