Por el título puede parecer que estamos ante una clase de lectura pero no se trata de una cuestión de comprensión lectora sino de tomar conciencia de lo que significa la palabra responsabilidad. Y sobre todo, cómo aplicarla en un momento tan complicado como el que estamos viviendo con esta pandemia traída con el Covid-19, que ha puesto patas arriba al mundo entero.
Estos días me han llegado estas dos imágenes que me parecen muy claras
Representan dos actitudes visiblemente manifiestas de cómo nos queremos posicionar estos días en la desescalada. Que todo el mundo quiere salir libremente después de esta cuarentena, es lógico, yo también. Vivo sola y tengo a mi gente más querida a cientos de kilómetros, incluso mares de por medio. Que la situación económica es preocupante, más que evidente, participo en la gestión de empresas que engloban a casi 600 personas trabajadoras y estoy en un ERTE.
Pero ya lo he dicho hasta la saciedad: con la salud no se puede jugar. Sino tenemos salud, de poco valen las riquezas, decía mi abuelo. Y yo estoy de acuerdo con el.
Por eso, sea cual sea la fase en la que nos encontremos, sea cual sea la ciudad, pueblo donde nos haya pillado la pandemia, seamos responsables. NO voy a repetir lo que nos dicen día a día las personas responsables de la salud: higiene, mascarillas, medidas de alejamiento físico, buen rollo.
Llevamos mucho tiempo en una dinámica peligrosa de mirar siempre lo que hacen las demás personas, de ser analistas y saber de todo, de vivir en una necesidad marcada por el reconocimiento social, manifestado por el mayor número de likes o de rettuit.
Creo que ahora el reconocimiento vendrá si somos capaces de salir de esta pandemia sin más recaídas; si somos capaces de mantener a nuestro personal esencial cuidado y bien pagado; si somos capaces de ir retomando la normalidad con generosidad para que las personas más vulnerables no se queden en la estacada; si somos capaces de unirnos a las miles de canciones, que suenan mandando mensajes de positividad y sentido común, frente a quienes buscan la bronca permanente; si somos capaces de entender las señales de la naturaleza y promovemos modelos económicos más sostenibles; si somos capaces de construir este país defendiendo los servicios públicos que en los momentos complicados son los que hacen frente a las dificultades; si somos capaces de construir con alegría y serenidad.
Y si alguien ha mostrado serenidad en esta situación tan complicada al frente de la Pandemia es Fernando Simón, el Director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad desde el 2012, que ha dado la cara durante todo este tiempo. El epidemiólogo ha sido objeto de furibundas críticas por parte de quienes se han erigido en expertos en pandemias. Con su estilo desenfadado, sin corbatas negras, ni banderas emblemáticas, este médico ha ido sorteando las mil y una dificultades sin mandarnos a coger espárragos, trabajo complicado como el que más, que es lo que quizás le pediría el cuerpo en estos momentos. Pero ahí está rueda de prensa tras rueda de prensa.
Ha circulado mucho esta semana su perfil de médico comprometido en África, América Latina. No podía ser de otra manera. Esa forma de confrontar la pandemia, ese estilo de dirigirse a la ciudadanía es la de alguien que ha visto mucho, vivido mucho, sentido mucho y relativizado mucho también.
Ayer tuvo además del gesto de valorar el trabajo de la Directora de Salud Pública de la Comunidad de Madrid, Yolanda Fuentes, que dejó su cargo por no estar de acuerdo en pasar de nivel en la desescalada. Debe ser muy duro el trabajo de los equipos técnicos cuyo criterio es fundamental en estos momentos más que nunca.
Así es que de nuevo me sumo al pacto por la responsabilidad que me consta hace mucha gente en estos momentos, probablemente más de la que lo incumple, porque los imprudentes siempre hacen mucho más ruido.
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