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Atacar al feminismo, atacar la igualdad

 

La verdad es que no pensaba entrar en la insensatez en la que está instalada la derecha en esta pandemia, fundamentalmente después de no haber aceptado el resultado de las elecciones generales.

Es normal que no les guste perder, a mi tampoco, ni siquiera cuando juego al parchís. Pero una cosa es no saber perder y otra bien distinta instalarse en el acoso y derribo permanente al gobierno democrático elegido en el Parlamento. Esto cobra además mayor relevancia durante esta pandemia mundial que ha paralizado el país y que requeriría un mayor patriotismo.

El movimiento feminista había decidido no entrar al trapo en esta conspiración de las derechas para culpar a la manifestación del 8 de marzo como la polinizadora de la Covid-18. Parece que las feministas fuimos con nuestras banderas, pañuelos lilas y gritos sembrando el coronavirus por doquier porque, como también somos brujas, sabíamos de antemano  lo que se iba a producir. Además todas fuimos engañadas, como nenas pequeñas a la mani, eso si,  también las mujeres de los partidos de la derecha.

Fui como otros años a la manifestación. Para mí es un ritual que reproduzco esté dónde esté. Y lo hice con la información que tenía en esos momentos, es decir, las manos lavadas que era la advertencia más conocida. Con la misma libertad que otras decidieron no acudir. Si hubiese sabido que con mi asistencia polinizaba la Covid, como todas las que fuimos, pues seguramente hubiésemos buscado otras formas de manifestarnos, porque creatividad hemos demostrado con creces,  nos sobra. Pero como bien dice el ministro Illa: la quiniela del lunes es muy fácil acertarla, incluso las que no jugamos.

Es para reírse a mandíbula batiente si el asunto no fuera tan serio, sino fuera porque detrás de esta campaña contra el feminismo hay una embestida contra la democracia, contra la igualdad de oportunidades.

Los acontecimientos que en estos momentos sacuden los EEUU ponen de manifiesto esa deriva fascista.  Unos pocos poderosos contra las grandes mayorías de gente vulnerable; la supremacía blanca que desprecia a la raza negra, de la que espera sigan sirviendo como esclavos; de la provocación de las grandes fortunas que no les importa poner en riesgo a los esenciales para conseguir sus caprichitos; de quienes desprecian al extranjero, mientras los manda a trabajar al campo; de quienes cuestionan el ingreso mínimo vital pero miran para otro lado ante los paraísos fiscales, las sicav, los fondos buitres, las puertas giratorias; de quienes tan ocupados por las manis del 8 de marzo, les importa poco la situación de la mayoría de este país y dedican el tiempo pagado por la ciudadanía al insulto, la mentira y no a resolver los problemas.

Lo que está claro es que el feminismo no va a dar un paso atrás por muchos informes que se apañen, por muchas conspiraciones orquestadas. Terminar con las desigualdades, conseguir la mitad de todo lo que nos corresponde,  será  lo que nos mueva y lo haremos con las formas que consideremos más convenientes. Pueden seguir ladrando pero no vamos a entrar en la confrontación. Lo haremos con la responsabilidad que siempre han dirigido nuestros actos porque la igualdad es un derecho irrenunciable aquí, en EEUU, en la República Democrática del Congo, en India, en Argentina…

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