¿De qué color es la piel…?

El mediterráneo está de actualidad.  No solamente por el acercamiento del periodo estival, largamente esperado, sino porque de nuevo se convierte en la cuna de quienes buscan escapar de la barbarie. Esta semana, el protagonista es un barco, escoltado por otros dos, que está realizando la travesía con 629 personas refugiadas, en busca de un lugar donde poder atracar y que finalmente será en Valencia

La trayectoria del Aquarius ha levantado ampollas estos días en nuestro país y en Europa, al mismo tiempo que pone de nuevo en evidencia el fracaso de la política de la Union Europea en este tema.

Son muchas las reacciones que se han producido en una y otra dirección ante este desastre humanitario, ante la deriva de tanta gente que huye de situaciones bélicas y violentas en sus países de origen.

He oído y leído auténticas barbaridades mientras se dirimía cómo resolver este drama. Barbaridades que me resultan todavía más incomprensibles en un país que no hace mucho tiempo vivió el mismo fenómeno: huída, búsqueda de mejores horizontes por cuestiones políticas o laborales.

El tema de la migración no es nuevo en nuestro país, es más, nos resulta muy conocido en una y otra dirección.

Además, no hace mucho, en pleno crecimiento económico, mientras la burbuja se inflaba progresivamente, abrimos nuestras fronteras y vino gente de todos los continentes a trabajar en nuestros campos, a cuidar a nuestras criaturas, a acompañar a nuestros mayores, a servir en nuestros bares y restaurantes, a posibilitar el crecimiento de la banca.

Cuando llegó la crisis, escuchábamos eso de que venían a quitarnos el trabajo, que no cabemos tanta gente, y bla, bla, bla.

Ahora, la situación debe ir mejor, porque volvemos a abrir las fronteras para algunas actividades. De nuevo, las mujeres. Esta vez para recoger las fresas en Huelva. Mujeres que no saben hablar español, que vienen a trabajar en unas condiciones inaceptables en nuestra sociedad aunque tengamos una alta precariedad en el trabajo, que son usadas por sus capataces, violadas si quieren conservar sus esclavos empleos. Es una situación  hecha pública por la prensa alemana, que ha levantado todas las alarmas al tiempo que se presentaban las correspondientes denuncias.

No podemos perder de vista esta situación, debemos seguir vigilantes y denunciar estas esclavitud integral. De la misma manera que necesitamos organizar la llegada de estas personas en las mejores condiciones, al tiempo que exigimos un cambio de política en el conjunto de Europa.

Necesitamos aprender a convivir en una sociedad que va a tener la interculturalidad como bandera. Vivimos en una sociedad globalizada, con sus ventajas y múltiples contradicciones. Y lo que no podemos perder de vista es la imperiosa necesidad de crear una sociedad más justa en su conjunto. Aquí y en los lugares de origen. Sino, fracasaremos también allá y acá.

POEMA “LA MALETA” de Pedro Lezcano
Ya tengo la maleta,
una maleta grande, de madera:
la que mi abuelo se llevó a La Habana,
mi padre a Venezuela.
La tengo preparada: cuatro fotos,
una escudilla blanca, una batea,
un libro de Galdós y una camisa
casi nueva.
La tengo ya cerrada y rodeándola
un hilo de pitera.
Ha servido de todo. Como banco
de viajar en cubierta,
y como mesa y, si me apuran mucho,
como ataúd me han de enterrar en ella.
Yo no sé dónde voy a echar raíces.
Ya las eché en la aldea.
Dejé el arado y el cuchillo grande,
las cuatro fanegadas de la vieja…
– La hostelería es buena, me dijeron.
Y cogí la bandeja.-
Si señor, no señor, lo que usted mande,
servida está la mesa…
Yo por vivir entre los míos hago
lo que sea.
Vi a las mujeres pálidas del norte
arrebatarse como hogueras
y llevarse las caras como platos
de mojo con morena,
tanto que aquí no dejan ni rubor
para tener vergüenza…
Vi vender nuestras costas en negocios
que no hay quién los entienda:
vendía un alemán, compraba un sueco,
¡y lo que se vendía era mi tierra!
Pero no importa, me quedé plantado.
Aquí nací, de aquí nadie me echa.
(Hasta que el otro día lo he sabido,
y he hecho de nuevo la maleta.)
He sabido que prontovan a venir de afuera
técnicos de alambrar los horizontes,
de encadenar la arena,
de hacer nidos de muerte en nuestras fincas,
de emponzoñar el aire y la marea,
de cambiar nuestros timples por tambores,
las isas por arengas,
las palabras de amor por ultimátums,
por tumbas las acequias…
Si se instalan los técnicos del odio
sobre nuestras laderas,
los niños africanos, desvelados
bajo la lona de sus tiendas,
mirarán con horror las siete islas,
no como siete estrellas,
sino como las siete plagas bíblicas,
las siete calaveras
desde donde su muerte, y nuestra muerte,
indefectiblemente se proyectan.
Yo por mi partecojo la maleta.
La maleta que el viejo
se llevó a las Américas
en un barquillo de dos proas,
¡Qué valientes barquillas atuneras!
Tienen dos proas, una a cada lado,
para que nunca retrocedan.
Vayan a donde vayan siempre avanzan.
¿Quién dijo popa? ¡Avante a toda vela!
Y yo…voy a marcharme, reculando.
Voy a dejar que crezca
sobre esta tierra mía
toda la mala hierba.
Voy a volver la espalda al forastero
que vendrá con sus máquinas de guerra
para ensuciar de herrumbre las auroras,
de miedo las conciencias…
Pensándolo mejor, voy a sacarde la vieja maleta
el libro, la escudilla, la camisa,
la batea,voy a pintar y a barnizar de nuevo
su gastada madera,
voy a quitarle el hilo y a ponerle
la cerradura nueva.
Y con ella vacíame acercaré a la Isleta,
y al primer forastero de la muerte
que llegue a pisar tierra
se la regalo, para siempre suya,
y que la use y nunca la devuelva.
¡No quiero más maletas en la historia de la insular miseria!
Ellos, ellos,que cojan ellos la maleta.
Los invasores de la paz canaria
que cojan la maleta.
Los que venden la tierra que no es suya
que cojan la maleta.
Los que ponen la muerte en el futuro
que cojan la maleta¡
Que cojan la maleta,
que cojan para siempre la maleta!

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