El canarión francés

 

 

 

 

Generalmente nuestros hijos e hijas suelen dirigirse a las madres para pedir recetas de cocina, algún contacto familiar o ajustar agendas. Este domingo, mientras mi hijo David esperaba pacientemente la respuesta de la PCR, le dio por reflexionar y me mandó un texto para que compartiera en mi blog.

 

Como me concedió la licencia de hacer arreglos, dado lo largo del contenido, voy a intentarlo.  Eso sí, con una enorme satisfacción, porque como diría mi madre: la boca se me hace un charco, al constatar como piensa y siente.

 

El objetivo de este texto es el de pedir no cometer los mismos errores que se cometieron en el año 2008; poder decir con orgullo que el ser humano tropieza varias veces con la misma piedra pero acaba aprendiendo.  Responde además a una pregunta que se convierte en recurrente en esta pandemia:  Y tú,  ¿de dónde eres?

 

Mi respuesta es siempre la misma: Pues yo soy franco-español, o hispano-francés. En mi caso el orden de los factores no altera el producto, pero a su vez añado con orgullo: “pero de origen canario”. Ahora bien, ¿Qué quiere decir todo esto? ¿Qué es ser francés, español o canario? La respuesta no es fácil, porque no existe.

 

En mi caso soy el primero que se alegra y presume de las grandezas de un país como España; que entra al trabajo un lunes dando palmas, al mismo tiempo que dice en voz alta en una oficina llena de franceses:  “¡Vamos Rafa!”; del mismo modo que defiendo el modelo de Seguridad Social español, único en el mundo; a mi vez  hago alarde (y con orgullo) sobre el buen vivir y el espíritu acogedor que caracterizan las tierras hispanas y que tanto gusta aquí. Y para demostrarlo suelo organizar una soirée (fiesta en casa) con unas papas con mojo y una pellita de gofio, porque ya saben que a Canarias se puede ir tanto en verano como en invierno.

 

Porque soy embajador de lo mío pero también presumo y me enorgullece de pertenecer a  la cultura de un país que ha sido precursor de la Declaración de los Derechos Humanos y que defiende los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad y el principio del Estado laico.  Un país donde conviven las tres mayores religiones monoteístas, donde los debates son verdaderos porque reina el respeto por la palabra y la politesse está impresa en el ADN.

 

Pero bueno, ¿y todo esto para qué? Pues todo esto simplemente para decir que como yo, afortunadamente hay muchos. Está El Hadji, francés de origen senegalés, Sabrina francesa de origen libanés, José  francés con raíces españolas, Charlie Franco-Taiwanesa, Saida francesa de origen marroquí, Álvaro hispano colombiano, pero también tenemos a figuras históricas como el Rey Carlos I de España y V de Alemania,  Francisca Pizarro Yupanqui (hija de Francisco de Pizarro y de la princesa incaica Inés Huaylas Yupanqui) o más recientes como Carlos Gardel (de origen franco argentino) o Charles Aznavour (franco-armenio), Jean Réno (Nombre de nacimiento Juan Moreno y Herrera-Jiménez)  o Manuel Valls (francés de origen catalán). porque ser francés, español, canario, no quiere decir nada pero a su vez da carta de identidad.

 

Solo espero que no se nos olvide cuando la cosa se ponga tensa y queramos proteger «lo nuestro» culpando al prójimo.  Porque una cara con rasgos hace tiempo que dejó de representar a una nacionalidad concreta, porque términos como “machu pichu”, “panchito” “rebeu/beur” (término francés peyorativo que designa alguien de origen árabe) o “chintok” (término francés peyorativo que designa alguien de origen asiático). Por favor, no busquemos al enemigo donde no está, no repitamos lo mismo que en el año 2008.

 

Poco más que decir. Me uno al sentimiento de David: no busquemos al enemigo donde no está, no hagamos de la gente más vulnerable las victimas de esta pandemia. Ya bastantes estragos estamos sufriendo.

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