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Entrenarse

 

Parece que poco a poco volvemos a la normalidad anormal  en nuestro país tras el shock provocado por el bichito más famoso de los últimos tiempos: covid-19. Sin duda quedará en nuestra retina como el gran inmovilizador, el que ha puesto patas arriba al mundo y del que todavía sabemos poco.

Esa es al menos la sensación que extraigo cada vez que escucho a quienes se entregan en cuerpo y alma a la investigación: quedan muchas dudas por resolver, incluso si llega la vacuna y el Sr Trump no se las queda todas, que es también una posibilidad. Cuando todavía no conocemos en profundidad este virus desde China nos avisan de que hay uno nuevo en los cerdos que puede trasladarse al género humano. Y claro, cuando el gigante asiático dice algo, mejor escucharlo y hacerle caso por si las moscas.

Nadie duda ya de que el comportamiento humano con la naturaleza es cada vez más agresivo, menos cuidadoso y creyéndonos «los más poderosos» nos llegan estos avisos para navegantes.

Decían al inicio del confinamiento que de esta crisis íbamos a salir mejores personas, más cuidadosas, con un mayor compromiso. Yo que soy de las que ven siempre el vaso medio lleno creo que hemos salido mejores personas las que ya lo éramos y más imbéciles quienes ya mostraban maneras para graduarse en ello.  Una vez me explicó acertadamente un taxista: de la misma manera que una persona se entrena para tocar el violín magistralmente o para tirar los tiros libres sin fallar, la gente se entrena también para criticar, quejarse, etc. Así es que en la reconstrucción iremos viendo el grado de cambio.

Desde nuestro país vecino nos llegan noticias de que el presidente Macron, después de las elecciones del domingo, se ha puesto el traje verde. Tener en cuenta la ecología, ir hacia un desarrollo sostenible que permita un modelo de ciudades habitable, cuidando el medio ambiente con producciones ecológicas que nos alimente sanamente, en una vuelta inevitable al medio rural con condiciones de vida dignas, el uso de energías limpias, el consumo del agua, son elementos que tendrán que ponerse sobre la mesa en el plan de reconstrucción europea que se está discutiendo en Bruselas. 

Hoy empieza su periodo de presidencia Alemania y será Angela Merkel la que dirija estas primeras sesiones esenciales.  Algunos países europeos  se oponen a estos fondos estructurales, fundamentales para hacer frente a esta pandemia que azota a toda Europa.

Sin duda, el mundo va a mirar cómo resuelve el viejo continente europeo esta situación, porque no olvidemos que es el que tiene un mejor estado de bienestar y una democracia, eso si imperfecta, pero democracia consolidada.

Las últimas intervenciones de Angela Merkel relacionadas con el aislamiento de la extrema derecha y su defensa de la democracia ante los gobiernos populistas de América, me ha acercado a una mujer con la que  compartía poco.  Pero el entendimiento del eje franco-alemán es fundamental para salvar esta coyuntura. El traje verde que acaba de ponerse Macron será fundamental que lo lleve a Bruselas y que sirva también para que esta reconstrucción no se vuelva a hacer con los elementos que fracasaron en crisis anteriores: más ladrillos y obras que sigan matando el medio ambiente.

Estaría bien una buena sesión de entrenamiento para tener la suficiente capacidad de trabajar por un modelo más sostenible que ponga a las personas en el centro porque son las únicas que realmente importan.