Sueño y Miedo
Sueño, está sentado frente a mí, sonriendo a lo Bruce Willis, acomodado en su rojo y brillante charleston. Desde ahí, lanza una clara invitación con ese pícaro guiño de ojo tan característico, que simultanea con un ligero movimiento de cabeza, como esos de yoga que van desde el frente hacia uno de los hombros. Demanda mi compañía. Tiene esos gestos mientras sujeta un bol lleno de nachos con una mano y, con la otra, una cerveza IPA de esa marca que tanto me gusta. El atrezzo perfecto para acompañar la conversación que, desde tiempos inmemoriales, deseo tener con él.