Política Disney

Hace muchos años, cuando era bastante más joven, vivía en el Palmar, barrio movidito de Teror. Allí, entre muchas cosas, hacíamos representaciones teatrales, festivales, fiestas. Participé activamente en uno de los proyectos, que por aquel entonces dirigía el emblemático Cristóbal Almeida Macías, recientemente fallecido. Era una recital de poesía. Entre los autores que había seleccionado, él que venía de la cosmopolita Barcelona, se encontraban Beltor Brecht y León Felipe.

De vez en cuando, sobre todo, cuando me siento especialmente convulsa por cómo veo la realidad, me viene de manera recurrente uno de esos poemas. Es de León Felipe y dice:

Yo no se muchas cosas, es verdad.
Digo tan solo lo que he visto
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos…
y sé todos los cuentos.

Está claro que en la época de León Felipe no se tenía en cuenta el lenguaje del género. Por supuesto, no seré yo quién enmiende el poema por este tema. Pero si me parece que el contenido, el cuento que nos quieren contar, es de rabiosa actualidad.

Estamos ante la víspera de la celebración de elecciones en una Comunidad Autónoma importante de nuestro país. Andalucía celebra mañana los primeros comicios, después de acontecimientos políticos que han marcado la vida de nuestra sociedad en los últimos meses. Casí podríamos aplicar el eslogan medioambiental: piensa globalmente, actúa localmente, porque por esa comunidad ha pasado la totalidad de la clase política. Y sinceramente, he escuchado hablar más de todo, que de la propia realidad andaluza. Sabemos, por tanto, que lo que pase mañana en el Sur de España afectará a los vientos que soplarán los próximos meses en todo el Estado.

Y sinceramente, me preocupan los aires que hacen ondear banderas contra los derechos humanos, contra la igualdad, contra la libertad. Me asustan esos cuentos que nos están queriendo convencer de  que unas personas son mejores que otras por sus distintas condiciones; cuentos dirigidos a fomentar el odio, a la división, a la confrontación.

Me cabrea pagar a una clase política irresponsable, que alimenta con su inanición, silencio o complicidad manifiesta, estas actitudes. Me entristece, lo que ayer un alto cargo del funcionariado en la Comunidad Valenciana, denominaba «política disney«, es decir que ante esta situación, nos quedemos en discursos, en grandes proclamas y no nos demos cuenta de que se está creando una sensación de ineficacia y abandono que otros aprovechan.

Me muevo en el filo de la navaja, entre la necesidad de ser consciente de la realidad en la que vivo, la decisión de no deprimirme y mantener intacto mi compromiso para cambiarlo.

Debo reconocer que a veces me cuesta mucho. Estos días figuran en ese calendario. Me siento particularmente cabreada ante la falta de capacidad de una gran parte de la administración pública para resolver los problemas de la ciudadanía. Y sobre todo, porque en estos momentos, he visto cómo quienes encuentran en el cabreo, la desesperanza y la desconfianza, el caladero donde pescar para su causa, están haciendo el agosto y creciendo mucho, según los sondeos y las manifestaciones públicas.

Como pueden comprobar no voy a dar nombres, porque no seré yo quién haga publicidad a quienes me parecen sencillamente peligrosos. Pero si creo que es necesario pasar de la Política Disney a la concreción de cómo mejorar la realidad del día a día porque sino, quizás el lobo viene antes de lo que nos gustaría. Y ojalá me equivoque. Estaré encantada de reconocerlo.

Por lo pronto, esta tarde disfrutaré de Madrid Central, una apuesta de que la ciudad debe ser primero para las personas. Y que el cuidado de la salud pasa por un medio ambiente equilibrado. Y esto no es un cuento, es la pura realidad aunque cueste a la comodidad inicial.

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