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Esenciales

Ha tenido que venir un decreto ministerial en plena crisis sanitaria para poner de manifiesto quienes son las personas esenciales en este país. En la prensa de estos días aparecen  como titulares el ahorro de los sueldos de dos emblemáticos futbolistas: Cristiano Ronaldo con un sueldo de 32 millones netos y Leo Messi que con la reducción, tendrá una nómina de 50 millones. Todo ello claro está, sin contar los dividendos por los derechos de imagen, algo que solamente ellos sabrán, porque dudo que ni el fisco esté al corriente.

Estos y otros muchos personajes públicos concitan el interés general, son referentes nacionales e internacionales.  Sin embargo, ahora no aparecen en el listado como esenciales. Cuando nos enfrentamos a una de las crisis más brutales de la historia de la humanidad, los esenciales no viven en grandes mansiones, no tienen aviones particulares, no les pagan grandes sumas por llevar ropa de marcas, no son influencers.

Las personas esenciales para este país no salen en los medios de comunicación, no son los grandes empresarios, banqueros, futbolistas, no son quienes poseen las grandes fortunas, muchos de ellos, dicho de paso en  paraísos fiscales.  Resulta que ahora los grandes y las grandes patriotas son quienes están en los centros sanitarios, en los supermercados, en el transporte, en las industrias textiles, en las limpiezas, en las desinfecciones, en la recogida de residuos,  en los cuerpos de seguridad al servicio de los Ayuntamientos, las Comunidades y el Estado.

Sin embargo, estas personas, a las que aplaudimos cada noche a las ocho de la tarde, una hora menos en Canarias, eran también  esenciales antes de la pandemia pero, mira por dónde  no nos habíamos dado cuenta. Ha tenido que venir a demostrarlo el BOE.

Me contaba una enfermera que ella había sido buena profesional toda la vida, que llevaba más de treinta años prestando sus servicios con idéntica vocación. Que era la misma, cuando iba detrás de la pancarta hace años, denunciando los recortes y coreando que la sanidad no se vende, se defiende. Y dice además que no es ninguna heroína, que tiene mucho miedo pero que va porque es su obligación y su vocación. También manifiesta un deseo: que ojalá cuando se acaben los aplausos, no nos olvidemos de pedir recursos para mejorar la que era la mejor sanidad del mundo pero que vendieron cuando vieron el gran negocio que hay detrás de la salud.

Y resulta que también son esenciales nuestras compañeras de la Red Social Koopera, que están gestionando los pisos de personas vulnerables.  Alcira, tiembla cuando piensa qué hacer si tiene que aislar a alguna de las personas que en algunos pisos comparte habitación y sigue buscando recursos,  mascarillas, que no llegan, Epis que siempre faltan. Y a Inés, que se le descuadra la cuadrilla de limpiezas por las bajas de personas sensibles y que no pueden trabajar en este tipo de servicios.

Otra esencial es la gente de Alavar, la lavandería de mi amiga Susana, que sufre para poder llegar a final de mes y cuadrar las cuentas, porque una parte de su servicio habitual está cerrado. Y ahí están, lavando para las personas que están en  los pisos y albergues de la Cruz Roja que acogen a personas vulnerables. Estas esenciales han podido disfrutar este año de la subida del salario mínimo, ese que mucha gente de bien, cuestiona.

Y resulta que es esencial también el chico que limpia mi edificio, un chaval majo, extranjero de esos que han venido a quitarnos el trabajo. Silencioso, sonríe y se ofrece a llevar tu bolsa de la basura para que no tengas que salir a la calle.

Y podría sacar un inmenso listado de gente esencial de acogida, las ONGs, los diferentes servicios públicos de toda índole: prisiones, centros de menores. Y qué decir de las residencias de mayores, esas que ven cómo algunas personas se les va, como el agua entre las manos, sin poder hacer nada y en muchos casos, ni hablar por miedo a las consecuencias.

Esta crisis que nos tiene confinadas, poniendo a prueba la resistencias internas y externas, nos está presentando una realidad diferente, nos está planteando seriamente dónde se encuentra lo esencial y si hemos dado mucha cancha a lo banal; cuales son los valores que nos mueven y dónde están las prioridades.

E insisto,  si este planeta nos está demandando algo es un cambio esencial.  No podemos sostener este nivel de explotación de los recursos que es la base de este sistema neoliberal  imperante, en el que unos pocos tienen grandes fortunas, mientras la gran mayoría vive en la pobreza.  Y si de esta pandemia no salimos con una clara conciencia de lo que es esencial quizás la siguiente  advertencia del planeta sea más contundente.

Por eso creo que es esencial:

-Velar por los Servicios Públicos, es decir dotarlos de medios para que estén realmente al servicio de la ciudadanía.

-Que la gente más vulnerable de este país no vuelva a sufrir como en la crisis anterior que salvamos a la banca con el dinero de toda la ciudadanía sin que les entre ningún remordimiento por no devolver lo inyectado. Que la igualdad es un valor irrenunciable ahora más que nunca.

-Que las empresas tienen la gran ocasión de aplicar la Responsabilidad Social, cuidando a las personas trabajadoras, no haciendo ERTES innecesarios y sobre todo, no aprovechando esta coyuntura para despedir sin necesidad. Esta será una oportunidad para ejercer el patriotismo diversificando las actividades productivas, disminuyendo los beneficios para que podamos revertir esta situación más pronto que tarde.

-Que seamos capaces de no distraernos con quienes utilizan esta crisis para conseguir sus intereses personales, enfrentarnos, generar odios, engordar sus egos con frases grandilocuentes y nulas propuestas. Que no olvidemos dónde está lo realmente esencial. Y esta es una pregunta que nos tendremos que hacer personalmente para responder colectivamente.

-Que sigamos cuidándonos. Yo mantendré el te a las seis de la tarde con mi vecina Inma cada una en su ventana; seguiré trabajando en casa con ilusión para proponer alternativas  que mejoren la vida de las personas en este país; mantendré  el espíritu constructivo desde mi casa y acompañaré de corazón a las familias que no pueden despedir a su gente más cercana. Y seguiré agradeciendo a esas personas esenciales su dedicación y servicio.