¡Vaya, se han acabado las vacaciones! A juzgar por los cambios meteorológicos, también parece que va finalizando el verano. Así es que nos vamos confrontando a la realidad de cada día.
Y zasca, cuando miro la actualidad, por más que haya desconectado en este tiempo, me parece tan estresante, que me debato entre recordar lo bonito que fue el periodo estival o entrar a saco en su ocaso.
Así es que miro mi terraza y encuentro este magnífico hibiscus, que lleva todo este tiempo trabajándose internamente antes de proporcionarnos esta flor tan hermosa. Ha sido laborioso, como la vida misma. Al agua y mimo con el que cuidamos en mi casa las plantas, se une las largas conversaciones que tenemos con ellas. Queremos que se animen a pesar del calor, el aire, las tormentas. Y siempre he creído que es más probable conseguir frutos empeñándose en ello y trabajando que esperando a que el cielo o las amistades provean.
Por eso me parece tan bochornoso el espectáculo que estamos presenciando durante este año con el tema de los masteres. Y la utilización que ciertas personas hacen de sus influencias para conseguir lo que la mayoría hace con dinero, esfuerzo, tiempo etc.
A estas alturas, todavía estoy esperando que salga el equipo rector de la Universidad Rey Juan Carlos a explicar o más bien dimitir por el desaguisado que se ha vivido en esa entidad pública, con fondos aportados por la ciudadanía. Conozco familias, estudiantes, profesorado de esa Universidad que están viviendo una situación muy dura. No entienden cómo sus esfuerzos económicos, educativos y profesionales merecen tan poco respeto.
Quienes tenemos hijos e hijas, en edades de realizar estudios universitarios, sabemos lo que cuesta, una vez conseguidas las carreras, iniciar una nueva aventura para conseguir un máster ( en estos momentos casi obligatorio tras la reforma educativa), si quieren acceder a un puesto de trabajo acorde a lo estudiado. Coste económico, de tiempo, y de esfuerzo suplementario en caso de trabajar. Por todas esas familias, por la sociedad en su conjunto, la ciudadanía nos merecemos una investigación seria y profunda de porqué el Instituto de Derecho Público ha podido desarrollar, durante tantos años, unas prácticas tan poco limpias. Es fundamental que se depuren responsabilidades para poder limpiar la imagen de la Universidad Rey Juan Carlos. Hoy nos siguen sorprendiendo con más basura, lo último: el borrado de miles de correos electrónicos de ese Instituto durante los periodos en los que se investigan los regalos recibidos.
Esta semana hemos dedicado mucho tiempo a doctorados, currículums engordados y sometidos a dietas repentinas, másteres regalados, precisamente de quienes tendrían que tener una conducta irreprochable y dar ejemplo. Pero parece que no, que el ego de nuestra clase política, aparte de con títulos, se engorda con escudriñar la paja en el ojo ajeno, mientras la viga en el propio, crece y crece.
Por cierto, no voy a leerme la tesis de Pedro Sánchez. Tengo cosas mucho más entretenidas e interesantes para leer. Entre otras cosas, porque no es, ni espero que sea, mi profesor sino el Presidente del Gobierno elegido, a pesar de las reticencias de algunos partidos, democráticamente.
Por eso me gustaría que sus señorías, a quienes pagamos religiosamente cada mes, se dedicaran a la gestión pública: presupuestos, memoria histórica, reforma laboral, lucha contra el terrorismo machista, construcción de la Europa social, etc, etc que faena no falta.
Mi deseo de que tengamos un inicio de curso lo más feliz posible y que miremos las numerosas cosas buenas y bellas que también existen aunque no tengan cabida en los informativos.
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