Acabaron las fiestas. Atrás han quedado las reuniones familiares, las bandejas de dulces propios de la navidad y las cenas de empresa. Ahora vamos a ver cómo funciona la dieta mediterránea combinadas con los zumos e infusiones de détox.Pero no, no será la gastronomía el objetivo de esta entrada. Se ha generado un ambiente en el último mes en este país, que invita a tomar dosis considerables de tila, antes de enfriar bien la cabeza. Enfriar la cabeza y el corazón para establecer estrategias eficaces, capaces de acabar con esta ola de mal rollo, que nos llega por tierra, mar y aire.
Hasta las tradiciones más sanas de este país se han puesto en entredicho. Al menos en la Navidad, se daba una tregua a toda lucha para sacar lo mejor de cada persona y posibilitar unas fiestas en paz. En mi caso, además porque no tengo cuñados en mi familia y puedo permitirme compartirlas con quienes realmente quiero y me apetece.
Pero no, estas navidades han sido diferentes. Se nos atragantaban las uvas al pensar en el convulso año que nos espera. Un ambiente enrarecido se ha ido apoderando en una buena parte de la ciudadanía, sobre todo de las mujeres.
Parecía que tras la movida que llevamos a cabo el 8 de marzo había cosas, conquistas que estaban asentadas, asumidas por la mayoría. Sin duda, el patriarcado iba a sacar su patita de nuevo para intentar mantener sus privilegios, pero sinceramente no pensé que fuera el cuerpo entero, ni siquiera que lo hiciera utilizando el sufragio popular. Y menos, que se convertiera en llave de un gobierno, dícese que del cambio.
Muchas veces me he preguntado estos días, qué tecla emocional ha movido a gran parte de esas cuatrocientas mil personas para confiar en ese partido, que sin creer en las autonomías, se presenta a ella y cuyos líderes destacan por las incongruencias en su vida tanto personal como profesional.
No quiero entrar en un debate acalorado de los muchos que se han dado en estos días, ni pretendo hacer campaña contra ese partido, al que prefiero no nombrar, ya que son de los que piensan que mejor que hablen de ellos, aunque sea mal.
Lo único que me interesa es conocer los porqués. Qué les ha movido a creer que estos señores van a proporcionar al pueblo andaluz una mejor vida. Qué les ha convencido de ese discurso contra los extranjeros, cuando seguramente sus casas las limpian mujeres latinas. Cómo han podido distraer a tanta gente diciendo que quienes vienen a quitar el trabajo en los invernaderos a nuestros hijos e hijas, son los inmigrantes y no los fondos buitres. Saber si de verdad creen que las cifras de las mujeres, que un día si y otro también, caen asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas son las mismas que los hombres muertos con causas parecidas.
Quiero entender, si. Porque me parece que solamente entendiendo, seremos capaces de establecer las estrategias necesarias para hacer frente a tanta demagogia. Quiero saber hasta dónde se puede llegar, cuándo el hartazgo por la gestión política llega al hastío. Quiero analizar las formas que han utilizado para calentar los corazones de gente que vibra con banderas y expresiones que rallan el odio, aunque sean fervientes católicos.
Quiero comprender ese uso que hacen de las redes sociales, que utilizan como altavoces de sus mensajes y que han sido capaces de convertirlos en el centro del debate.
Quiero creer que seremos capaces de hacer frente a este desafío, que no ha conseguido frenar ningún cordón sanitario entre partidos, como en otros países europeos, porque los nuestros son capaces de todo, por el llamado cambio.
Sin embargo, creo profundamente que no es solo en la calle donde se debe jugar este importante partido. La calle ha permitido movilizaciones de apoyo a grandes causas, manifestaciones que han posibilitado liderar diferentes luchas, pero estas protestas deben ir acompañadas de gestión, de propuestas que den respuestas a las necesidades de la ciudadanía. A esas familias que no llegan a fin de mes. Que mejore las condiciones laborales de la gran mayoría de la clase trabajadora. Que seamos capaces de empatizar con la gente que viene de fuera, porque nuestros hijos e hijas tambien han tenido que salir a buscarse la vida. Y sobre todo, sobre todo defender la santa igualdad. Que no nos usen como excusa, como moneda de cambio de intereses ocultos, intereses económicos.Y ahora también hasta bélicos, tras las nuevas propuestas de convertir Canarias en base militar.
Me preocupa la falta de respuesta común de los partidos políticos de izquierda ante esta amenaza, porque la derecha, a pesar de los cantos de sirenas en que nos tienen entretenidas estos últimos días, han llegado a acuerdos, algunos de los cuales problablemente jamás sabremos.
El movimiento feminista se está organizando para recordar que no estamos dispuestas a dar un paso atrás. Es más, seguiremos exigiendo la aplicación del Pacto de Estado contra la violencia machista y el desarrollo de las políticas de igualdad.
Mientras tanto, y como para darnos terriblemente la razón, se multiplican las manadas de enérgumenos que se jactan de violar a las mujeres, mientras graban sus fechorías convirtiéndose en asquerosos protagonistas. Las nuevas tecnologías, maravillosas para muchas cosas, son escenarios para quienes probablemente no son capaces de ser famosos por sus capacidades artísticas, humanistas, deportivas sino por ser seres repugnantes.
Estoy segura que hay muchas cosas importantes y bonitas que están pasando en el mundo, pero desde luego, las noticias estos días son para hacer provisiones de sales minerales que permitan digerir tanta noticia triste. Y también argumentos tan peregrinos que parecen venidos de otros planetas.
P.D. Cojo prestada la viñeta de mi compañero en Canarias 7, el genial Morgan.
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