Ángeles y demonios
Se fue Lucia Bosé, con su pelo azul, su sonrisa franca y su vida rompedora. Marchó también acompañada de sus numerosos ángeles con múltiples colores; como creía en la reencarnación seguramente, a pesar de lo mucho vivido, se despidió con la sensación de qué poco tiempo para tantas posibilidades.
Partió Lucía Bosé con sus ángeles y se ha quedado su hijo Miguel Bosé con sus demonios, su juicio con la pareja escondida durante años, sus hijos comprados en el mercado americano y sus ansias mesiánicas de convertirse en el nuevo líder de la verdad mundial. Nos advierte, desde sus magníficas villas, fincas y chalets en el extranjero, que nos están engañando con el coronavirus. Y pide que no usemos la mascarilla como medida de seguridad porque con ello, nos quitan la libertad.
Invita a manifestarse, a llenar las calles, aunque el siga a buen recaudo, fiel a su historia de que una cosa es el personaje público y otra su vida privada.
Pues bien, el que durante muchos años se convirtió en el amante bandido permanece sin actividad musical en los últimos tiempos. Desconozco si su cruzada mesiánica no le deja serenidad para dedicarse a lo que ha hecho mejor toda la vida: cantar. Porque del resto de sus negocios, mejor no hablar. Ni el criadero de jamones en Extremadura, ni el maravilloso hotel también en esa tierra funcionaron, a pesar de que recibió muchos apoyos para que se dedicara a promocionar una tierra maravillosa. Lo suyo, mejor la música.
Por eso, me pregunto si ante la carencia de inspiración y la «sequía creativa» ha encontrado una nueva manera de adquirir notoriedad, de seguir en el hits parade sin lo que el mundo artístico no puede sobrevivir.
Que no tenemos toda la verdad de lo que está pasando, es una realidad como un día de fiesta; que vamos dando tumbos porque estamos ante una pandemia universal de origen y final aún desconocido, es evidente; que las contradicciones en los gobiernos de todo el mundo son de manual, también; que los que antes mandaban a Europa una carta diciendo que el gobierno había instaurado una dictadura bolivariana, ahora piden que vuelva el mando único, propio de la oposición española, nada nuevo; que la ciudadanía no está por cambiar sus hábitos, costumbres porque está criada en el más vale malo conocido que bueno por conocer, parece evidente; que tenemos un sistema público de salud temblando por la que se le viene encima, aunque la prensa no hable de ello porque las grandes corporaciones prefieren seguir vendiendo la salud, de primero de sistema capitalista; que como no cambiemos los esquemas nos vamos a ver de nuevo en confinamiento por una temporada y no aplaudiré en mi terraza, lo juro; y que mientras tanto, los demonios están frotándose las manos tranquilamente en sus playas privadas, mientras sublevan a la clase popular con canciones o avisos de mociones de censura, estrategia política de los grandes intereses económicos.
Así es que yo me voy a desconectar esta semana de tanta gente lista, endemoniadamente visionaria, que utiliza el dolor, la preocupación por el futuro, la salud como herramienta para sus intereses personales. Y me voy en busca de ángeles capaces de refrescar la cabeza y endulzar el corazón, me da igual el color que tenga, aunque mi color sea el lila.