ocaso

El pensamiento mágico: regreso al oscurantismo del medioevo

 

El pensamiento mágico es una forma de conocimiento basada en supuestos erróneos fundamentalmente, fruto de atribuir un afecto a un suceso, sin que exista una relación causa-efecto entre ambos. Este pensamiento está en la base de formas religiosas y creencias como la superstición y las creencias irracionales que tanto condicionan la acción humana. Es un tipo de razonamiento que consiste en aplicar la lógica de las operaciones mentales sobre la realidad externa para explicarla. En realidad, el pensamiento mágico proyecta cuestiones de la experiencia psicológica como la finalidad o la intención sobre realidades biológicas o inertes y vice-versa. La consecuencia fundamental es que se atribuyen relaciones causales a eventos, situaciones y acciones que no tienen ninguna relación entre sí. Así por ejemplo el pensamiento mágico pseudocientífico consiste en atribuir relaciones causales a aquellos factores que solo presentan una correlación. Esta forma de pensar (normal en el desarrollo infantil pero patológica en la edad adulta) genera una serie de creencias irracionales, puesto que a través de un razonamiento causal se crea una falacia; busca relaciones inexistentes de fenómenos que, como mucho, solamente coinciden. Esta forma mágica de pensar está muy presente, entre otras muchas áreas de la vida humana, en el positivismo de la psicología de autoayuda con todas las ramificaciones derivadas, la cual interpreta que “todo pasa por algo”, imperativo de intención. Ante la impotencia, el caos y el sinsentido de la vida, formas de pensar mágicas como esta ficcionan una realidad en la que el control vence a la impotencia, la desesperación, lo absurdo…

Los pensamientos vinculados por analogía o continuidad no son exclusivos del pensamiento mágico, también lo son del pensamiento psicótico y de otras formas de patologías como los trastornos obsesivos. Podemos afirmar que toda forma de patología o disfuncionalidad psíquica está imbuida de esta forma de pensar mágica… por supuesto, en diferentes grados. Es una forma de distorsión cognitiva que hace ver cosas que no existen y/o existir realidades inventadas, virtuales, delirantes y míticas. Esta forma de pensar se opone al pensamiento lógico, aunque lo imita. Es un mecanismo de defensa que instituye toda una serie de creencias irracionales como realidades demostradas e irrefutables. Se parte de percepciones sin ninguna base crítica que llegarán a hipótesis especulativas formando parte de un nuevo credo.

Lo que más me asusta como profesional de la psicología, no solo es la proliferación y generalización de esta manera de pensar, sino la potenciación perversa que están haciendo de ello medios como la publicidad, el marketing, la política, la economía, la técnica e incluso la ciencia. Todas estas áreas hoy convertidas en industrias, se dedican a estudiar cómo pueden difundir ideas, conceptos, percepciones, valores y realidades de modo que la gente se las crea. Intentan imponer, condicionar y modificar el comportamiento humano a través de técnicas de manipulación, coerción y coacción para obtener nuestro “libre y voluntario consentimiento”.

Esta es la posverdad de nuestra modernidad tardía. Esa información o afirmación en la que los hechos reales tienen menos importancia que las opiniones y emociones suscitadas. El pensamiento mágico subyace en esta posverdad según la cual, la realidad queda subordinada y reorganizada desde ideologías específicas que responden a su vez a voluntades económicas que desembocarán a su vez en políticas. El subjetivismo, la parcialidad y la ideología se confunden con la objetividad, los hechos y la realidad. La información se confunde con la formación. Y todo ello gracias a la magia. Lo mágico aparece cuando el proceso de conocimiento deja de serlo. Todo medio que se convierte en un fin, adquiere este espíritu mágico. Desde el momento en que algo subjetivo como una información se convierte en un hecho objetivo, una realidad, adquiere un significado mágico. Cuanto mayor sea la distancia entre la realidad y la ficción, entre (personas) consumidoras y productoras, entre dominantes y dominadas, mayores serán las funciones mágicas de toda mediación. A mayor crisis, mayor desorganización, mayor disgregación y por supuesto, mayor valor mágico ya sea del dinero, de la información, de la tecnología, de las imágenes… Como dice el doctor en comunicación pública en su ensayo La formación de la mentalidad sumisa, Vicente Romano, “el concepto de magia va íntimamente ligado a la idea de poder” puesto que “la voluntad de dominio y de control reclama el pensamiento mágico porque ese dominio no se efectúa mediante el razonamiento o la demostración, sino mediante evocación y símbolos, con imágenes y representaciones capaces de coaccionar a los seres humanos”. Como dice el sociólogo mejicano Jesús Antonio Machuca “lejos de haber sido superado, el pensamiento mágico ha surgido en condiciones que son propias de la sociedad moderna, en la que predomina la razón occidental, ese ámbito que pretende regirse por los principios lógicos de la ciencia y de la técnica”. En su artículo El pensamiento mágico en el mundo secularizado, se pregunta “sobre las posibles causas por las que, en las condiciones de vida de la sociedad secularizada, ha surgido una mentalidad y una manera de ver el mundo en las cuales prevalecen aspectos de un pensamiento mágico, que permea el imaginario social y ha acompañado a dicha formación social desde sus inicios, así como imbuido al pensamiento científico-técnico desde su origen”.

Y es que la parcelación de la actividad humana con la subsecuente la fragmentación del conocimiento, obstaculiza una visión de conjunto al oscurecer las conexiones entre los diversos fenómenos, la dinámica de las cosas, así como la fenomenología de la realidad. Ello es fuente de incomprensión, incertidumbre, angustia y finalmente, sumisión o resignación. Y este es el caldo de cultivo en donde el pensamiento mágico reaparece con su función unificadora. La reducción unidimensional de la realidad producida por esta fragmentación “recrea formas primitivas de conocimiento” nos dice Vicente Romano. No olvidemos, continúa el autor, que “la mediación efectuada por el pensamiento mágico reduce las contradicciones hasta el punto de eliminarlas. Su misión es la unificación de lo que se presenta dividido, disgregado”. En otras palabras, el pensamiento mágico permite integrar contradicciones, vacíos y carencias afectivas de la vida cotidiana, generados por la fragmentación de las relaciones sociales y del conocimiento. Recordemos que el ser humano necesita ordenar sus conocimientos en un marco general que dé sentido; necesita construirse un modelo de universo para vivir y actuar. Si el ser humano no tiene medios para ello, se verá envuelto ingenuamente por el halo mágico de la fe que le hará identificarse (perder los límites del yo para fundirse con los del entorno) con una imagen o ilusión redentora impuesta por aquellas personas que detentan el poder.

Gracias a la perversa utilización tecnológica de algoritmos matemáticos, estamos entrando en formas de manipulación violentas para vendérsenos mágicamente un mundo totalmente delirante basado en la deificación del capital. Pero no todo el mundo puede ser capitalista. Solo lo serán aquellas personas que acumulen el capital suficiente para comprar más allá de objetos cotidianos, aquellas voluntades que sirvan a un fin: poder.

Siempre, desde sus orígenes, la democracia fue para unas pocas personas, particularmente aquellas que eran libres; libres de la esclavitud que imponía en el mundo de la Grecia clásica, la economía (oikumene). Y hoy no nos hemos alejado mucho ni de las formas griegas ni de las medievales.

El mundo digital nos construye una nueva realidad igualmente alienante como ocurrió en la primera fase de la industrialización, solo que, si en esta fase se despojaba al ser humano de las tierras, de las granjas, en definitiva, se les expropiaban propiedades, hoy se nos despoja del yo, de la intimidad y de la propia experiencia humana. Al respecto, el escritor francés Jaques Lusseyran consideraba que el peligro más grave es el que se cierne sobre nuestro espacio interior y veía ya en marcha, desde la segunda guerra mundial, un “intento de expulsar al yo” a medida que la máquina se expandía. Al igual que se colonizó ese mal llamado “nuevo mundo”, hoy se coloniza el interior del alma y de la mente humana en busca de «excedentes comportamentales» (comportamientos en las redes) para, al igual que esclavos, ser vendidos y programados para nuevas formas de servilismo y de manipulación. El pensamiento mágico sirve aquí a fines de distracción. Nos hacen creer en formas mágicas de existencia libre: libres de polución, de violencia… No obstante, de manera paternalista, es decir, por nuestro bien, nos van llevando oculta y secretamente hacia “mercados de futuros conductuales” nos dice la socióloga Shoshana Zuboff en su obra La era del capitalismo de vigilancia, que enriquecen a una minoría. Gracias a la magia de la industria tecnológica, la del entretenimiento, la de la información, entre otras, nos desvían la atención. El filósofo español Jordi Pigem en su obra Técnica y totalitarismo afirma que como consecuencia de las biotecnologías y las tecnologías de la información han conseguido “convertir al ser humano en un animal hackeable”. Se le ha puesto en jaque, puesto que se le piratea como si fuera un sistema informático.

El coste que todo esto tiene y tendrá en la salud mental de los seres humanos es tan cuantioso y grave que apenas estamos empezando a ver las graves consecuencias.

 

 

 

 

 

 

 

 

2 opiniones en “El pensamiento mágico: regreso al oscurantismo del medioevo”

  1. Toda una alegría haberla encontrado por aquí, que desde que cambiaron la web del C7 no aparecen los blogs en portada y creía que ya no existían. Llevo años pensando que el gran hermano al final ,o al principio, es el capitalismo para hacernos «una oferta que no podamos rechazar». Sobre lo que comenta del «libre y voluntario consentimiento» me ha venido a la mente inmediatamente una conferencia a la que asistí hace cerca de 15 años, dentro de un gran evento anual de big data, data science y demás, titulada «El lado humano del dato», donde, oh sorpresa, solo se hablaba de como vencer las reticencias del «cliente» a la hora de poner a disposición de los «algoritmeros» sus datos. Por otro lado, lo del boom del pensamiento mágico intuyo que tiene que ir asociado a una reprivatización de la religión. Y, como siempre, aquí tomando nota de sus referencias que suelen ser bastante desconocidas para mí y me parecen muy interesantes, aunque esta vez sí conozco «La formación de la voluntad sumisa». Por si acaso no continúan estos blogs, o por si no se lo había dicho antes, o porque sí, gracias por sus siempre interesantes artículos.

    1. Muchas gracias por tu excelente y cultivado comentario. Un placer. De momento el blog continua así que puedes echar un vistazo.

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