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La ministra y la Economía Social

 

La Ministra de Trabajo y Economía Social Yolanda Díaz fue ayer, una vez más, noticia.  Pero esta vez no abrió los telediarios ni inundó las redes sociales con la firma de sus acuerdos con todos los agentes sociales o las respuestas contundentes a sus opositores políticos. Lo hizo porque en nombre de la cultura, de la cultura taurina, zarandearon su coche llamándola «cerda y roja de mierda». No voy a plantear la eterna cuestión de si este poderío testosterónico lo ejercerían igual con un hombre y ni siquiera pienso  dar cancha a quienes reivindican de esa manera la cultura, porque ya dicen mucho de si mismos con esas expresiones.

Lo que a mi me interesa destacar es la razón que llevó ayer a Yolanda Díaz a Toledo. ¿Alguien lo sabe? ¿Algún medio se hizo eco del motivo de la visita? ¿El contenido de su discurso tuvo alguna repercusión? Me temo que no. Ya me he jugado unas cuántas cervezas a que la ministra gallega no se va a comer el turrón tranquila, que le van a aparecer eventos varios y diversos en los que el contenido de sus intervenciones quedará oculto tras la polémica, que van a sacar a relucir las chuches que se tragó deprisa, antes de la comida, sin que su madre la viera, si no se cambió de calcetines después de hacer deporte o dijo alguna palabrota un domingo en un momento de cabreo. Le sacarán de todo porque se ha mostrado como una mujer comprometida, sólida en sus planteamientos, trabajadora y sobre todo, como alguien capaz de alcanzar consensos, algo que  ni en tiempos de una pandemia mundial de salud, se ha podido hacer de manera natural en este país fragmentado. Si a esto le añadimos que es de Podemos, la representación del diablo con patas…el acoso está servido.

Pues bien, Yolanda Díaz le dio a su Ministerio de Trabajo un apellido, el de Economía Social. Pero claro, cuando se eligió ese nombre, aunque ya las feministas estábamos polinizando con nuestra manifestación la Covid 19, no pensábamos enfrentarnos a una pandemia de estas características. Desconozco cuales eran sus planes concretos para desarrollar, por fin, la Estrategia de Economía Social en España, que fue un compromiso asumido por todos los partidos políticos en el  año 2015, cuando se aprobó la Ley de Economía Social en España por mayoría absoluta aunque hoy parezca ciencia-ficción.

En su agenda estaba marcada una cita en Toledo porque esta bella ciudad castellana ayer fue declarada Capital Europea de la Economía Social 2020. 

Reconozco el discurso, me gusta el reconocimiento público y expreso por este modelo que muestra la necesidad de desarrollar prácticas  más sostenible y amable con las personas. Pero ni el discurso, muchas veces repetido ya, ha pasado ayer.  Ahí ha quedado, en un twitt de la ministra que anoche gente cercana se encargaba de difundir porque la noticia era el zarandeo de su coche.

Y esto pasa en una semana en la que Europa ha sudado la gota gorda para dar una respuesta conjunta y contundente a la pandemia de la Covid 19 que ha puesto la economía a los píes de los caballos. La primera parte de los deberes se hicieron.  Estaba en juego la frugalidad o la existencia europea. Sigue pendiente el desarrollo del partido.  Cuando esta reconstrucción empiece seguirá el gran debate: ¿Porqué modelo apostamos: la riqueza de unos pocos o el bienestar de la mayoría? ¿Seguimos socializando las pérdidas y privatizando las ganancias? ¿Apoyamos estrategias de economías centradas en las personas en desarrollos sostenibles o seguimos riéndole las gracias a la gente lista patriota, experta en creación de sicav, paraísos fiscales?

Esta será la segunda parte del partido iniciado en Bruselas que está por disputar. Sin duda, el acuerdo alcanzado en Bruselas por el equipo de Pedro Sánchez y los no frugales es un éxito. Pero tras la gestión política viene la concreción de los proyectos, la agilidad para desarrollarlos en una administración pública excesivamente burocratizada y alejada de la realidad sufriente.  La respuesta a esta situación tan vulnerable. propiciada por la crisis sanitaria, pasa por la capacidad de respuesta estable y coordinada  que tengan las instituciones públicas, los agentes sociales y la sociedad civil que vele por el conjunto de la ciudadanía  porque sino, quienes se consideran con derecho a vilipendiar, van a encontrar un campo abonado para la confrontación, el cabreo, el insulto y de ahí a otros modelos grises, la historia nos dice que hay muy poco espacio.

Por eso son necesarias estrategias que impulsen este tipo de respuesta y tanto desde las organizaciones de la Economía Social, como la administración pública, tenemos la responsabilidad de hacerlo posible o no seremos creíbles. Y se seguirá oyendo una voz en twitter que diga: La Economía Social pone a la persona en el centro pero que ni será escuchada, ni tenida en cuenta, porque el ruido exterior, los intereses creados, la burocratización,  será mayor si nuestras realidades no son más contundentes, creativas, coloristas y portadoras de esperanza.

Yo seguiré haciendo ruido por esto último y silenciando, no siendo altavoz de quienes ya tienen voceros suficientes en los medios pagados por el gran capital y el papel couché vendedor de sueños americanos.