La lógica de la creencia: una lógica no ordinaria que desafía la realidad de los hechos.
La lógica de la creencia es un tipo de lógica ambivalente –Nardone- estudiada por el constructivismo de la teoría psicológica sistémica. Según esta perspectiva psicológica, los problemas se construyen y como tales construcciones, resulta importante captar las lógicas no ordinarias subyacentes a los problemas psicológicos o de otra índole para poder aplicarlas de manera a la hora de deconstruirlos.
La lógica de la creencia subraya la tendencia humana a actuar como si algunas cosas fueran así -Hans Vaihinger-, es decir, siguiendo ficciones mentales. Se trata de una modalidad de razonamiento fuertemente resistente a la experiencia y la empiria –cualidad de aprender a partir de la observación-. Dicha lógica eleva a rango de verdad cualquier creencia, por lo que la persona que funciona bajo esta lógica cree estar en posesión de la verdad. De ahí su megalomanía y la imposibilidad de acceder a otros razonamientos. Cualquier pensamiento diferente que no ratifique la creencia será atacado. Por ello, el pensamiento único y la conversión en enemigo a perseguir a toda aquella persona que no solo piense y crea diferente, sino incluso a aquellas que quieran cuestionar, profundizar, analizar, investigar… en definitiva, aplicar criterios científicos. Es lo que parece que está ocurriendo con la actual pandemia. Quienes creen en ella, se comportan como si existiera persiguiendo a las no creyentes, enemigas e infieles, y quienes no creen en ella, se comportan como si no existiera, intentando a su vez, además de defenderse, abrir los ojos a las creyentes en lo oficial u oficialistas u “oficianoicas”. Y es que esta lógica hace que a base de comportarse como si, acabe siendo como si. La hipocondría es un buen ejemplo de lógica de la creencia. Si yo me comporto como si estuviera enfermo, acabaré enfermando.
Aunque discutible desde el punto de vista epistemológico, la ciencia se ha venido asociando a verdad y realidad al ser considerada un conocimiento objetivo y la creencia se ha venido asociándose a subjetividad y dependiente de la perspectiva desde la cual se mire.
No obstante, tanto lo oficialista como lo no oficialista parecen nutrirse poco de lo científico y mucho de creencia, ideología y publicidad. Para empezar, la modificación de la definición de pandemia hecha por la OMS en el 2009 generó enormes controversias hoy no resueltas todavía, no solo por su ausencia de justificación y su lenguaje vago –poco rigor científico- sino porque hizo borrar el criterio de tasa de mortalidad. Esto es, anteriormente al 2009, se definía como “infección por un agente infeccioso, simultánea en diferentes países, con una tasa de mortalidad significativa en relación a la proporción de población infectada”. Tras “el cambio”, se elimina el criterio científico de tasa de mortalidad.
Lo importante es entender que la lógica de la creencia es una construcción mental de la realidad que de manera irracional confunde el mapa con la realidad. Lo cual, bien como delirio, bien como manía, sería una forma de locura –Castilla del Pino-.
Se trata de un criterio lógico que va en dos direcciones. En una, el pensamiento informa de comportamientos futuros que confirmarán el pensamiento inicial a modo de profecía autorealizadora. Un ejemplo de esta lógica lo tendríamos en la celotipia, creencia arraigada en la traición imaginada de la pareja; creencia que se reforzará con los comportamientos obsesivos y perseguidores de la persona celotípica y que acabará confirmando la creencia irracional original: la traición. Una vieja verdad absoluta y única realidad.
En la otra dirección, en base a una percepción, se estructurarán comportamientos que originarán una creencia que a su vez generará acciones que confirmarán la propia creencia. Esto se pone en evidencia en las patologías fóbico-obsesivas, en las cuales se desarrollan rituales ante el miedo y el temor. Ocurre muy a menudo en el pensamiento supersticioso. Voy a comprar un billete de lotería vestido de azul y me toca la lotería. A partir de esta experiencia, cada vez que vaya a comprar otro billete, iré vestido de azul. O temo que ocurra algo a mis familiares, así que decido limpiar la casa. Tras hacerlo, constato que no ha pasado nada a mis familiares, por lo que concluyo que limpiar funciona. De esta forma, limpiar se convierte en un ritual propiciatorio que, repetido, construye una creencia que influye en mis acciones: tendré que seguir limpiando o si no, lo que temo sucederá.
Al margen de otras acepciones, en psicología la creencia hace referencia a un esquema cognitivo que nos permite interpretar el mundo. Yendo al origen etimológico de la palabra, una creencia sería fundamentalmente una idea, un pensamiento sobre el cual uno pone su sentimiento, su afecto… confía. Una creencia no es una verdad o un hecho demostrable-demostrado. Una creencia supone una confianza, una fe en algo ni demostrado ni verdadero. En este sentido, la creencia es un conocimiento construido sin suficiente fundamento, pero con fe.
Adentrarnos en la lógica de la creencia nos permite entender la gestación y mantenimiento de problemas psicosociales que enquistan no solo el desarrollo, sino el aprendizaje, bloqueando el cambio. En otras palabras, la lógica de la creencia incita al sujeto a comportarse como si la creencia fuera una única verdad. Poco importa si la realidad dice otra cosa, el sujeto se comportará independientemente de la realidad y de los hechos, lo que la convierte en fuente de patologías de tipo delirante.
La lógica de la creencia es una lógica no ordinaria, es decir, una lógica que no sigue los dictámenes de la lógica ordinaria causa-efecto. Si bien la lógica ordinaria – representativa de la ciencia- busca desvelar una determinada verdad a través de procesos deductivos para posteriormente indicar qué hacer para cambiar, la lógica no ordinaria se nutre de estrategias que inducen una percepción diferente de los hechos de la realidad, de tal manera que las reacciones ante la realidad suelen ser tildadas de irracionales.
En general, esta lógica es más fuerte y resistente al cambio que la evidencia científica, lo que implica que por muchos argumentos científicos que se puedan dar ante un evento, muchas personas se quedarán ancladas en su creencia, en su fe.
Lo que la terapéutica del cambio nos ha enseñado es que los problemas creados sobre la lógica de la creencia, difícilmente pueden arreglarse con otra lógica que no sea también cimentada sobre la creencia. En otras palabras, problemas psicosociales construidos sobre la lógica de la creencia, difícilmente pueden arreglarse con la lógica ordinaria de negar o prohibir. Porque esta lógica ordinaria de causa-efecto, fuertemente enraizada en nuestra cultura, solo permite discriminar las cosas a través de la negación, del reconocimiento asociativo y los silogismos. Se trata de una lógica que genera un tipo de pensamiento binario: verdad/mentira, amigo/enemigo, hombre/mujer, todo/nada, excluyendo cualquier otra posibilidad, lo que se conoce como “tercero excluido”: ante dos posibilidades, no existe una tercera opción o alternativas. Una auténtica guerra de poder: o lo uno o lo otro. De este modo los problemas se enquistarán, las creencias se cristalizarán en ideologías y las intervenciones para solucionar los problemas, entrarán a formar parte del problema y no de la solución.
Dicho con otras palabras, si queremos resolver el problema psicosocial generado por la lógica de la creencia en el caso de la pandemia, sería necesario aplicar estrategias que igualmente sigan esta misma lógica.