Cuerda al corazón

Esta semana he llegado a su término, justita de gasolina o pidiendo agua por señas, que decimos en nuestra casa. Tras los días de asueto y tranquilidad disfrutados en la Semana Santa, la agenda daba brincos exigiendo su atención.

Y los puntos eran múltiples y diversos: seguimiento de concursos públicos, búsqueda de financiación, desarrollo de nuevas actividades económicas, reuniones programáticas; todo ello estaba irremediablemente sazonado por la actualidad mediática en este país, que a su vez, parece imposible desvincularla de los acontecimientos políticos.Parece que estamos ante una órbita extraterrestre, donde las necesidades de la ciudadanía no figuran en el sumario del programa. El drama y la trama, es la incapacidad de la clase política para resolver lo que realmente nos afecta. Y esa misma clase política nos ofrece un permanente espectáculo mediático convirtiéndose en protagonista absoluta de la actualidad.

Como dicen en mi pueblo: el jueves por la tarde llegué «con la cachimba llena!» Me «hubiese mandado a mudar» a otro país, no sé si mejor porque todavía desconozco cuál podría ser, pero sí en el que los medios de comunicación, no nos estén machacando una y otra vez, con este tipo de información.
Porque en el deseo de ganar audiencias y adeptos, o el quién da más en los minutos consumidos y consumados, se encontraban tres noticias principales: Cifuentes y su máster; las reinas y sus rifirrafes; Puigdemont y su excarcelación.

Las informaciones catalogadas como serias, eran protagonizadas por personalidades pagadas por los presupuestos generales del Estado, es decir con la pasta de nuestros impuestos.

Yo tenía entendido, que con el dinero público, se debe hacer frente a las tareas de gobierno para resolver las necesidades de la ciudadanía. Esas que están pidiendo los abuelos y las abuelas, gente enfadada porque el cartero les han llevado una carta, con una subida provocadora que les ha llevado a la calle; o las kellys, esas mujeres que llevan denunciando que hacen en los hoteles un trabajo de esclavas, dejándose las manos y la columna destrozadas, ya no digo el corazón; o el Pacto de Estado contra el terrorismo machista, esos atentados que no cesan; o la huida de nuestros chicos y chicas hacia el extranjero, porque aquí no van a pasar de mil euristas; o los precios de los alquileres en las grandes ciudades, que se han disparado porque las nuevas formas de hacer turismo, cambian las normas de usos. Y puedo seguir con un listado hasta necesitar otro blog.

En fin, que decidí el viernes aislarme de las noticias, cerrar mis semana laboral, evaluando si había sido coherente con mis responsabilidades y conseguido mis objetivos.

Me pregunté también, si de alguna manera no hay que poner esos criterios en la actividad política, que nos muestren sus señorías, cuál es su agenda de trabajo y cómo han sido los resultados.

Porque sinceramente creo que si estuvieran en la empresa privada y les pidieran cuenta me gustaría conocer cuáles son los resultados de esta semana. Aunque eso si, haya habido aplausos, convenciones, manifestaciones, etc.

Tenía entendido que elegíamos a la clase política para que resolvieran nuestros problemas y en estos momentos creo sinceramente que son quienes más los generan.

Por eso, el sábado decidí retirarme a las trincheras, serenar el alma, dar de nuevo cuerda al corazón, encontrarme con la buena gente militante de los movimientos que desde el compromiso y eso si, cada vez con más canas, siguen reivindicando la necesidad de Ver, Juzgar y Actuar como una herramienta de cambio. Allí también encontré amistades con responsabilidades políticas que tienen agenda y pueden mostrar resultados. Haberlas, haylas,  y muchas, me constan, en los pueblos, ciudades, distintas administraciones, pero estas salen poco en la prensa o sencillamente, no salen.

Hoy quiero seguir dando cuerda al corazón, porque de lo único que puedo responder es de mi agenda y mi compromiso. Una vez en una conversación una amiga me decía: quizás la gran PAZ, no esté a nuestro alcance pero las pequeñas paces, si. ¡Pues, a por ellas!

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