Ciencia infusa

DSCN4610.JPGAquí sabemos más que nadie, y aprendemos cada día escuchando a las lumbreras que derraman sus inmensos conocimientos por esos platós no sé si de dios o del diablo. A ver qué noruego que no es abogado ni político sabe lo que es el Tribunal de Defensa de la Competencia, el mecanismo de un recurso de inconstitucionalidad o los entresijos de una comisión parlamentaria; nosotros, sí. A ver qué alemán no profesional de la enseñanza conoce las profundidades de la mente infantil, la metodología de las matemáticas o los sistemas de programación educativa; nosotros, al dedillo. A ver qué francés que no haya ido a una facultad de medicina naturista conoce las propiedades terapéuticas de las infusiones de piel de níspero, los remedios yerberos para la pancreatitis lechuguina o el valor nutritivo de las plumas del colibrí rojo; nosotros, empollados. Y es que sabemos, ¡buf!… ni se sabe lo que sabemos. Aquí cualquiera que no es del asunto discute de Medicina con un médico, de Educación con un pedagogo, de resistencia de materiales con un ingeniero o de Derecho con un abogado, y hasta lo manda callar, estaría bueno. A todos los novelistas nos han aconsejado escribir la historia más grande jamás contada, que no es otra que la azarosa vida del o la proponente. Cuando nuestro equipo pierde, fue porque el entrenador no hizo los cambios que para nosotros eran obvios. Estamos más preparados en cualquier disciplina que el ciudadano medio de cualquier país del mundo mundial planetario del cosmos universal galáctico. ¿Y dónde queda eso? ¿Es que usted no ve la televisión?

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