De Ginza nos fuimos en metro hasta el Tokyo International Forum del arquitecto Rafael Vinoly. Es un edificio espectacular, y a pesar de lo cansada que me encontraba no quería que mi madre se lo perdiese. Y sí…estaba muy cansada y empecé a encontrarme muy mal, pero no quería asustarla. Le dije que iba un momentito al baño y casi me muero del susto cuando me di cuenta de que había perdido un poquito de sangre (tenía cuatro meses de embarazo). Intenté recomponer mi cara, que se había quedado más blanca que la de una geisha espolvoreada con polvo de arroz y salí como si nada. Ella estaba feliz, admirada con todo lo que veía. En el metro no paraba de hablar y yo no podía ni sonreír del susto que llevaba encima. De repente, mi madre me miró y me preguntó: ¿estás cansadita, verdad?. Siiii….me salió en un susurro. Llegamos a casa y allí le confesé lo que me pasaba. Llamamos inmediatamente a mi padre y nos tranquilizó diciendo que era algo normal, que al día siguiente me quedase descansando y así lo hice. Pero mi madre se levantó con las pilas recargadas. Quería salir a descubrir mi barrio. Le di todos los datos necesarios para que no se perdiese. A pesar de que todo parezca muy sencillo, todas las calles son iguales y es facilísimo perderse. Le dije que por nada del mundo saliese de la calle principal, que fuese recto hasta la estación y que allí diese la vuelta y volviese. Siempre recto, y que grabase bien algún detalle para saber en qué callecita debía doblar a la izquierda para llegar a mi casa. Y lo más importante: dirección y teléfono apuntado en la libretita de “notas de Japón” que llevaba. Y se fue. Debo confesar que me quedé superpreocupada. Llevaba poquitos días allí y no tenía la seguridad de que supiese orientarse muy bien. Ya había pasado algo más de media hora cuando de repente veo algo de color gris encima de mi mini-nevera, algo que parecía una pequeña libretita de notas…algo que se parecía muchÍSIMO A …LA LIBRETA DE MI MADRE!!!!!!!!!!!! Con mi dirección y número de teléfono…Casi me da un infarto. ¿Cómo iba a volver si se perdía? Y lo peor de todo: le había dicho que no tardase mucho y las horas iban pasando…¡Toda la mañana! Y no me atrevía a salir a buscarla por si ella venía y no me encontraba en casa. Así que no me quedó más remedio que esperar y esperar. Casi me estaba quedando dormida cuando oigo unos gritos en la calle…No me lo podía creer: ¡Guadaaaaaa! ¡ Guadaaaaaaaa! ¡Ya estoy aquíííí! Me asomé corriendo a la ventana-balcón y vi a mi madre. No creo que yo fuese la única. Detrás de los visillos de todas las casas de alrededor, eso sí, de forma muy discreta, también estaban asomados mis vecinos, asombrados de ese escándalo al que estaban tan poco acostumbrados…
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