LOS AINUS

«Si nuestro país quiere liderar la comunidad internacional, es crucial que todos los pueblos indígenas puedan guardar su honor y su dignidad y puedan transmitir su cultura y su orgullo a las generaciones futuras.» Parlamento japonés, 2008
«Es un error juzgar el pasado con los ojos del presente.» Pérez -Reverte.
Japón es un país formado por más de tres mil islas. La gran isla en la que está situada la ciudad de Tokio se llama Honshu. Y la isla más grande, al norte, se llama Hokkaido. Y de Hokkaido y de sus primeros habitantes es de lo que voy a hablar hoy.
Tengo especial cariño a esta isla, en la que se encuentra el núcleo de mi familia japonesa, el templo familiar y hermosos recuerdos.
Recuerdo mi primera visita. Era el san-yu-san-kaiki de la muerte del abuelo Tsuson (trigésimo tercer aniversario de su fallecimiento), heredero anterior del templo y padre del que era el sacerdote heredero en aquel momento, el tío Jin Taira.
La familia, que se reunía allí esos días llegando de diferentes partes de Japón, se encontraba reunida alrededor de una mesa gigante llena de comida. Era por la tarde. Yo tenía cierto miedo a enfrentarme a todos ellos. La nueva extranjera que llegaba a la familia, gracias a Shu, el hijo rebelde, que un día decidió ir a Europa para ver a «esos extranjeros» que salían en las películas y comprobar, con sus propios ojos, que caminaban igual que ellos.
Y allí estaban todos. Eran grandes. Muy grandes. Y era una familia grande. Grandes en tamaño físico, diferentes a la imagen que tenemos preconcebida de los japoneses. Y eran muchos. Cuando entré todos sonrieron. Sonrieron «grande» también. Sin miedo a gesticular. Sonrieron a la española, no a la japonesa. Ahora lo pienso y no solo Shu tenía ese espíritu occidental. También ellos. Todos. Y creo que incluso, el tío Jin, tan serio, tan japonés, como representante principal de la familia y del templo de los Taira, con tantos siglos a sus espaldas de tradición familiar, incluso él, era también un japonés diferente.
Mientras escribo esto, vuelven todos los recuerdos de aquellos días y me emociono. Me hicieron sentirme tan bien…Yo ya hablaba un poquito de japonés y hacía todo lo posible por poder comunicarme y ellos, hacían todavía más que yo.
Pero como decía al principio, hoy voy a hablar de unos «japoneses» que para nosotros son los grandes desconocidos. No sé si los puedo llamar japoneses. Podría si los considero habitantes de Japón. Pero no. No lo son. Japoneses. Sí primeros habitantes de la isla del norte. Y se llaman «ainus», primeros pobladores de la isla que hoy conocemos como Hokkaido. Los japoneses los veían como los habitantes salvajes de las tierras inhóspitas del norte. En el siglo IX, los japoneses se instalan en Ezo, actual Hokkaido y en siglos posteriores comienza la represión contra los ainus que, tras perder numerosas batallas, en 1860, con la apertura del camino del mar del norte, comienza la conquista masiva de la isla por los japoneses, que les confiscan las tierras, les prohíben la caza y la pesca. La situación de los ainus se va degradando hasta el punto de renegar de su propia cultura, llegando casi a su extinción. En 1973, los ainus se reunieron por primera vez en asamblea para reivindicar los derechos de su pueblo. Actualmente, cuentan con una participación en el parlamento japonés pero, a pesar de este reconocimiento, la marginación y el desempleo es muy alto lo que los convierte en uno de los grupos más pobres de Japón. En Asahikawa, hay una aldea Ainu que se visita como museo y en la que te enseñan su cultura, sus tradiciones. Y vuelvo a emocionarme mientras escribo, porque recuerdo la profunda tristeza que me produjo aquella visita. Me daba vergüenza mirarles. Me hice también culpable de pertenecer a un pueblo dominador. Y el orgullo que sentí un día, cuando me crucé con un ainu por la calle. Orgullo de él. Orgulloso de llevar su barba poblada. De conservar sus rasgos rudos, su piel curtida por el trabajo. Por mirar de frente.
*Ainu significa humano

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Un comentario en “LOS AINUS”

  1. Maravilloso texto lleno de emoción, reivindicación y respeto por las culturas ancestrales y el derecho de los pueblos a vivir en la paz de la diferencia.

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